Artículo académico de Alejandra Val Cubero, profesora e investigadora en la Universidad Carlos III de Madrid y miembro del comité asesor de Aflam Cinema.

 

«Resumen: La revolución de los jazmines, como se denominó a la revolución árabe en Túnez, se ha llevado a la pantalla desde muy diferentes puntos de vista en los últimos diez años, y ninguna revuelta social anterior ha sido tan mediática tanto dentro como fuera de sus fronteras. Los cineastas de distintas generaciones han recogido el sentimiento de la población tunecina antes, durante y tras los altercados del 17 de diciembre de 2010, en el que el joven Mohamed Bouazizi, vendedor ambulante en la pequeña localidad de Sidi Bouzid, se inmolo tras confiscarle la policía su puesto de frutas, y su muerte desato la revuelta popular en todo el país, y posteriormente en muchos países árabes. Nuestra hipótesis de partida es que el mayor nivel educativo de las mujeres tunecinas, con respecto a otros países de su entorno, el trabajo que desde hace más de cinco décadas han realizado los distintos movimientos de mujeres y asociaciones feministas en Túnez, y el camino emprendido por las directoras pioneras desde los años setenta hasta la actualidad, han sido claves para la contribución activa y comprometida de los directores, pero sobre todo de las directoras de cine, durante este proceso histórico. Directoras y directores que han puesto en el centro de sus obras cinematográficas la participación femenina en la política, en tanto que votantes, pero sobre todo como candidatas, que han documentado la implicación de las mujeres en la sociedad civil, y no han dudado en filmar a las impulsoras socias y militantes de los distintos movimientos de mujeres para que ellas, en primera persona, narraran los avances, las dificultades, y los retos de la sociedad tunecina contemporánea.»

 

Documentales y participación de las mujeres en la revolución política

«La nueva generación de directoras y directores tunecinos que comenzaron a rodar en los albores del siglo XXI encontraron referentes cinematográficos muy importantes en la generación de las pioneras, mujeres nacidas en la década de los cuarenta y cincuenta, que comenzaron a tratar y a filmar las relaciones de genero desde una perspectiva muy novedosa en todo el mundo árabe y en el Magreb en particular. Selma Baccar (léase Bakkar) rodo Fatma 75 (1974, 60’) a la edad de treinta años, un documental que dio pie a toda una serie de obras de corte feminista (Van Der Peer, 2010). En esta obra, una joven estudiante universitaria intenta escribir un ensayo sobre los derechos de las mujeres en Túnez y para ello aborda varios periodos de la historia del país: el primero de 1930-1938 con la creación de la Unión de mujeres tunecinas; el segundo, de 1939 a 1952, periodo que marco la relación entre la lucha nacional por la independencia, y la lucha de las mujeres durante esta conflictiva etapa. Finalmente, el periodo posterior a 1956, año en el que Túnez se independiza de Francia (Val, 2021, p.2). Fatma 75, protagonizada por Jalila Baccar (léase Yalila Bakkar), da la voz a diferentes mujeres de la historia de Túnez, desde Sophonisba, aristócrata cartaginense que lucho contra la invasión de los romanos, a Bouchira Ben Mourad (léase Bushira Ben Murad), líder del movimiento de liberación de las mujeres en Túnez y fundadora de la Unión de mujeres islámicas en 1936 (Val, 2021, p. 2). Fatma 75, pese a estar prohibida en Túnez hasta el año 2005 por incluir temas relativos a la educación sexual, los matrimonios mixtos y la herencia, abrió la caja de Pandora a toda una serie de obras donde directoras como Nejia Ben Mabrouk (léase Neyia Ben Mabruk), Kalthoum Bornaz (léase Jaltum Bornaz) o Moufida Tatli (léase Mufida Tatli) recogieron temas no expuestos por la opinión pública hasta entonces como la violencia contra las mujeres, su participación política y la importancia de la educación femenina. Con la llegada del nuevo siglo, los avances de la tecnología (cámaras y equipos de sonido menos pesados, digitalización en el proceso de filmación y de edición) han permitido rodar documentales más económicos y menos intrusivos. Y como señala el especialista en cine del Magreb Kevin Dwyer «la inmolación de Sidi Bouzid no hizo más que acelerar este tren» (2020, p.234). Por otra parte, la censura y la imposibilidad de criticar la realidad de una manera abierta durante más de sesenta años dieron lugar a que «tras el derrocamiento de Ben Ali surgiera un repunte de este género» (De la Torre-Espinosa, 2014, p. 105).

Los directores de diferentes generaciones, pero principalmente las directoras de cine y la generación más joven, querían contar lo que estaba ocurriendo porque lo consideraban, como así ha sido, de vital importancia para la historia de Túnez y de los países vecinos. Por ello, tras el estallido de la revolución, uno de los temas que más se va a repetir en los documentales realizados a partir de 2011 es la reconstrucción política y más específicamente la participación de las mujeres en la formación de partidos políticos. La paridad política, reclamo de los movimientos feministas desde los años ochenta del siglo XX, fue aprobada tras la revolución de los jazmines, y las listas que no fueran paritarias no pudieron presentarse a las primeras elecciones democráticas del país. El documental Militantes (2012, 78’) de la escritora, profesora y cineasta Sonia Chamkhi (Léase Sonia Chamji), nos lleva a un Túnez posrevolucionario en plena transición política. El documental muestra quienes son las mujeres que por primera vez tras la caída de Ben Ali se presentan como candidatas a la Asamblea Constituyente en las primeras elecciones libres. Sonia Chamkhi entrevista a ocho mujeres muy diversas, de diferentes tendencias ideológicas, pero que comparten varias características: la mayoría nació en los albores de los años cincuenta del siglo XX, y todas han sido mujeres muy comprometidas al participar en asociaciones de mujeres, de derechos humanos o movimientos para la libertad de expresión.

En el documental aparece la abogada Bochra Beljaj Hmida (léase Bushra Beljach Hmida), cofundadora de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas en 1989, diputada de la Asamblea de Túnez en 2014 y miembro del comité ejecutivo del movimiento Nidaa Tounes desde el 2012. Bochra Beljaj Hmida fue la abogada de un caso muy controvertido que ocupo la primera página de todos los medios de comunicación en el año 2012, al defender a una joven violada por tres policías, joven que fue acusada de atentado contra el pudor y paso varios meses en prisión. La valentía de la mujer agredida, el apoyo de su familia y las voces que surgieron entre la población civil criticando abiertamente el proceso lograron liberar a la joven y condenaron a prisión a los policias4. En el documental de Sonia Chamkhi también se entrevista a Radhia Nasraoui, abogada, activista y miembro del Partido Comunista de los Obreros Tunecinos, un partido fundado en 1983 y legalizado el 18 de marzo de 2011; y a Sihem Ben Sedrine, periodista y fundadora del Consejo Nacional para las Libertades en Túnez, creado en 1998. Otra de las voces más destacadas del documental es la feminista y abogada Saida Garrach, que se convertirá en la primera portavoz de la presidencia de la Republica Tunecina entre 2017-2019. Saida Garrach entro en política en el año 2011 de la mano del partido político Nidaa Tounes, y ha sido secretaria general de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas, al igual que la historiadora Latifa Lakdhar (léase Latifa Lajdar), fundadora de dicha Asociación y Ministra de Cultura desde 2015 hasta 2016. Si Sonia Chamkhi retrata a las políticas y militantes nacidas en los cincuenta y sesenta, la americana Jessie Deeter filmo a las mujeres que pertenecen a una generación más joven, la nacida entre los años ochenta y los noventa del siglo XX. A Revolution in Four Seasons (2016, 86’) comienza con las imagenes grabadas por un aficionado durante la inmolación de Mohammed Bouazizi, imágenes que vienen acompañadas de la canción del General – nombre artístico del cantante Hamada Ben Amor– y su Rais Lebled, que se convirtió en uno de los himnos nacionales de la revolución tunecina.

En su letra, el rapero protesta contra la corrupción del entonces presidente Ben Ali destacando la falta de esperanza de una juventud empobrecida.  La directora siguió durante cuatro años los pasos de dos jóvenes mujeres: la bloguera y periodista Emma Ben Jemaa, que aboga por una Túnez democrática y laica; y la política conservadora Jawhara Ettis, perteneciente al partido islamista Ennahda y elegida por la Asamblea Constituyente para debatir y redactar una nueva Constitucion. Ambas representan dos maneras de pensar y de vivir: Emma se declara atea, al contrario que Jawhara, para quien la religión musulmana es fundamental en la definición del nuevo Túnez. Ambas son mujeres jóvenes con mucha determinación, y que quieren lo mejor para las nuevas generaciones. Tanto Emma como Jawhara proceden de clases sociales distintas, más cosmopolita en el caso de la primera y de procedencia rural en el caso de la segunda, aunque las dos se manejan sin problemas en árabe, francés e inglés, idioma este último en el que esta rodado el documental. Durante el rodaje, que duro cuatro años, las dos protagonistas contraen matrimonio, tienen descendencia y deben compaginar su papel público con la maternidad. En el caso de la periodista, aparecen muy claras sus dificultades para compaginar la vida familiar con la participación pública porque su pareja no está muy presente –al implicarse también en un partido político de corte progresista–. En el caso de la familia de Jawhara, y pese a las críticas de muchos miembros de su comunidad, hay varias escenas que muestran la entrega de la joven: durante un pleno en la Asamblea en la que se están debatiendo diferentes leyes, es consciente de la fragilidad del proceso democrático y como ella señala: «yo pienso en el futuro, aunque me pierda cosas en el presente», en clara alusión a los primeros meses de su hija, y en la escena final junto a su marido, este menciona que «su mujer ha estado donde tenía que estar». El documental está estructurado en cuatro partes: El verano de la esperanza (2011), al ser ese año cuando tuvieron lugar las primeras elecciones democráticas y la alegría era patente en los ciudadanos y las ciudadanas que por primera vez iba a votar. El otoño del trabajo (2012) por las complejas negociaciones que tuvieron lugar hasta aprobar la nueva Constitución tras la caída del dictador. El invierno de la desesperación (2013), en la que fueron asesinados los políticos Chokri Belaid y Mohamed Brahmi. Y finalmente La primavera de la democracia (2014), al celebrarse el 26 de octubre de ese mismo año las segundas elecciones nacionales».

 

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