Leila Nachawati, eldiario.es, 01/05/2015

 

Con más de 200.000 asesinados y millones de desplazados, Siria se encuentra en el centro de una guerra geoestratégica que ha hecho que pasen a un segundo plano otros aspectos del contexto sirio. Uno de los más preocupantes, al que apuntan organizaciones de derechos humanos de dentro y fuera del país, son las miles de detenciones y desapariciones forzosas de periodistas, activistas, y defensores de los derechos humanos. Entre los más destacados se encuentra el presidente del Centro Sirio de Medios y Libertad de Expresión, Mazen Darwish, desaparecido desde febrero de 2012. Su mujer Yara Badr, que dirige ahora el Centro, recogerá en su nombre el prestigioso premio UNESCO/Guillermo Cano que se entrega el 3 de mayo en Riga, durante la celebración del Día Mundial por la Libertad de Prensa.

«No se puede hablar de democracia, transparencia o pluralismo sin hablar de la libertad de los medios», señala Yara Badr en conversación con eldiario.es. «Mazen siempre insistía en esto que muchos intentan separar, como si democracia, libertad e independencia de medios pudiesen construirse por separado. La libertad de opinión y expresión, y unos medios independientes del control gubernamental, son la base de una verdadera democracia, esa por la que luchamos Mazen y el resto de sus compañeros».

«Mazen Darwish ha sido detenido únicamente por el ejercicio pacífico de su derecho a la libertad de expresión y asociación, como parte de su trabajo en el Centro Sirio de Medios», señalaba Amnistía Internacional al conocerse la noticia de su detención y la de otros quince periodistas y activistas a manos de miembros de las Fuerzas Aéreas Sirias. Mientras que algunos de los detenidos fueron liberados meses después, Darwish permaneció incomunicado, sin que haya trascendido apenas información sobre su estado. Según la Comisión Internacional de Juristas, «le juzga un tribunal militar secreto y se enfrenta a una posible sentencia de muerte».

«Un patrón de acoso y detención de periodistas y activistas»

El Centro Sirio de Medios, organización socia de Reporteros sin Fronteras, opera en secreto desde su fundación en 2004, cuando las autoridades les denegaron la acreditación necesaria para trabajar en el país. En 2006 su página web Syriaview.net fue bloqueada, y en 2008 varios de sus miembros fueron detenidos por informar de los altercados en Adra, un pueblo cercano a Damasco, acusados de «difamar a los cuerpos administrativos del estado». Treinta y cinco organizaciones firmaron ese año una carta en protesta por la sentencia, describiéndola como parte de un «patrón de acoso y detención de periodistas y activistas». Darwish fue detenido de nuevo en marzo de 2011 por participar en una protesta en la que se pedía la liberación de los presos de conciencia, y por última vez en febrero de 2012.

La trayectoria del Centro, cuyo cometido es informar sobre el contexto sirio, da muestra del alcance de la represión contra cualquier forma de cuestionamiento de sus políticas por parte de las autoridades sirias. Una represión que ha ido en aumento desde el estallido de las protestas populares en 2011, pero que existe desde la llegada del Baaz al poder en los años 60. Hoy, atrapada entre una dictadura de décadas y la tiranía del autodenominado Estado Islámico (EI, o Daesh, en árabe), las violaciones contra la libertad de expresión han quedado eclipsadas por la dimensión militar, geoestratégica e identitaria del conflicto.

En el contexto actual, con el país destruido y extremistas propagándose por el país, hay quien se pregunta si tiene sentido seguir hablando de libertad de expresión. ¿Puede seguir siendo una prioridad?, le preguntamos a Yara.

«Cuando salimos a la calle en 2011, lo hicimos para no ser rehenes de la ‘autoridad de una sola voz’ que los sirios llevamos décadas sufriendo», responde. «Ahora somos rehenes de la autoridad de una sola voz de Asad, de la del Daesh, y de todos los que quieren imponer su voluntad sobre las aspiraciones legítimas de un pueblo. Siria es parte de una enorme crisis internacional, pero me parece impensable que podamos salir de esa crisis sin apelar al derecho de cada persona a vivir en dignidad, a expresarse y desarrollarse libremente, a ser ciudadanos con derechos».

Con motivo del premio que entrega la UNESCO y de la celebración del Día Mundial por la Libertad de Prensa, Yara, junto con un gran número de defensores de los derechos humanos han relanzado la campaña por la liberación de Mazen. En ella se hacen eco de la última comunicación pública del abogado, filtrada desde la cárcel en 2013:

A los compañeros que tuvieron la suerte de no ser detenidos: Ha sido un honor trabajar con vosotros, compartir vuestros sueños y vuestras penas.

A mis amigos, que me asombran con su lealtad a aquello en lo que creemos: No perdáis la fe.

A mis carceleros, que han asumido el cometido de disciplinarme durante todo este tiempo: Lo siento por todos nosotros, y os deseo una vida para vuestros hijos, en la que no vivan el miedo a la tortura sino una alegría compartida con mis dos hijos, Inana y Adad.

Alzo desde aquí mi voz para que podamos salir de nuevo al sol, gritando:

Uno, uno, uno

el pueblo sirio es uno

Una, una, una

la sangre siria es una

Uno, uno, uno

El futuro sirio es uno

 

 

 

 

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