Raya al Abbasí

Ha fallecido Al Turabi, el sheij Hasán como le llaman sus seguidores, o el doctor Hasán Abdalá al Turabi, uno de los filósofos del siglo XX y el padrino más conocido de los Hermanos Musulmanes en los años 50 del siglo pasado. Era un hombre con estudios e intelectual, licenciado en las mejores universidades: la de Jartum y la Sorbona. Con la noticia de su muerte empezó la dialéctica entre los sudaneses: ¿Nos alegramos por la muerte de una persona injusta o nos entristecemos porque la tradición dice que debe ser así, que hay que ponerse triste ante la muerte, independientemente de quien sea el finado?

(…)

El sheij Hasán fue responsable, de un modo directo o indirecto y a través de sus seguidores, de abrir las puertas de nuestro seguro país a todos los perseguidos por la justicia por delitos de terrorismo (y aquí me refiero al terrorismo real, no a un terrorismo metafórico o engañoso) que llegaron a Sudán, se establecieron allí, se sintieron seguros, y obtuvieron pasaportes diplomáticos que les facilitaron sus movimientos: Osama Ben Laden, Aiman al Dauahiri, Rashed al Gannushi y muchos más. Eso fue en el periodo comprendido entre comienzos y mediados de la década de los noventa. Sudán era el punto de partida del Estado soñado por los islamistas extremistas. Y los sudaneses pagaron un elevado precio por patrocinar ese sueño. Con ello no solo me refiero a las sanciones que sufrieron más los pobres que los ricos, sino a la muerte que visitó casi todos los hogares sudaneses, la muerte que se llevó a nuestros adolescentes, combustible de una guerra yihadista que no querían. Una guerra que comenzó con la bendición del sheij filósofo. (…).

Ayer moría Al Turabi, y era enterrado en un lugar conocido, despedido por un número también conocido. En 1990, un año después del golpe de Estado que él mismo dirigió y de colocar en el poder a Omar al Bashir, fueron ejecutados 28 oficiales y sus familiares siguen exigiendo saber dónde fueron enterrados hasta la fecha.

Lo que hizo Al Turabi, en resumen, fue cambiar la Historia y la geografía de Sudán introduciendo ideas de fuera en una sociedad religiosa y tolerante. (…). Entre nuestras costumbres no estaba la de llamar a la violencia o humillar la dignidad de un ser humano por el mero hecho de ser diferentes. Y nunca habíamos mantenido una guerra yihadista hasta que apareció ese hombre. Él ha muerto, sí, pero su idea importada destructiva y sus mejores alumnos siguen gobernando.

(…)

Si necesita una traducción de este artículo, puede solicitarla en el siguiente correo electrónico: contacto@fundacionalfanar.org

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(Imagen: Al Quds al Arabi)

 

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