Hasán Nafea, 25/05/2016
Cada vez que el régimen egipcio se enfrenta a una nueva crisis, surgen ruidosas voces que hablan de la conspiración universal que sufre Egipto, sobre todo en los últimos tiempos, después de la catástrofe humanitaria que ha causado la muerte de las 66 personas que viajaban a bordo del avión que despegó en el aeropuerto Charles De Gaulle y cayó en el mar Mediterráneo antes de llegar a El Cairo en unas circunstancias que aún siguen sin estar claras. Se ha dicho que este suceso trágico intenta hacer daño a la relación con Francia, y los amantes de la teoría de la conspiración se han precipitado a vincular este accidente con otros dos sucesos que afectaron a la relación de Egipto con Rusia e Italia: la caída de un avión ruso en el Sinaí tras despegar en Sharm al Sheij y el asesinato del investigador italiano Giulio Regeni tras haber sido torturado (…).
Quienes suelen adoptar esta teoría de la conspiración son los medios de comunicación que hablan en nombre del régimen o promocionan sus políticas, convencidos de ello o por interés. Es una teoría dirigida a la opinión pública local y no a la opinión pública internacional, a quien puede dar risa, y los que la defienden creen que si convencen a muchos ciudadanos, eso ayudará al régimen reduciendo la presión que la realidad ejerce sobre él (…). Lo que esos medios olvidan es que la teoría de la conspiración es un arma de dos filos que de tanto ser repetida puede caer en contradicciones que provoquen el efecto contrario (…).
El régimen egipcio sufre en estos momentos problemas estructurales que podemos resumir así:
1. Políticas poco claras que tal vez se deban a una falta de claridad de la base popular que las apoya a nivel político, social y económico, y que hacen difícil distinguir entre amigos y aliados reales o hipotéticos, por una parte, y enemigos hipotéticos y reales por otra.
2. La seguridad prima sobre la política en el tratamiento de diferentes asuntos y problemas, lo que provoca que el círculo de los enemigos del régimen se amplíe de forma continua. Prueba de ello es que la mayoría de los símbolos que dirigieron la movilización popular del 30 de junio de 2013, concretamente los jóvenes, o quienes se suponen que son un apoyo del régimen, están entre rejas.
3. La confusión de las fuerzas internacionales y regionales y su incapacidad para encontrar una fórmula correcta para una relación equilibrada. Por una parte desean, o se ven obligadas, a tratar con el régimen egipcio porque lo necesitan en la guerra antiterrorista o para hacer frente a nuevos desafíos de la seguridad (que han impuesto cambios en los equilibrios de fuerzas regionales e internacionales) o necesitan su ayuda para buscar un arreglo en el conflicto de Oriente Próximo o incluso para la conservación de los mercados tradicionales de sus productos. Pero por otra parte las políticas represivas del régimen egipcio pueden provocar una nueva desestabilización que ponga sus intereses en peligro.
(…)
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