En un paso dramático y sin precedentes en la historia saudí, las autoridades de Riad detuvieron ayer domingo a 11 príncipes de la familia real, y a 30 ministros y ex ministros del ejecutivo actual y de ejecutivos anteriores. Entre los nombres de los detenidos aparece el de Walid Ben Talal, uno de los hombres más ricos del mundo con una fortuna estimada en 18.000 millones de dólares (…) La lista también incluye al ex jefe de la Marina, al presidente del gabinete real, al jefe de protocolo real y a destacados hombres de negocios (…) Las detenciones se realizaron por orden de una comisión creada por el monarca un día antes, el sábado, que está presidida por el príncipe heredero Mohamed Ben Salmán. Su finalidad sería la de “perseguir infracciones, delitos y a personas relacionadas con casos de corrupción pública” y entre sus competencias están “interrogar, emitir órdenes de arresto, prohibir viajar, además de acceder a cuentas y congelarlas, seguir movimientos de capital y sus fuentes e impedir trasladar dinero o transferirlo por parte de personas o entidades sean cuales sean”.
No podemos separar este episodio de detenciones de príncipes y responsables de alto nivel saudíes de las detenciones previas de hombres de religión, predicadores, intelectuales y académicos. Ambas campañas se enmarcarían en un contexto que no es otro que el del control por parte del heredero saudí de todos los puntos de fuerza, de autoridad y de poder del reino.
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Viñeta de Emad Hayyach para Al Arabi al Yadid
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