Rita Yammal. Al Arabi Al Yadid. 31/12/2021. Traducido por Ibrahim Rifi.

Los libaneses despidieron el 2021 con pesimismo y preocupación y comienzan un nuevo año lleno de dificultades para afrontar las necesidades básicas con unos precios tan altos.  Las advertencias internacionales, incluidas las emitidas por el Banco Mundial en junio de 2021, avisaban de que la crisis económica y financiera del Líbano es considerada como una de las tres crisis más graves del mundo desde el siglo XIX. Una crisis  que se ve acompañada por graves conflictos políticos, la tensión sectaria y la falta de implementación de políticas de reforma y de cambio.

Nayib mira hacia este 2022 con miedo y con la única esperanza de poder migrar a Canadá, donde se encuentra su amigo, quien se trasladó hacia allí hace cuatro meses y le prometió que le ayudaría con la gestión del visado. Otra opción en la que piensa es trabajar en Dubai, donde no ha parado de enviar su curriculum a empresas.

Nayib trabaja como contable en una empresa privada en Beirut, y sufre la codicia de sus propietarios, quienes a pesar de sus grandes beneficios en dólares estadounidenses, pagan a sus trabajadores según el tipo de cambio oficial, es decir, 1507 liras libanesas, un salario que no alcanza ni para llenar el combustible de un coche, según sus palabras a Al Arabi Al Yadid

Visión pesimista

“¿Mi visión sobre el 2022? va a ser peor que el 2021 o el 2020 y todos los años anteriores. Tengo 80 años, he vivido los más dulces y amargos acontecimientos del Líbano, la guerra y la paz, su destrucción y su reconstrucción, y no he vivido nada como el año 2021. Nunca en mi vida había pasado hambre, y hoy estoy hambriento y enfermo, ¿te puedes creer que no hay medicinas en las farmacias? ¡Los hospitales se han convertido en hoteles para gente rica únicamente!” comenta el “tío Yunes” en una de las calles de Yunieh , al norte de Beirut.

Y añade: “Espero que los  jóvenes se revelen o sino vivirán toda su vida como he vivido yo la mía: sin sentir en ningún momento la estabilidad y la tranquilidad mental, para acabar deseando la muerte a medida que me voy haciendo mayor para no vivir humillado en un país donde no hay ninguna garantía para las personas mayores”.

El Líbano, que ha incumplido los pagos de su deuda externa desde finales de 2019, se enfrenta a su peor crisis económica, financiera y monetaria acusada por la pandemia del COVID y la explosión del puerto de Beirut en 2020 y la entrada del país en un vacío de poder tras la pasada dimisión del gobierno presidido por Hassan Diab. Un gobierno que no dio respuesta a los retos a los que se enfrenta el país, fracasó en su intento de frenar el colapso y devaluación de la moneda nacional de un 90%, y no supo traducir sus promesas de reforma, que quedaron en papel mojado. 

En septiembre de 2021, el gobierno de Nayib Mikati ganó popularidad con su lema “Juntos por el rescate” iniciando su mandato con la promesa de “aumentar las ayudas”. Tras cinco reuniones “folklóricas” el gobierno cesó el pasado 12 de octubre por su vinculación con la explosión del puerto de Beirut y el boicot de las sesiones por parte de los ministros de Hezbolá y el Movimiento Amal. Esta situación  ha afectado muy negativamente la relación del Líbano con el Fondo Monetario Internacional. 

El gobierno de Mikati, que camina hacia la dimisión en el año 2022, se ha enfrentado a las sanciones de Arabia Saudí y otros países del Golfo por las declaraciones del Ministro de Comunicación ya dimitido George Kardahi sobre la guerra de Yemen, lo que también ha profundizado el aislamiento del Líbano con respecto a los mercados del Golfo.

La crisis financiera golpea la economía libanesa

La crisis financiera, la más grave de todas las crisis del Líbano, se agudizó en el año 2021 y eso afectó a todo tipo de productos básicos, bienes de consumo, servicios, alimentos y materias primas.

La crisis de los combustibles llegó en 2021 a puntos históricos generalizando eternas filas de espera que se catalogaron como “las colas de la humillación” frente a las gasolineras, a las que acompañaron disturbios y enfrentamientos que acabaron con muertos y heridos en muchas de las zonas. 

La crisis ha abierto las puertas de par en par al mercado negro, donde se ha amasado una gran fortuna gracias a los cortes del gas causados por las decisiones de las autoridades libanesas de retirar las subvenciones a los combustibles como intento de solución a la crisis, sin ofrecer ninguna otra alternativa.

La decisión de retirar subvenciones también se utilizó para resolver la crisis de la escasez de medicamentos, especialmente para los medicamentos de tratamientos de cáncer, psicofármacos y de enfermedades crónicas, lo que ha provocado un aumento significativo de los precios. 

El acceso a los medicamentos se ha convertido en un privilegio único y exclusivo para los ricos. Además, el coste de acceso a los hospitales alcanzó también en el año 2021 su precio máximo histórico, lo que supuso que la salud de los ciudadanos estuviera en serio riesgo. 

De la misma forma, la crisis financiera y económica ha afectado a la educación, un privilegio para la gente rica. El curso escolar de los colegios públicos ha empezado tarde debido al aumento de su demanda. Lo que a su vez ha supuesto el cierre y ha puesto en peligro a un gran número de colegios privados por la incapacidad de pago de las familias de tan desorbitados precios.

La crisis financiera ha golpeado a la mayoría de los sectores económicos y profesionales, entre ellos el de las telecomunicaciones e internet, que también se han visto amenazadas por los cortes de suministro y los altos costes.

El precio de la electricidad ha llegado a su máximo histórico en 2021, especialmente durante el verano, dejando a Líbano en la oscuridad por los altos precios y los prolongados cortes de suministro. 

La falta de suministro ha golpeado a un gran número de empresas, fábricas y hoteles, causando el cierre temporal de muchos de ellos hasta que se encuentren alternativas. Incluso en algunos restaurantes se acepta como pago algo de combustible para poder continuar haciendo funcionar la electricidad con sus generadores. 

Las repercusiones de la crisis económica:  el aumento del número de emigrantes del Líbano

En un informe de la International Information Company publicado en diciembre de 2021 se aseguraba que el coste de llenar la cesta de la compra con los productos más básicos había alcanzado el precio de 2,3 millones de libras, en un estudio que analizaba el impacto de la crisis financiera en los precios de los productos básicos. 

La crisis provocó un aumento significativo en el número de libaneses que salieron del país en busca de trabajo y de una vida con una garantía de los servicios básicos inexistentes en el país como electricidad, agua o salud. 

Según Information International, las cifras indican que el número de emigrantes libaneses desde principios de 2021 hasta mediados de noviembre fue de 77.777 personas, en comparación con las  17.721 personas del año anterior. Destaca también que el Banco Mundial advirtió que el deterioro de los servicios básicos tendría efectos a largo plazo, incluida la migración masiva.

La crisis provocó el cierre de decenas de pequeñas, medianas y grandes empresas, y en consecuencia el despido de decenas de miles de trabajadores. Consecuentemente la tasa de desempleo aumentó hasta casi al 35%. Con unas cifras estimadas de población activa de 1,3 millones de trabajadores, se calcula que el número de desempleados oscila entre 470.000 y 500.000. El Líbano también está presenciando un aumento continuo de la delincuencia según Information International.

Los libaneses aún no han podido acceder a sus depósitos en dólares estadounidenses en su valor real. El Banco Central del Líbano realizó maniobras que aumentan la pérdida de los ahorradores al valor de sus depósitos en dólares. 

Un estudio publicado el pasado mes de septiembre, elaborado por la Comisión Económica y Social para Asia Occidental de las Naciones Unidas (CESPAO) reveló que la pobreza en el Líbano había empeorado drásticamente en un año, afectando aproximadamente al 74% de la población total del país. 

La crisis de los trabajadores migrantes en el Líbano ha llegado a su clímax, y se ha visto acompañada por un aumento de las prácticas de explotación. Las agencias de la ONU han expresado su gran preocupación por el rápido deterioro de las condiciones de vida de los refugiados sirios en Líbano. 

Por otro lado, Líbano fue testigo este año de un gran número de huelgas y manifestaciones, que no dieron ningún resultado. Frente al incumplimiento de promesas de los responsables públicos han proliferado las iniciativas individuales, sobre todo en el ámbito sanitario, donde muchas personas se encargan de proveer a pacientes que se han quedado fuera del acceso a la salud de los medicamentos que necesitan a través de sus propias vías. 

Artículo original en árabe en este enlace

Créditos:

لبنان.. ترحيب قلق بـ2022 بعد عام الانهيار والتقاعس. ريتا الجمّال. العربي الجديد 31/12/2021

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