Wasfi al Amín

Arabia Saudí ha conseguido arrastrar a la Liga de Estados Árabes a emitir un comunicado que condena por consenso a Irán. Es una condena, no obstante, que no irá más allá de las fronteras del ruido mediático y los cumplidos políticos. Es difícil que se traduzca en medidas serias. Los países árabes, sobre todo los activos, saben bien (…) que el espasmo actual solo contribuirá a un mayor caos y servirá a los grupos terroristas y anatematizadores.
Estos países quieren jugar un país equilibrado, pese a los retos de seguridad y económicos y a su necesidad del dinero de los países del Golfo. No parece que el ruido saudí vaya a conseguir la respuesta deseada, ni en la región ni en el mundo. Esta crisis, ante los equilibrios y los cálculos políticos, no va más allá de la improvisación política en la que Riad apela a la movilización doctrinal, suní y chií, para desviar la atención, dentro y fuera del reino, del aumento de sus graves crisis internas. La escalada del conflicto con Irán brindará a Riad la oportunidad de reprimir a la oposición interna o las demandas de reforma, y puede que hasta logre movilizar tras de sí a la mayoría suní árabe y limitar las oportunidades del Daesh y sus seguidores de desestabilizar al régimen saudí. El enemigo de la chía ya no es una mera tapadera de los problemas crónicos del reino sino que se ha convertido en una parte esencial de la identidad religiosa y cultural saudí, que está en deuda con la satanización del chiísmo (…).

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