Paula Tomás, 19/05/2021

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El antisemitismo es el nombre que recibe el racismo manifestado contra los judíos por el mero hecho de serlo. Tal y como aparece en la Real Academia de la Lengua Española, ser antisemita es mostrar hostilidad o prejuicios hacia los judíos, su cultura o su influencia. Aunque el punto álgido de este odio a las personas que practican el judaísmo como bien sabemos fue la Alemania nazi es verdad que Europa sigue siendo un escenario donde las actitudes antisemitas siguen muy presentes.

La Unión Europea ha realizado muchos esfuerzos con el objetivo de intentar poner fin a esta tendencia racista. Uno de los pilares de las políticas de la UE seguidas en este sentido fue que asumió la definición de antisemitismo realizada por la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA). Desde mayo de 2016 esta organización, formada mayoritariamente por países europeos ha aceptado y expuesto al mundo una de las definiciones de antisemitismo más aceptada, aunque no ha estado nunca exenta de debate. Esta definición de antisemitismo ha sido duramente criticada ya que permite que sean consideradas actitudes antisemitas comentarios y acciones totalmente fundamentadas contra una política de ocupación y de colonialismo, y recientemente denunciada como aparheit por HRW, como es la política que el Estado de Israel en Palestina. Esta definición equipara el sionismo al judaísmo y deja entrever a Israel como un Estado exclusivamente judío, dejando fuera a la población árabe musulmana de Israel.

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Aunque la Unión Europea la aceptase aparentemente con buena intención, se ha convertido en una cuestión muy controvertida, ya que algunas de las prácticas que este texto considera antisemitas tienen tras de si otro objetivo muy claro, deslegitimar cualquier crítica contra el Estado de Israel y contra el proyecto sionista y por lo tanto, deslegitimar la lucha palestina.

El sionismo, es un movimiento político que nació en Europa a finales del Siglo XIX cuyo objetivo principal era crear el Estado de Israel en el territorio palestino, hecho que sucedió en mayo de 1948, pero que sigue expandiéndose por territorios palestinos ocupados. Podemos decir por lo tanto que el antisemitismo es la oposición al actual Estado de Israel, un estado colonial basado en el racismo, que incumple sistemáticamente las resoluciones de Naciones Unidas y que ha sido denunciado repetidamente por crímenes de lesa humanidad contra la población palestina.

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Es importante por lo tanto conocer ambos términos y sobre todo observar las diferencias entre ellos. Es por esto que, ante la controversia de la definición de antisemitismo de la IHRA, un grupo de académicos de todo el mundo expertos en el Holocausto, el judaísmo y en estudios sobre Oriente Medio, publicaron el pasado tres de marzo la llamada Declaración de Jerusalén sobre el Antisemitismo. Los objetivos de esta declaración son dos: por una parte, fortalecer la lucha contra el antisemitismo, aclarando que es y como se manifiesta, pero también proteger un espacio para un debate y acción sobre el futuro de la cuestión de Israel y Palestina.

Esta declaración parte de la idea de que el antisemitismo es la discriminación, el prejuicio, la hostilidad y la violencia contra las personas judías por el hecho de serlo y está formada por cinco directrices generales y otras diez que hacen referencia especifica a la situación de Palestina. Consigue algo que no habían conseguido las definiciones anteriores, dejar claro primero cuales son las actitudes antisemitas, pero también cuáles no lo son, si no que son una crítica totalmente legítima al proyecto sionista, pero que no por ello forman parte de ninguna actitud racista contra los judíos.

La Declaración de Jerusalén propone ejemplos claros y deja constancia de que apoyar la reivindicación palestina de justicia, así como criticar al sionismo por ser una forma de nacionalismo y colonialismo no es de ninguna forma un acto antisemita. Conocer estas cuestiones es más importante que nunca ante el nuevo ataque israelí contra Gaza, que deja en solo 8 días más de 200 palestinos asesinados y por lo menos 52.000 personas desplazadas, tal y como ha afirmado recientemente las Naciones Unidas.

Tampoco es antisemita criticar la conducta que Israel tiene en la Franja de Gaza y en Cisjordania, así como comparar sus actos con otros casos de colonialismo y de apartheid. Conocer y distinguir los dos conceptos es básico para entender que obviamente se pueden condenar las políticas del Estado de Israel sin ser por ello antisemita. Esto se debe a que esta crítica está basada en el rechazo a un proyecto sionista que se enmarca dentro de parámetros racistas, imperialistas y colonialistas y no, en el rechazo de las personas judías como grupo.

Además, es muy importante tener presente que, el hecho de criticar al estado de Israel por su actitud en Palestina es criticar la política de un Estado basado en la violación sistemática de leyes y derechos humanos fundamentales. El hecho de conocer el significado del antisemitismo y del antisionismo es más importante que nunca ya que desde hace unos años hasta nuestros días se ha ido estableciendo un discurso en el que se ha equiparado criticar al Estado de Israel con ser racista contra los judíos. Este discurso tiene como objetivo esquivar las críticas al Estado de Israel y excusarle totalmente de sus acciones contra de la población palestina.

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Pero, además hace un flaco favor en la lucha contra ese racismo en ascenso contra la población judía, ya que, genera todo lo contrario y consigue que se identifique a todos los judíos con la ideología sionista. No debemos olvidar que la realidad no es esta, si no que hay una gran cantidad de judíos que no son israelíes, es decir, que son habitantes de otros países y que también hay muchos judíos que se oponen ferozmente al proyecto sionista y a los crímenes del Estado de Israel contra los palestinos.  Relacionar a la totalidad de la población judía con el sionismo, es hacerles partícipes de un proyecto que se basa en la violación constante de las leyes internacionales y de los derechos humanos. Y esto, desde luego no es una manera coherente de querer luchar contra ese sentimiento antisemitista que sigue presente en Europa.

Este artículo ha sido redactado por Paula Tomás, alumna del máster de Estudios Árabes e Islámicos Contemporáneos en el marco de un programa de colaboración de la Universidad Autónoma de Madrid y la Fundación Al Fanar para el Conocimiento Árabe. 

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