Amyad Rasmi_Al Sharq al Awsat

Mohamed Samih Beyi

Nawaat, 08/06/2017

La crisis entre Qatar, por una parte, y Arabia Saudí y su aliado (Emiratos Árabes Unidos), por otra parte, va en aumento. La mediación kuwaití y omaní ha fracasado y Turquía se prepara para reforzar su presencia militar en Qatar y abrirle las fronteras aéreas iraníes para reducir los efectos del aislamiento de Doha. La pugna entre ambas partes no se limitó al aislamiento, a la detención de todos los acuerdos políticos, comerciales y económicos, y a la intensificación de la guerra de los ataques mediáticos, sino que traspasó todas las convenciones diplomáticas con su reunión de aliados y su recuento de posiciones: una parte de los países árabes se alineó con Arabia Saudí y EAU —como es el caso de Egipto, Yemen, Bahréin, Libia, Mauritania y, en menor grado, Jordania— mientras que otros países intentaron no posicionarse claramente a favor de ninguna de las partes enfrentadas.

Túnez —que desde enero de 2011 vive subordinado a los efectos políticos de los países del Golfo sobre las decisorias nacionales y al fortalecimiento de la presencia de Qatar, Arabia Saudí y EAU al mismo nivel— ha intentado (hasta la fecha de escribir este artículo) caminar con cuidado en la cuerda floja en medio de la divergencia de posiciones entre los dos partidos de la alianza gobernante (Al Nahda y Nidaa Tunis) con respecto a la crisis del Golfo, a la magnitud de las pérdidas posibles y al posicionamiento a favor de una de las partes enfrentadas.

De la abaya qatarí a la abaya saudí

Tanto Arabia Saudí como Qatar aprovecharon su peso económico y financiero en Túnez para amaestrar las posiciones tunecinas exteriores recurriendo sobre todo al arma de los préstamos y las subvenciones en un contexto de crisis económica local y de sucesivos gobiernos que adoptan una política de mendicidad para reducir la tensión social y calmar las crisis. En más de una ocasión, Túnez postró su diplomacia ante los enfrentamientos de esas dos partes y fue arrastrado por el juego del alineamiento sectario liderado por Arabia Saudí contra la obsesiva penetración iraní en la región. EAU desempeñó un papel importante en la exclusión del partido Al Nahda y sus aliados del poder durante el verano de 2013 y en las elecciones legislativas y presidenciales de 2014 por medio de su apoyo explícito a Nidaa Tunis. Asimismo, EAU quiere mantener su rol en la escena política mediante la creación de una red de alianzas nuevas y el apoyo a nuevos oponentes de Nidaa Tunis, con quien rompió las relaciones desde 2015, lo que acarreó una crisis conocida como «crisis de los visados». El gobierno de los Emiratos, cuyo peso económico supera al saudí en Túnez, sigue moviéndose bajo las indicaciones saudíes, sobre todo en las grandes cuestiones regionales, como el conflicto con Irán, la guerra de Yemen y la de Siria o la postura con respecto al movimiento de los Hermanos Musulmanes.

El grado de identificación con la política de los líderes de las contiendas del Golfo fue cambiando en los últimos seis años con el paso de una etapa a otra, en paralelo con los cambios políticos regionales. El gobierno de la troika (que decidió abrigarse con la abaya qatarí durante dos años de su gobierno) tradujo esa decisión en una serie de posiciones políticas a nivel exterior: en primer lugar, el apoyo total al derrocamiento del régimen libio en febrero de 2011; a continuación, la posición precipitada que adoptó a principios de la crisis siria (en marzo de 2011) que supuso la retirada del embajador tunecino de Siria y la expulsión de su homólogo sirio de Túnez; y, por último, la celebración del congreso «Amigos de Siria» el 24 de febrero de 2012 por invitación francesa y apoyo financiero-político de Qatar y Turquía.

La eliminación de la troika (simultánea al derrocamiento de los Hermanos Musulmanes en Egipto) puso fin a la era qatarí para abrir camino a una mayor presencia de Arabia Saudí en la confección de la política regional tunecina. Un nuevo y al mismo tiempo viejo jugador aprovechó el cambio en las balanzas del poder interno para imponer su peso a la escena política local merced a las inmensas ayudas económicas, préstamos y subvenciones. Una política a la que se sometió el gobierno tunecino tras las elecciones de 2014 para ser arrastrado totalmente por las posturas saudíes ante varias cuestiones regionales; quizá las más importantes sean: unirse a la «Alianza Islámica» contra Irán, Hezbolá y Siria en septiembre de 2015; soslayar la consideración de Hezbolá como organización terrorista; el hecho de permanecer deliberadamente ciego a la agresión saudí contra Yemen; y, finalmente, la ratificación del documento final de la última Cumbre Árabe, que contemplaba una amenaza explícita a Irán. Las autoridades saudíes llegaron incluso a impulsar al gobierno tunecino a destituir al ministro de Asuntos Religiosos el cuatro de noviembre de 2016 como castigo por sus declaraciones que consideraban contrarias a Arabia Saudí.

El peso económico y la complicada política de neutralidad

A pesar del decaimiento de la influencia política qatarí directa en Túnez (tras la caída del gobierno de la troika en 2014), su presencia económica sigue expandiéndose y aumenta su influencia en la voluntad política de los centros de poder del país con la inflación de la presencia qatarí en el terreno financiero y económico de Túnez, que excede el 133% del total de las inversiones extranjeras. Qatar participó con todo su peso en la Conferencia Internacional de Inversiones y fue uno de los primeros firmantes de los acuerdos de inversión turística con un valor que excedió los 220 millones de dólares, además de su compromiso de prestar a Túnez 1250 millones de dólares. La inversión qatarí en el ámbito del turismo está a la cabeza de sus inversiones en Túnez, puesto que alcanza los 22,5 millones de dólares aproximadamente, mientras que en el sector industrial tan solo se invierten 2 millones de dólares. La red financiera qatarí se extiende a las asociaciones por medio de Qatar Charity, cuyas inversiones en Túnez exceden los 15 millones de dólares, y Qatar Friendship Fund, que aportó en los últimos seis años más de 100 millones de dólares para financiar microproyectos y asociaciones tunecinas.

En comparación con el anterior, las relaciones comerciales con Arabia Saudí presencian un rápido crecimiento y las exportaciones de Túnez al Reino aumentaron en un 56% desde 2011. La inversión saudí directa en Túnez aumentó enormemente en los últimos seis años y Arabia Saudí se convirtió en el tercer mayor inversor en Túnez con más de 1630 millones de dólares repartidos entre servicios, agricultura e industria. Asimismo, Arabia Saudí fomentó la presencia de la bolsa tunecina por medio del Establecimiento Financiero Saudí-Tunecino.

Arabia Saudí fue uno de los mayores inversores en la Conferencia Internacional de Inversiones de Túnez 2020 con un préstamo que excedió los 800 millones de dólares, precedido por una serie de préstamos a lo largo de los seis años anteriores por parte del Banco Islámico de Desarrollo y la Caja Islámica con un valor de mil millones de dólares. Los medios de comunicación, por su parte, representan otro reflejo del dinero saudí; así pues, la propiedad de la mayor parte de las acciones de la cadena Hannibal (antigua propiedad del empresario tunecino Al Arabi Nusra) pasó al fondo de inversión Gaia.

Las últimas ayudas saudíes a Túnez consistían en una subvención de 48 aviones de combate modelo F-5, creados en los años 60 del siglo pasado, tras su inutilidad en la fuerza aérea saudí desde hace dos décadas.

La pugna de las partes del vigente conflicto del Golfo por la captación del gobierno tunecino y las presiones de Arabia Saudí y EAU sobre Túnez para arrebatar una posición explícita a favor de una de las partes del conflicto amenazan seriamente a la «débil» política de neutralidad que la diplomacia tunecina intenta adoptar como método para escapar de las presiones del posicionamiento y del sometimiento a las tentaciones de las ayudas económicas, lo que la convierte hoy en deudora del impuesto político de la mendicidad que eximió a la voluntad tunecina de su independencia.

Viñeta de Amyad Rasmi para Al Sharq al Awsat

Traducido del árabe por Eman Mhanna en el marco de un programa de colaboración de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada y la Fundación Al Fanar.

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