Al Safir, 22/0572015

Día tras días la guerra abierta que está teniendo lugar en el Sinaí entre los anatematizadores y el Estado toma rumbos más complejos. Este enfrentamiento ha ido evolucionando desde la revolución de 2011 para pasar a formar parte de la estrategia global del Estado Islámico después de que le rindiese pleitesía Ansar Beit al Meqdis, el grupo anatematizador más peligroso de Egipto, que pasó a considerarse como la provincia (Wilayat) del Sinaí del Estado Islámico. Los efectos de este enfrentamiento han recaído sobre la población del Sinaí, marginada durante 40 años siendo privados de los derechos más básicos como ciudadanos, entre ellos la prohibición de formar parte de las fuerzas armadas de Egipto. Una población cansada por los incumplimientos de los sucesivos gobiernos de proyectos de desarrollo para la península que nunca llegan. Esta frustración llega a niveles de desesperación e ira muy altos; lo que ha llevado a algunos ciudadanos, sobre todo jóvenes, del Sinaí a enrolarse en enfrentamientos con todos los estamentos del Estado egipcio. Este entorno es un caldo de cultivo perfecto para las organizaciones extremistas que llevan funcionando más de dos décadas en la península pero que empezaron a realizar operaciones armadas en 2004. Desde ese momento el abismo entre la gente del Sianí y el gobierno se agrandó llegando a tener en época de Hosni Mubarak a 4000 detenidos. La respuesta represiva no ha hecho más que facilitar el reclutamiento de jóvenes para las filas de estos movimientos así como el surgimiento de nuevos tras la revolución de 2011 y sobre todo tras el golpe de Estado contra el presidente Mursi. El nuevo liderazgo del país no parece dispuesto a reconocer los errores del pasado y buscar una nueva estrategia, sino todo lo contrario. El director del Centro de El Cairo de Estudios Estratégicos y Económicos, Abdelmunaem al Said es contundente negando que los proyectos anunciados por el presidente Sisi para el Sianí vayan a significar un cambio y que no son más que promesas a la opinión pública de terminar proyectos ya planificados del pasado.

 

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