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Samia Hamdi

Raseef 22, 18/03/2019

 

“No es costumbre que las mujeres del campo hereden,” nos dice Lamia (seudónimo), cuya madre solo recibió 800 dinares tunecinos y algunos regalos como herencia de su abuelo. Esto sucedió hace diez años, y su derecho legal sobre la herencia sobrepasaba por mucho esa cantidad. El abuelo de Lamia, como nos dice ella, había sido un gran agricultor y su hija heredara podía haber heredado lo que le correspondía a ella y a sus hijos mayores, una cantidad que la habría ayudado a superar sus problemas financieros, sobre todo después de su divorcio. Lamia cuenta que su abuela los boicoteó cuando su madre reclamó su derecho sobre la herencia, porque para ella si una mujer se casa con un hombre, esta pasa a depender de él, siendo el marido quien únicamente tiene que asegurarse de su manutención; la abuela se negaba a compartir con un hombre ajeno a la familia el dinero de la familia.  Lamia espera que la ley sobre el reparto equitativo de la herencia se apruebe y se ratifique, pese a que varias corrientes políticas y populares se hayan opuesto a ella. Para ello es necesario un presidente de personalidad fuerte que la defienda encarnizadamente, después de la gran cantidad de recortes y alteraciones que han sufrido sus artículos.

 

Las esperanzas de Lamia parecen lejos de alcanzarse después de la victoria de Qais Said, en elecciones presidenciales quien se opone al reparto igualitario de la herencia, argumentando que “el texto coránico está claro y no admite interpretación” lo que supone un enorme obstáculo para la aprobación de esa ley.

 

La falta de equidad en el reparto de la herencia no es el único problema de las mujeres tunecinas con el Código del Estatuto Personal. La activista y profesora de derecho Munia Ben Yamie considera que hay una falta de textos legales y lagunas en algunos artículos del Código del Estatuto Personal que obstaculizan que la igualdad entre hombres y mujeres sea una realidad sobre el terreno.

 

Respecto a la custodia, todavía existe discriminación entre el padre y la madre, ya que la custodia se le revisa a la progenitora si se casa con un hombre que no sea pariente sanguíneo del niño. Asimismo, el artículo trece del código otorga al esposo el derecho a obligar a la esposa a consumar el matrimonio (tener relaciones sexuales), si ha pagado la dote. Esto es lo que la mayoría de las organizaciones feministas consideran violación matrimonial, y hay mujeres que se divorcian sin consumar la unión cuando el matrimonio y el divorcio se producen antes de la ceremonia oficial de las nupcias. A esto se une la cuestión de la tutela de los hijos, asunto en el que las organizaciones feministas exigen la tutela compartida. Asimismo, las organizaciones feministas tratan de eliminar la discriminación respecto a la nacionalidad de los niños, ya que una madre tunecina no tiene derecho a otorgar la ciudadanía a sus hijos si se encuentra fuera del país y está casada con un extranjero.

 

El 13 de agosto de 2017, el difunto presidente Qaid Sebsi anunció la derogación del decreto de 1973 que prohibía a las mujeres tunecinas casarse con un hombre no musulmán, una medida que dio a las mujeres tunecinas mayor libertad e independencia. Tras esa resolución, la sociedad se dividió en partidarios y opositores de la nueva medida, tal y como sucedió con la cuestión de la igualdad en el reparto de la herencia, que fue anunciada en la misma fecha en el informe del Comité de Libertades, pero que no se hizo efectiva por varias razones, entre ellas la muerte de Sebsi.

 

Un nuevo panorama político

 

Las últimas elecciones legislativas en Túnez han generado nuevas corrientes políticas, algunas de las cuales son partidos conservadores cuyos diputados son conocidos por sus rígidas posturas en los asuntos de igualdad. El ascenso de estas corrientes en la carrera electoral, ha suscitado preocupación sobre la forma en la que serán tratadas las libertades individuales en los próximos cinco años, ante la falta de declaraciones alentadoras por parte de los dirigentes de esas corrientes.

 

A pesar de los avances logrados por las mujeres tunecinas, estas aún carecen de derechos y sufren discriminación en muchos aspectos, como la custodia, la tutela, el otorgamiento de la nacionalidad a los hijos y la igualdad laboral… Y las preocupaciones de las mujeres aumentan ante el actual Parlamento y sus rígidas tendencias, a lo que añadir la falta de campañas de sensibilización.

 

Entre esas corrientes se encuentra la Coalición Dignidad, la puerta trasera de los islamistas del Movimiento Al Nahda que obtuvo el cuarto lugar en las elecciones y 19 escaños tras las dimisiones, o el Partido Al Rahma  cuyos diputados son conocidos por sus posturas inflexibles y que obtuvo cuatro escaños antes de la renuncia de dos diputados, a los que se suma  el Movimiento Al Nahda, que ya se había opuesto con anterioridad a aprobar el informe del Comité de Derechos y Libertades Individuales.

 

Estos partidos manifiestan abiertamente posturas retrógradas sobre la mujer y las declaraciones de algunos de sus diputados son incluso objeto de chanza para los tunecinos.

 

En el Parlamento, el presidente del Partido Al Rahma, Said al Yaziri, dijo que la mujer que da a luz a un hombre sentía placer sexual, y el diputado de la Coalición Dignidad, Reda al Yawadi, quien acaba de presentar su dimisión, pidió la aplicación del decreto sobre la poligamia a pesar de que esta práctica está prohibida en Túnez desde 1956. Este hombre es el mismo imam que recibió al predicador egipcio Wachdi Gunaim, conocido por su fetua sobre la ablación genital, e incluso fue propuesto por los diputados de su partido como vicepresidente del Comité de Derechos, Libertades y Relaciones Exteriores en la Asamblea de Representantes del Pueblo. Este comité es uno de los nueve comités parlamentarios encargados de estudiar los proyectos de ley y las propuestas relacionadas con las libertades públicas y los derechos humanos.

 

Al Nahda sigue liderando la escena al no haber una fuerza política liberal que rivalice con ella en tamaño lo que ha aumentado los temores a un bloqueo de la trayectoria de igualdad social y de los derechos de las mujeres en Túnez. Cabe destacar que Al Nahda se opuso rotundamente a la ley del reparto igualitario de la herencia que fue considerada por el líder del partido, Abdelfattah Moro, conocido por posturas más moderadas, una amenaza para la unidad tunecina, una “ley peligrosa” y “un proyecto nocivo para el pueblo en la forma que fue presentado”.

 

Temores crecientes

 

Esta nueva etapa preocupa a un buen número de tunecinos, especialmente a las activistas de la sociedad civil que han luchado durante décadas para que las mujeres tuviesen todos sus derechos, y por ello continúan manifestándose, anticipándose a cualquier amenaza posible del nuevo Parlamento. Las activistas trabajan para exigir leyes que equiparen a las mujeres con los hombres y eliminen la discriminación. Y aunque hay leyes que protegen a las mujeres, como la ley contra la violencia de género, en la práctica esa igualdad aún no se ha alcanzado; el índice de desempleo femenino casi duplica las cifras del paro masculino y ha caído el porcentaje de mujeres que ascienden en la administración pública y cuya cifra no supera el 29,7%. A esto se añaden muchas otras cuestiones como la violencia física y verbal, el acoso sexual y la violación.

 

Ben Yamie explica que la ausencia de igualdad en el seno de la familia o en el país hace que los derechos sean insuficientes por la falta de leyes: “Nos enfrentamos a un régimen machista, a una nación y una nacionalidad basadas en la masculinidad cuando las mujeres tunecinas se preparan para celebrar en agosto el 64 aniversario del Código del Estatuto Personal, cuya fecha coincide con la celebración de la Fiesta Nacional de la Mujer”.

 

En cuanto al ejercicio de la política, en el Parlamento no se refleja la equidad estipulada por el Código Electoral, ya que la representación femenina ha disminuido del 36% en la pasada legislatura al 23% en la actual. Asimismo, la representación de las mujeres en el gobierno caído de ocho ministras en 2017 a solo seis (19%).

 

Legislación inapropiada

 

La promulgación del Código del Estatuto Personal fue una decisión política y una opción de modernización que transformó a las mujeres en un elemento activo dentro de la sociedad y las apartó de su dedicación exclusiva a la familia y al esposo. No obstante, la mujer no alcanzó la igualdad absoluta respecto a los hombres como estipulan la Declaración Universal de los Derechos Humanos y otros acuerdos internacionales.

 

La situación de la mujer en Túnez difiere del ámbito rural al urbano. La socióloga Latifa al Tayuri denuncia la violencia económica contra las mujeres como la de las trabajadoras del sector agrario quienes reciben un salario inferior al de los hombres, y además hay trabajos que los hombres no están dispuestos a hacer como por ejemplo la recogida de la aceituna.

 

Según Al Tayuri, en el sector público las mujeres están también discriminadas debido a su afiliación política, lo que representa un nuevo fenómeno social: “Cuando una mujer ocupa un cargo público, es excluida de los puestos de toma de decisiones y es privada de cualquier ascenso debido a su afiliación política. Las mujeres tampoco acceden a las mismas posiciones avanzadas en política que los hombres”.

 

La socióloga lamenta que haya un gran número de leyes importantes que luego no se traducen en la práctica: “Las mujeres no son conscientes de sus derechos y esto se debe, según el análisis sociológico de la personalidad de la mujer tunecina, al trauma que todavía vive como resultado de los cambios sucedidos y que la incapacitarían para salir de la situación en la que vive para llegar a lo garantizado por las leyes”.

 

Al Tayuri añade: “Hemos desarrollado las leyes sin desarrollar la conciencia de las mujeres, un cambio este que también necesita tiempo. Las leyes no han tenido en cuenta los diferentes niveles culturales de las mujeres del país, por lo que no entendemos el significado de género e igualdad. Además, la ausencia de una interpretación psicológica y social de la sociedad tunecina y la falta de estudios sobre las dimensiones de las decisiones y las leyes que se han aprobado provocan una falta de aceptación de esas leyes, y, por consiguiente, no son las leyes lo verdaderamente necesario sino concienciar a las mujeres sobre la importancia de la igualdad.”

 

Según Al Tayuri, hay otro punto más que debe ser analizado: “Un buen número de tunecinos considera que algunas leyes se aprueban a petición de las asociaciones políticas y estas no trasmiten las verdaderas demandas de la sociedad, con la consiguiente incompatibilidad entre las prioridades de las leyes y las prioridades de la sociedad”.

 

A pesar de los grandes avances conseguidos por la mujer tunecina, gracias al Código del Estatuto Civil y otras leyes, sus derechos aún son insuficientes y es discriminada en varios ámbitos de su vida y guarda silencio ante esa injusticia. Por ello, las modificaciones de los textos legales deben ir acompañadas de campañas de concienciación dirigidas a las mujeres de diferentes ámbitos sobre el significado y la importancia de la igualdad, para que esas leyes sean más efectivas.

 

Viñeta de Willis from Tunis

 

Traducido del árabe por Luis Serrano Lora en el marco de un programa de colaboración de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada y la Fundación Al Fanar.

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