Los servicios secretos argelinos y el núcleo duro del ejército han vuelto a ponerse de acuerdo sobre el nombre del próximo presidente de Argelia, a puerta cerrada y con maneras que más bien parecen una conspiración. Luego pasan las riendas a los partidos, asociaciones y sindicatos, profesionales de la flauta y la pandereta, para comercializar al elegido e imponerle como si fuera el hombre necesario e inspirado, cumpliendo con su “deber” de la mejor manera.
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Shakib Jalil, exministro del Petróleo, ha regresado a Argelia después de tres años de ausencia llena de enigmas, de entender o de hacerle entender por dónde tenía que iniciar el viaje hacia su rehabilitación política (…).
El día 1 de abril de 2016 pasará a la historia como la fecha en la que Shakib Jalil consolidó su trayectoria hacia un puesto administrativo o político importante que podría ser incluso la presidencia del Estado. Y como mínimo será presidente del gobierno una vez quemada del todo la baza de Abdelmalek Selal.
Todo esto sucede ante los ojos de la justicia argelina, sin que ningún juez o abogado haya escuchado al exministro del Petróleo cuando debería haber comenzado una investigación judicial contra su persona y debería haber sido juzgado por los tribunales en respuesta a una denuncia contra él por corrupción y sobornos que sigue en suspenso. Y así es como realmente debería haber empezado su viaje hacia la rehabilitación política: siendo condenado, o pagando un precio o siendo exculpado.
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Viñeta de Ali Dilem
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