Rai al Yaum, 27/07/2017

 

Egipto como país, no solo como régimen, hace frente a una serie de peligros de carácter estratégico y desde diferentes frentes: al sur la presa etíope de Al Nahda que pone en riesgo la vida de más de un millón de persona cuyo modus vivendi es el arroz, al oeste el caos de seguridad y la inestabilidad en Libia, al este el empeoramiento del fenómeno del terrorismo en Sinaí, sin olvidar la amenaza existencial que supone Israel para la seguridad y la estabilidad egipcia. En este contexto de amenazas, el presidente egipcio Abdelattah al Sisi, inauguró ayer la base militar Mohamed Nagib en la provincia de Marsa Matruh (noroeste del país), considerada la mayor base militar del norte de África y Oriente Próximo entre cuyos cometidos estará la protección de instituciones, zonas urbanas, yacimientos de petróleo, instalaciones económicas y estratégicas, pero sobre todo la central nuclear que se pretende instalar en esa zona de Egipto desde hace años.

 

A la inauguración asistieron solo los fieles aliados de Al Sisi, a saber, el general libio Jalifa Haftar, el sheij Mohamed Ben Zayd, príncipe heredero de Abu Dabi, el emir Jáled al Faisal, príncipe de La Meca y asesor del monarca saudí, y el sheij Suleimán Ben Hamad Al Jalifa, príncipe heredero de Bahréin; estas presencias reflejan las prioridades del gobierno egipcio en Libia, al oeste, y en los países del Consejo de Cooperación del Golfo, al este.

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