Walid al Tlili
El estado de congestión social que viven las zonas más desfavorecidas del norte, centro y sur de Túnez parece el preámbulo de una vuelta de la indignación popular a las calles del país. Indicios de ello son las protestas que se han producido en los últimos días en la ciudad de Al Qasrein (centro oeste de Túnez) debido a una deteriorada situación social que obligó a muchos jóvenes desesperados a manifestarse de un modo que provocó la muerte de uno de ellos antes de la vuelta relativa de la calma de la ciudad ayer miércoles.
Las protestas de Al Qasrein y de localidades cercanas han ido en ascenso repentino, trayendo a la memoria imágenes ya vividas en el país a finales de 2010 cuando estalló la revolución que alcanzó su cénit precisamente en esas regiones.
Las protestas de Al Qasrein comenzaron tras la muerte de un joven desempleado que quería protestar por haber sido excluido de una lista de parados a los que se les había ofrecido trabajo entre los que había compañeros suyos, también con diplomas universitarios. El joven se subió a una farola y se quemó como se quemó Mohamed Buazizi hace cinco años. Las protestas por esta muerte no cesaron pese a la destitución del vicegobernador y responsable del expediente de empleo (…). Los enfrentamientos que se alargaron tres días dejaron 20 heridos según el director regional de Sanidad (…) entre ellos varios casos de asfixia, varios heridos como consecuencia de los enfrentamientos y algún caso de intento de suicidio (…).
No lejos de Al Qasrein, en Qafsa, varios diplomados en paro llevan en huelga de hambre 16 días (…). Y en la provincia de Sidi Buzid los jóvenes cortaron la tarde del pasado martes las carreteras prendiendo neumáticos para exigir desarrollo y empleo.
Este es el panorama general en esas ciudades que parecen haber perdido la paciencia después de una espera de cinco años. Y pese a que los tunecinos se han acostumbrado a estas escenas, sobre todo las protagonizadas por desempleados, la cosa parece distinta esta vez. La situación puede agravarse y evolucionar si el gobierno no envía de inmediato mensajes positivos reales a esas poblaciones desesperadas.

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