Saad Hayu, ocupación rusa de Siria, 03.10.2016

Rai al Yaum, 10/10/2016

Tras el desplome de entendimiento ruso-estadounidense en Siria y con él el acuerdo del alto el fuego en Alepo antes de una semana, Obama advirtió a Putin del peligro de sus pasos en aumento hacia la reanimación del imperio ruso, heredero de la ex URSS, para convertirlo en una gran potencia.

Obama no habría hecho esas advertencias si no dispusiera de datos de peso sobre ese ascenso militar ruso y si no escuchara los informes de los halcones del Ministerio de Defensa (el Pentágono) que reflejan inquietud por el lugar que ocupa EE. UU. como potencia desde el colapso del mencionado acuerdo sobre Alepo y la posibilidad de que el Consejo de Seguridad Nacional para estudiar cómo responder militarmente al control ruso de Siria.

(…)

Hay dos evoluciones fundamentales que podemos observar actualmente y que confirman que el presidente ruso ha adoptado una nueva estrategia:

  • El anuncio del vicepresidente de Defensa ruso del deseo de su país de convertir la base marina de Tartús (norte de Siria) en una base rusa permanente que sería ampliada desarrollando su capacidad militar y sus infraestructuras.
  • Responsables militares rusos habrían mantenido conversaciones con sus homólogos egipcios sobre el arrendamiento de instalaciones militares, entre ellas una base aérea en la ciudad de Sidi Barrani, en el noroeste de Egipto y cerca de la costa mediterránea. Si hay acuerdo, la base estaría operativa en 2019; hay que recordar que la antigua URSS tuvo facilidades marítimas y aéreas en esa zona hasta 1972, cuando Sadat decidió sacar a los asesores rusos de Egipto para orientarse hacia EE. UU. No sabemos hasta qué punto son ciertas las declaraciones egipcias que niegan esta noticia.

Con todos estos datos podemos entender la política en la crisis siria, los preparativos de Moscú para un enfrentamiento militar con EE. UU. para impedir la caída del régimen, el hecho de que el ministro de Defensa haya amenazado con responder con misiles S-300 a cualquier ataque de las bases del ejército sirio.

La cúpula rusa perdió Oriente Próximo porque engañó a sus aliados al no contener la invasión estadounidense de Iraq en 2003, y perdió su prestigio cuando fue engañada por la administración estadounidense cuando arrancó al Consejo de Seguridad una resolución para proteger a los civiles libios que luego se utilizó para cambiar al régimen. Por eso ahora Moscú quiere cambiar esa imagen, recuperar la confianza de sus aliados en la zona, o los que aún queden, a través de la victoria del aliado ruso en cuya trinchera se mantiene al precio que sea.

La votación del representante permanente de Egipto en la ONU a favor del proyecto de resolución rusa en el Consejo de Seguridad junto a China y Venezuela, generando el descontento del aliado y financiador de El Cairo, es decir, de Arabia Saudí, se ha producido en un contexto de acercamiento ruso-egipcio acelerado y de deseo de las autoridades egipcias de dar un vuelco a la alianza con EE. UU. como hiciera Sadat con Rusia en 1972.

EE. UU. ha perdido la región con sus intervenciones militares que han desintegrado Estados o los han convertido en Estados fallidos, también propiciando un caldo de cultivo para los grupos yihadistas en Siria, Iraq, Libia, Yemen, Somalia y Afganistán. Y ahí está Moscú, sacando partido de esas políticas erróneas para volver con paso firme a la zona.

Siria va a ser el ring del combate principal entre esas dos superpotencias y por los primeros rounds podemos decir que Putin va ganando.

 

Viñeta de Saad Hayu

 

Entradas recomendadas

Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *