Ali al Aid

Al Arab, 10/06/2017

 

Los dos atentados en Teherán reivindicados por el Daesh, uno contra el Consejo Consultivo iraní y el otro contra la tumba del imán Jomeini, ponen fin a las especulaciones sobre el secreto de la larga tregua entre Irán y el Daesh. Solo ahora Irán tiene la prueba de que es víctima del Daesh, lo que da al traste con los análisis que hablaban de un vínculo entre el papel iraní y el papel de esa organización en Siria o una relación funcional entre ambas partes que contribuye a que la guerra se mantenga en el país hasta que el régimen de Al Asad pueda hacerse con la oposición o las oposiciones logren vencer al régimen o llegar a un acuerdo con él.
En realidad el acuerdo sobre la continuidad del mal del Daesh es algo que beneficia a todas las partes implicadas en Siria, un mal que hasta la fecha no ha logrado que haya un consenso para acabar con él. Así lo indica el hecho de que los lobos solitarios del Daesh se estén moviendo en Europa y Teherán a un tiempo, aunque también eso apunte parcialmente a una crisis en la organización que lucha por sobrevivir y ha optado por tomar la iniciativa de atacar.
Los dos atentados de los lobos del Daesh en Teherán han tenido una repercusión limitada a nivel de la seguridad y las pérdidas para el régimen iraní son asumibles, pero el rédito de las réplicas psicológicas y mediáticas de este terremoto será muy grande a nivel local: permitirá justificar la injerencia en Siria y aumentar allí la presencia de la Guardia Republicana y también entrar en una nueva fase de intercambio de papeles, sin descartar que Irán intente seducir a Washington.

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