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Al Quds al Arabi, 16/03/2020

 

El rey Felipe VI no ha tardado en hacer frente a la tormenta desencadenada recientemente por los informes de prensa que tratan sobre la implicación de su padre, el rey Juan Carlos I, en escándalos de sobornos y comisiones de decenas de millones de dólares procedentes de Arabia Saudí, a través de empresas registradas en Suiza y Panamá, en estrecho contacto con el ex monarca. Como los informes indican que el rey actual es uno de los principales beneficiarios de los fondos de las dos empresas, la Casa Real se ha apresurado a emitir un comunicado en el que aclara que Felipe VI se desentendió de esos beneficios tan pronto como supo de ellos, en abril del año pasado, registrando su decisión ante notario; y confirma que tanto él como los miembros de su familia renunciaron a todo aquello que contraviniera la ley en la herencia de su padre. Asimismo, el rey ha decidido retirar todas las asignaciones al ex monarca en un intento por recuperar la confianza del pueblo en la Casa Real, lo que recuerda su decisión de retirar el título de Duquesa de Palma a su hermana Cristina en el año 2015, después de que se descubriera su implicación con su marido en un escándalo financiero.

 

El primer aspecto de este nuevo escándalo pone de manifiesto más prácticas corruptas y escándalos en los que el rey padre ha estado involucrado y que han deteriorado su popularidad hasta el punto de tener que abdicar en 2014; el segundo aspecto verifica la buena salud de la democracia española, que ha llevado al rey actual a pedir cuentas a su padre y a su hermana y a distanciarse de ellos; además  el poder judicial español también puede investigar el incumplimiento de la ley incluso en las más altas esferas del estado.

 

Lo que más refuerza esta dimensión en la experiencia española es que el ex monarca, acusado de corrupción, es el mismo Juan Carlos que disfrutó durante décadas de una amplia popularidad, ya que estuvo detrás de la transición del país de la dictadura del general Franco a un sistema de monarquía parlamentaria estable desde el año 1977, y también evitó a España los riesgos de un golpe militar en 1981.

 

Por otro lado, es vergonzoso que un estado árabe como Arabia Saudí esté entre los elementos más corruptores de esta experiencia, como demuestran los datos disponibles tras este escándalo, ya que la cantidad de 100 millones de dólares depositada en la cuenta de una de las dos empresas del ex monarca español , fue transferida  por el monarca saudí, Abdullah bin Abdulaziz, en el año 2007, una cantidad a la que se añadieron  65 millones de dólares como  soborno de Arabia Saudí al propio Juan Carlos en persona, a cambio de un acuerdo de suministro de trenes de alta velocidad españoles al país árabe.

 

El reino saudí, cuyos gobernantes tiranos abusan y oprimen a los ciudadanos saudíes, y especialmente a las mujeres, no solo detesta las libertades, los derechos, la representación popular y todo lo que tenga relación con la democracia, sino que también daña deliberadamente las experiencias democráticas de otros pueblos y busca corromper sus sistemas y a sus líderes.

 

Por ello, no parece raro que muchos de los escándalos financieros que afectan a algunos políticos y funcionarios occidentales, tanto en del sector público como del privado, tengan sus raíces en Arabia Saudí. Riad no se limita a corromper acuerdos, comprar conciencias y difundir una cultura de sobornos, sino que también espía teléfonos personales, viola la privacidad y financia operaciones de sabotaje, llegando a la liquidación física de los opositores, como el asesinato del periodista saudí Yamal Jashogui. Como dice el proverbio árabe «el dinero fácil enseña a la gente a robar» y también puede enseñarles a cometer actos de mala fe. El dinero de los gobernantes saudíes no es sino el modelo más claro y, por tanto, el antiguo rey español solo es su última víctima.

 

Viñeta de Doaa Eladl sobre el asesinato de Yamal Jashogui

 

Traducido del árabe por Luis Serrano Lora en el marco de un programa de colaboración de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada y la Fundación Al Fanar.

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