Sada Journal, 05/05/2017

Sherif Muhieddín

 

El 9 de abril, Abdelfattah al Sisi decretó el estado de emergencia durante tres meses en todo el país. Eso tuvo lugar tras los dos atentados a las iglesias de San Jorge en Tanta y de San Marcos en Alejandría, que causaron 45 muertos y más de 125 heridos, civiles todos ellos. Egipto vuelve al estado de emergencia total que se había prolongado durante décadas hasta la revolución de enero de 2011. Mientras tanto, los beneficios del estado de emergencia para la lucha contra los peligros del terrorismo y de la violencia armada quedan en entredicho.

(…)

La ineficacia de este recurso se refleja en el innegable empeoramiento de la situación en el norte del Sinaí, donde el estado de emergencia y el toque de queda siguen vigentes desde 2014. Según los informes del Tahrir Institute for Middle East Policy, antes de anunciar el estado de emergencia en 2013 fueron registraron 261 atentados terroristas. Cifra que se multiplicó tras la imposición del estado de emergencia para llegar a 681 en 2016. A partir de ese año, los ataques empezaron a expandirse en el centro del Sinaí hasta llegar al sur. El grupo Provincia (Wilaya) del Sinaí, perteneciente al movimiento del Estado Islámico, reivindicó el 18 de abril su autoría en el ataque de un puesto de control cercano al histórico Monasterio de Santa Catalina en el sur del Sinaí. Eso tuvo lugar diez días después de haber sido decretado el estado de emergencia tras los atentados contra sendas iglesias. Por consiguiente, los ataques se incrementan y el estado de emergencia no responde al objetivo principal por el que fue impuesto. Todo lo contrario, se está usando para encubrir más represiones y abusos.

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