Faisal Laibi (Iraq)
Faisal Laibi (Iraq)

Haifa Zangana (escritora iraquí)

Al Quds al Arabi, 23/03/2020

 

(…) Si bien es cierto que el ocupante tiene la capacidad de metamorfosear a un sector de la población durante un breve periodo de tiempo, es imposible mantener con éxito a largo plazo esa metamorfosis ya que la sociedad es diversa y rica en vínculos profundos. Las fuerzas de la ocupación, independientemente de su orígenes y justificaciones, acaban enfrentándose a alguna resistencia como constató en su día la resistencia iraquí a la ocupación, y posteriormente las sucesivas manifestaciones y protestas que se produjeron durante los años de la segunda ocupación y que alcanzaron su cénit en ese despertar de la juventud que culminó en la intifada de octubre de 2019.

 

“Tenemos que hacer frente al coronavirus y al virus de este régimen corrupto al mismo tiempo”. Ese es el mensaje de los manifestantes iraquíes seis meses después del inicio de la intifada. Viven unas jornadas de lucha extraordinaria que distingue su rebelión del resto del mundo, unidos por el temor a la propagación de la epidemia. Esa distinción nace de su firmeza y su resistencia frente a los brutales métodos de represión que se cobraron la vida de 700 mártires y dejaron 25.000 heridos y a 3.000 personas discapacitadas, a lo que añadir 54 intentos de asesinato en los que murieron 26 personas y 16 resultaron heridas. Este enorme coste humano hace que muchos comparen el ruido que están provocando los efectos del coronavirus en otros países con el silencio mundial sobre la intifada iraquí y sus consecuencias humanitarias. ¿Cuántos países han pagado semejante coste por protestar contra un régimen sectario y corrupto, que coopera con la ocupación, en un periodo relativamente breve?

 

Los manifestantes iraquíes, unidos al resto del mundo, han tomado la decisión prudente de retirarse momentáneamente de las plazas de la liberación, por el bien de todos, aunque numerosas tiendas de campaña continúan en pie con un buen número de manifestantes en ellas, para recordar los orígenes de esta intifada y mantener encendida la llama de su lealtad a la patria y a los mártires.

 

Los manifestantes han elegido otra forma de trabajar para resistir o al menos para reducir el número de contagios concienciando sobre los riesgos del virus y animando  al pueblo a seguir medidas sanitarias como respetar el toque de queda, evitar lugares muy concurridos, especialmente las oraciones en grupo y las visitas a santuarios con los rituales que conllevan las mismas (tocar y besar las rejas de los mausoleos), es decir, todo lo que pueda propagar el virus rápidamente, sobre todo teniendo en cuenta que hay predicadores que siguen difundiendo la idea de que el coronavirus no afectará a los fieles que cumplan con los rituales religiosos puesto que la visita a los imames y el cumplimiento de esos ritos los protegerán.

 

Las campañas de concienciación que están llevando a cabo los manifestantes son cuestión de vida o muerte para ellos y para el resto del pueblo, y adoptando esa otra forma de lucha están contribuyendo a preservar la seguridad de su país y garantizando que llegue a buen puerto. Es un paso para rescatar lo que pueda ser rescatado de la catastrófica situación provocada por la ausencia de gobierno, la falta de servicios sanitarios regulares, la posibilidad de resistir la epidemia del coronavirus y el miedo de todos los políticos y las fuerzas de seguridad a emitir una orden y a ejecutarla por la fuerza si fuera necesario para prohibir las visitas multitudinarias a los lugares religiosos donde se celebren ritos colectivos; esos políticos y miembros de seguridad temen ser  acusados de estar a favor del “otro” o de contaminar “las creencias” que han traído con su corrupción, sus mentiras y su explotación, y que los sustentan y los mantienen con vida.

 

Traducido del árabe por Luis Serrano Lora en el marco de un programa de colaboración de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada y la Fundación Al Fanar.

 

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