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Husein Machdubi

Alif Post 24/05/2016

Marruecos ha vivido durante el mes de mayo de 2016 cuatro acontecimientos muy preocupantes por sus futuros efectos, y que tienen que ver con su unidad territorial, la seguridad alimentaria y el progreso científico. Algunos de estos temas han llamado la atención de la opinión pública y otros no, lo que se debe a varias razones, entre ellas, que la emoción y lo superficial domina cualquier agenda política o mediática.

El primer acontecimiento es el de la alarmante dimensión que está tomando el conflicto del Sáhara entre Marruecos y el Polisario en las Naciones Unidas. La opinión púbica marroquí ha descubierto datos que ignoraba, como que una parte de Occidente abandona a Marruecos, especialmente Washington, que ha demostrado posturas hostiles en sus propuestas relacionadas con las decisiones del Consejo de Seguridad en el conflicto del Sáhara.

A pesar de la tensión política que desencadenó la protesta de Marruecos por el informe de Washington sobre los derechos humanos en el Sáhara, que Rabat consideró una provocación, la pregunta principal sigue siendo por qué EE. UU. se ha desentendido de Marruecos en esta situación tan delicada cuando Rabat decía que Washington sería un aliado eterno. La opinión pública marroquí se cuestiona cada vez más este cambio de postura por varias razones. La primera está relacionada con lo que cuenta el Estado marroquí a sus ciudadanos sobre el apoyo de Washington a Marruecos. La segunda razón tiene que ver con la inversión por parte del Estado marroquí de millones de dólares en un lobby que solo sirvió para vender las ilusiones al propio Estado, y a la opinión pública marroquí, a través de declaraciones dirigidas a la prensa marroquí y no a la prensa y a la opinión pública estadounidenses. ¿Cuál es el futuro del Sáhara a raíz de estas evoluciones? Los marroquíes ven el conflicto del Sáhara desde el ángulo de la unidad nacional y territorial que históricamente ha constituido la columna vertebral de la construcción de la identidad marroquí.

El segundo acontecimiento es la situación a la que ha llegado la universidad marroquí y, entre sus dolorosos titulares, lo que sucedió la semana pasada. Una joven empleada de la cafetería de la Facultad de Ciencias de Meknés fue horriblemente maltratada: le raparon el pelo a la fuerza y le propinaron una paliza con la excusa de que era una espía de una facción política amazig de la izquierda marxista. Este desafortunado incidente, más propio de las prácticas del Daesh, se suma a los enfrentamientos casi diarios de los últimos años con las fuerzas de seguridad, el acoso sexual a las estudiantes y más escándalos cuyo escenario es la universidad marroquí. Y como los escándalos son tantos, dejan de ser una novedad o una molestia para convertirse en una característica más de la universidad marroquí. Si partimos de la norma científica, que cuenta con el consenso de todos los investigadores, según la cual un país no puede progresar sin una universidad desarrollada, el actual estado de la universidad marroquí apunta a un futuro bastante incómodo.

¿Cuántas tesis doctorales en matemáticas, física, química, informática, medicina y ciencias económicas y sociales, especialidades de las que depende el desarrollo de cualquier sociedad, ha producido la universidad marroquí? Un porcentaje muy pequeño si se tiene en cuenta el número de universidades que hay en el país, la tasa de población nacional (más de 34  millones), el elevado porcentaje de jóvenes en esa población, la ubicación geográfica del país, vecino de la Unión Europea, y las aspiraciones de las autoridades. La situación de la universidad marroquí es mala, ya no produce ninguna élite, solo paro y descontento, y golpea directamente el proyecto del rey Mohamed VI  y de sus ayudantes desde hace dos años,  un proyecto cuyo objetivo es convertir a Marruecos en un país emergente. Históricamente, ningún país consigue un crecimiento y una transición gradual sin una universidad de calidad, algo con lo que Marruecos no cuenta en este momento.

El tercer punto no es menos grave que el primero, tal vez incluso peor: la seguridad alimentaria nacional. Informes nacionales e internacionales señalan la incapacidad de la producción agraria de Marruecos para garantizar la seguridad alimentaria del pueblo, pese a que el país se defina como «Estado agrícola por excelencia». La seguridad alimentaria se considera uno de los principales pilares de una soberanía verdadera por la que las grandes potencias trabajan,

Marruecos anunció hace unos años el Plan Marruecos Verde, que no llegó a desarrollarse por completo porque «ataca» los intereses de grandes inversores, entre ellos extranjeros, y no desarrolla el trabajo del mediano y pequeño campesino, que es realmente el pilar de la seguridad alimentaria. La gran sorpresa la daba la ONU estos días: Marruecos ocupa la posición número 14 entre 120 países en lo que respecta la subida del precio de los alimentos que coincidió con la escasez de agua en el país, la carestía de los alimentos a nivel mundial y el aumento de la demanda interna frente a la falta de factores de producción.

En muchas ocasiones algunas autoridades se centran en proyectos que son mera apariencia de cara a la galería, olvidándose de los fundamentos en los que se basa un país y que aseguran de verdad su seguridad.

Traducción del árabe de Rania Chaui

Viñeta de Buali para Hespress

 

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