Taufiq Rabahi

Al Quds al Arabi, 19/09/2017

 

En Argelia no se deja de hablar del artículo 102 de la Constitución que estipula que el presidente del país debe dejar el cargo no tiene capacidad asumir sus responsabilidades. Teóricamente, el presidente no está capacitado para su cargo desde hace al menos 4 años. No se puede poner en pie ni se le oye ni puede llevar a cabo ni la más mínima de sus misiones si nos creemos las imágenes de la televisión pública que realiza grandes esfuerzos para montarlas antes de emitirlas. Pero hay un bando que pretende hacernos creer que el presidente “está perfectamente y que desempeña su cargo de manera natural” (¿en secreto? Nos preguntamos). Argelia está dividida pues en dos bandos, el de quienes desesperados y faltos de confianza piden al presidente que renuncie, y el de los que están en el lado opuesto e insisten en que el presidente está bien. Y entre los dos bandos se encuentra el Ejército que se inclinaría por el primer bando apoyándose en el respeto a la Constitución y en la fidelidad a las instituciones del Estado; pero a pesar de que nadie ha pedido a la institución militar que intervenga directamente para zanjar el tema de la presidencia, el mando militar ha mantenido una postura muy dura hacia el bando hostil al presidente (…)

 

El mundo ha cambiado, y Argelia también y el modo de salvar a Argelia en 1992 no debería repetirse. El Ejército no debe ser la razón de un problema político pero tampoco parte de sus soluciones. La vía para defender al Ejército argelino es dejar de preguntarse por su papel en la política, porque eso es un error y la expresión de un fracaso político, y que la cúpula militar deje de ver a la sociedad como un actor incapaz.

 

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