La Falsa victoria_Emad_Hayyach_Siria_ARY

 

Al Yumhuriya, 07/03/2019

Ahmad al Shuli (ex-primer ministro de Siria)

 

Artículo traducido y publicado por el blog Traducciones de la revolución siria

 

El Estado asadiano no será recordado, cuando desparezca, por sus grandes hazañas que, en cualquier caso, nunca fueron reales. Tampoco será recordado solo por sus múltiples males. Más bien, será recordado en primer lugar por la ingente tergiversación de la que hizo gala durante mucho tiempo, sobre todo, al menos hasta el momento, durante esta grandiosa revolución.

 

Para ilustrar esto, cabe señalar que, al inicio de la revolución, se difundió la idea de que la economía siria era independiente, especialmente de los imperialismos occidentales que no podían hacer con ella lo que querían. También se afirmaba que la economía era competente, sostenible y con capacidad para desarrollarse, sin apenas déficit, pues había acumulado una base industrial sólida. Dicho rumor fue la clave sobre la que se erigió la idea de la conspiración, en la que el régimen sirio se basó para legitimar su salvaje respuesta contra la revolución: todo independiente, como él, debía ser aplastado. Dicha conspiración vendría impulsada por fuerzas del mal que pueden ser occidentales para algunos nacionalistas árabes, o imperialistas para una izquierda a la que no importa que se lancen barriles explosivos contra los barrios residenciales, o incluso cruzadas e infieles en la cosmovisión de la lucha de civilizaciones que se retrotrae mil años o más en el tiempo.

 

Para demostrar que todas estas ideas son puro dogma y no guardan relación alguna con la realidad, debemos aclarar que la naturaleza económica del régimen sirio y los intereses de sus promotores y saqueadores no se contradice con la naturaleza de los intereses de las grandes potencias que, según la propaganda contrarrevolucionaria, son enemigas del régimen establecido y buscan acabar con él. Por el contrario, la revolución cortó el camino por el que Siria discurría hacia la integración acelerada en el sistema capitalista global, que expresaba las aspiraciones de desarrollo de Asad II tras terminar de gangrenarse la economía proteccionista e insuficiente de su padre.

 

El programa de sustitución de las importaciones

 

Por gangrena, nos referimos al hecho de que el régimen de Asad I implantó un modelo económico que posteriormente fracasó en la mayor parte de los países que lo aplicaron. La Siria asadiana, como la mayoría de países en desarrollo y recientemente independizados, trató de cimentar su independencia económica aplicando un programa de industrialización por medio de la sustitución de importaciones, con el objetivo de detener el drenaje de la reserva de divisas.

 

La idea, correcta, sobre la que se basaba este programa era que no se podía lograr el desarrollo sin producir o comprar energía y sin adquirir una tecnología avanzada del exterior. Todo eso no podía obtenerse más que por medio de divisas, que son siempre limitadas en los países en desarrollo. Por ello, debían conservarse las reservas de moneda extranjera, e incluso alimentarlas, para garantizar que se adquirían la energía y la tecnología avanzada necesarias. Para ello, debía evitarse gastar dichas reservas en la importación de productos de necesidad básica.

 

La alternativa era fabricar tales productos básicos en Siria, ya fuera mediante la creación de un sector público, ya por medio del apoyo al sector privado local, o bien combinando ambos para alcanzar los umbrales mínimos de capacidad industrial. Además de lograr un desarrollo económico que aportara al Estado recursos fiscales, este programa también tenía por objetivo llegar al nivel más alto de contratación posible, con la esperanza de que estas industrias se desarrollaran hasta alcanzar una etapa en la que se pudieran exportar excedentes. Con ello, se haría acopio de reservas de divisas para adquirir energía y tecnología de forma continuada y se lograrían niveles de desarrollo económico que elevarían el nivel de vida de los individuos en la sociedad, por fin, a la categoría de los países desarrollados.

 

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Viñeta: Emad Hayyach para Al Arabi al Yadid

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