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Sí, una minoría de árabes y musulmanes que desconoce el significado de los valores y la ética, y cuyo número no supera unas decenas o unos centenares, puede manchar la imagen de cientos de miles de demandantes de refugio político o provocar la vuelta de muchos de ellos al infierno del que han huido, o incluso agravar el sufrimiento de los millones de musulmanes que ya vivían en Europa como si la consecuencia trágica de los crímenes terroristas del Estado Islámico del año pasado no fuera suficiente. Con la difusión de la noticia de un acoso sexual desconocido en las primeras de los más importantes rotativos europeos se está consolidando una imagen típica y odiosa de la que árabes y musulmanes han querido deshacerse y luchado por ello: la del árabe salvaje, bárbaro, que ve a la mujer como un “objetivo sexual del placer forzoso”.
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Nada puede justificar el extremismo de la derecha ni la islamofobia, pero al mismo tiempo, ¿cómo podemos pedirles a esos europeos que nos vean con objetividad en medio de este ambiente envenenado? ¿Cómo van a poder distinguir entre los que somos moderados y los extremistas y terroristas? Lamentablemente la mayoría de los musulmanes son víctimas de algunos llamados musulmanes que en realidad son los mayores enemigos y el mayor peligro para el islam.
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