El ministro de Justicia de Líbano, Ashraf Rifi, ha presentado su dimisión en protesta por la existencia de “un sector armado que domina las decisiones del gobierno”, una acusación clara a Hezbolá que usa al ejecutivo libanés para consolidar el proyecto de su mini-Estado. Rifi concluye el comunicado de su dimisión diciendo que no va a convertirse en un “falso testigo” y que no será una tapadera de “quienes intentan hacerse con el control del Estado y las instituciones”. Dos cuestiones habrían provocado la dimisión del ministro libanés. Por una parte la causa del exministro libanés Michel Samaha, juzgado por planear atentados terroristas en coordinación con aparatos políticos y de seguridad del régimen sirio, y por otra parte está la suspensión por parte de Riad de las ayudas que concede al ejército y a la seguridad de Líbano en respuesta a las posturas hostiles contra el reino del Ministerio de Exteriores libanés.
El frente responsable de esos dos temas (y de la mayoría de las cuestiones políticas y militares de Líbano) es Hezbolá que se impuso al Estado y a Líbano para usarlos en sus decisiones, desde la intervención militar directa en la guerra en Siria a favor del régimen hasta la incorporación orgánica en la ejecución de los planes políticos y militares de Teherán en Yemen, Bahréin e Iraq. Hezbolá no deja de poner trabas a la elección del presidente del país y dirige los detalles cotidianos de los movimientos políticos y de seguridad, y la liberación de Michel Samaha es clara expresión del mapa de la gran influencia del partido en Líbano, en el levante árabe y más allá.
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Viñeta de Amer al Zaabi para aljazeera.net
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