Jairy Sherif

Huda al Trabulsi

06/07/2016, Al Arabi al Yadid

Con las derrotas del Estado Islámico (Daesh) en Libia, sobre todo en la ciudad de Sirte, donde está a punto de dejar de estar presente, cada vez hay más miedo en los países vecinos a que se trasladen a sus territorios miembros del grupo huidos de Libia. Túnez, Argelia y Egipto serían los países más afectados por este peligro como han comentado varios responsables de esos Estados; este lunes, el propio ministro de Defensa de Francia advirtió del riesgo que correrá Túnez cuando esos elementos sean expulsados de las zonas que en la actualidad ocupan en Libia.

Precisamente estos temores han llevado a los países vecinos de Libia a cooperar en el seguimiento de esos combatientes. Según una fuente de seguridad argelina, los países del Magreb, entre ellos Argelia, manejan los nombres e imágenes de 470 combatientes procedentes de países árabes que, según informes de inteligencia, estarían en Libia luchando aún en las filas del Daesh. Según esa misma fuente, la mayoría de ellos son tunecinos, y el resto son egipcios, sudaneses, saudíes, marroquíes, mauritanos y argelinos, y hay una base de datos creada por los países del norte de África implicados en la lucha contra el terrorismo.

Túnez sería uno de los Estados más débiles en este contexto por su difícil situación económica y social, sobre todo en las zonas fronterizas con Libia, y uno de los principales ejemplos es la ciudad de Bengardán, donde cada vez que estallan protestas sociales se advierte del peligro de que el Daesh o cualquier grupo terroristas de Libia use el caso de esa urbe fronteriza para intentar entrar en Túnez. En Bengardán, ciudad víctima de la pobreza, la falta de desarrollo y la proliferación del contrabando ante la falta de trabajo, se declaró hace unos meses un emirato.

Para el analista político tunecino Nizar Maqni, lo sucedido en la ciudad el pasado mes de marzo indica que el Estado tunecino mantiene su política de indiferencia ante las demandas sociales de la población local, y esto puede generar de nuevo un sentimiento de privación y amargura. El pasado lunes fueron quemadas apisonadoras de carreteras de una empresa privada: “este es el punto débil por el que han apostado los del Daesh en sus últimos ataques: el apoyo popular que puede haber en cualquier otro ataque en la zona si las autoridades no se movilizan y cumplen las promesas de creación de empleo para la población local”.

 

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Viñeta de Jairi Sherif para Al Wasat

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