Hossam Itani

Al Hayat, 17/11/2015

Como reacciones espontáneas han comenzado los llamamientos a una revisión del islam y a una separación de la religión del Estado justo después de que islamistas hayan perpetrado sangrientos ataques exhibicionistas, especialmente en el Occidente (…).

La crisis del islam es la crisis de las sociedades musulmanas. Y más en concreto la crisis de las sociedades musulmanas árabes suníes que han visto cómo sus proyectos de Estado de los últimos 50 años han colapsado. Es un tema que ha derramado ríos de tinta. En cualquier caso, no tiene sentido que se esté exigiendo la reforma del islam antes de iniciar una reforma de las sociedades que lo han interiorizado como su identidad y como su espacio político, de conocimiento y de valores. Las revoluciones árabes surgieron como un reto añadido a las sociedades y al islam al mismo tiempo. Lo que estamos viviendo es por una parte el fracaso de estas revoluciones que empujaban a las sociedades a dar un paso adelante hacia una mayor liberación en sus relaciones internas y en su posicionamiento respecto al mundo, y por otro, cómo este fracaso ha sido trasladado a la implosión suicida contra el mundo que hemos vivido entre los ataques del 11 de septiembre de 2001 y los del 13 de noviembre de 2015. Cuando hablamos de la separación de religión y Estado debemos preguntar primero qué religión y qué Estado y cuál es el estado del Estado al que hay que separar de la religión.

(…)

Por supuesto que el mundo no está exento de responsabilidad en las crisis de los musulmanes y los árabes, pero son estos últimos quienes tienen que asumir la mayor parte de la responsabilidad para salir de sus conflictos, una vez analizado quién les ha metido en ellos. Por todo esto es pertinente hacerse la pregunta: ¿Qué islam es el responsable de lo que sufrimos hoy?

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