Jonathan Guyer

 

PRI, 9/5/2018

 

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Partidarios del presidente egipcio, Abdelfattah al Sisi, celebran en la Plaza Tahrir de El Cairo los resultados de las elecciones del 2 de abril de 2018. Al Sisi obtuvo el 97% de los votos, prácticamente sin contrincantes.

 

Veinte policías egipcios vestidos de paisano irrumpieron en la casa de un joven youtuber en las afueras de El Cairo el domingo por la mañana. Las autoridades se llevaron al joven Shadi Abu Zeid y le confiscaron ordenadores, dispositivos electrónicos y dinero. Pero no se lo llevaron a la comisaría ni a un juzgado civil. No se supo nada de él hasta el lunes por la noche, cuando su hermana informó de que había aparecido en una vista ante el fiscal para la Seguridad del Estado en El Cairo.

 

Las autoridades egipcias todavía no han hecho públicos los cargos a los que se enfrenta Abu Zeid, conocido por su canal de YouTube. Los expertos afirman que es probable que sea juzgado según las leyes antiterroristas de 2015, que se están utilizando de forma indiscriminada contra los disidentes. La Embajada egipcia en EE.UU., que el lunes publicó dos informes sobre política monetaria, se ha negado reiteradamente a comentar el asunto.

 

“No se trata de un caso aislado y no tiene que ver con la sátira” explica Nancy Okail, directora ejecutiva del Tahrir Institute for Middle East Policy, con base en El Cairo. Uno podría argumentar que la principal diferencia entre Abu Zeid y los millares de personas actualmente detenidas en las cárceles egipcias es que al menos sabemos el nombre del youtuber.

 

Las organizaciones egipcias de derechos humanos se han enfrentado a obstáculos a la hora de informar acerca del uso que hacen las autoridades de los fiscales de la seguridad nacional y la detención preventiva. En 2017 se documentaron más de 1.286 casos de desapariciones forzosas, según Nadeem Center. El centro afirma que las autoridades egipcias hacen desaparecer una media de tres personas al día.

 

Al mismo tiempo los medios egipcios están perdiendo poder, según Okail: “El verdadero objetivo del gobierno es ser el único capaz de proponer una narrativa para Egipto, ya sea seria o satírica, incluyendo los programas de entretenimiento o sociales durante el Ramadán”. Los servicios de inteligencia egipcios han utilizado un fondo de capital privado para comprar todos los medios de comunicación, como ya informaba la web de noticias Mada Masr.

 

De ahí que no sea extraño que las alabanzas a la labor del presidente Al Sisi sean una constante de la programación televisiva del país. Apenas hay oposición a la autoridad de Al Sisi y cuando la hay es castigada. Cuando el ex general Al Sisi fue reelegido el mes pasado, su único contrincante era un títere y todo el proceso estaba amañado a su favor. Sin embargo, los medios egipcios aplaudieron el proceso y el presidente de EE.UU., Donald Trump, felicitó a Al Sisi sin hacer referencia a las decenas de miles de presos políticos, entre ellos veinticinco periodistas actualmente encarcelados; tan solo este año, los fiscales de la Seguridad del Estado han acusado a cinco periodistas de distribuir noticias falsas.

 

El propio Abu Zeid se hizo famoso en el país con un vídeo viral en el que inflaba lo que parecían globos, pero que realmente eran condones, que regalaba a las fuerzas de seguridad que estaban vigilando la plaza Tahrir en el sexto aniversario de la revolución egipcia.

 

Hacer comedia en la televisión egipcia es cada vez más difícil. Este año, un canal canceló la versión árabe del programa de comedia estadounidense Saturday Night Live. Los guionistas sabían que, en el Egipto de Al Sisi no podían bromear sobre política ni religión, así que solo les quedaban las bromas sobre sexo. Sin embargo, las autoridades decidieron que también los chistes salaces excedían los límites de lo correcto.

 

Otro caso es Abla Fahita, una marioneta que protagonizaba un programa de televisión que empezó en 2010, y que llamó a muchos egipcios a la agitación. En 2014, la marioneta fue acusada de pertenecer a los Hermanos Musulmanes y, más recientemente, escandalizó a la audiencia con un anuncio provocativo que causó la supresión del programa en 2016.

 

Abu Zeid trabajó para el programa, entrevistando a la gente de la calle acerca de sus opiniones sobre diferentes temas. También hace performances públicas que después sube a su canal de YouTube, que cuenta con más de 15.000 seguidores. En uno de los gags, empieza a hablar con acosadores por la calle para luego romperles un huevo en el hombro.

 

El Comité para la Protección de los Periodistas no suele emitir comunicados sobre humoristas. Sin embargo, Sherif Mansur, dice que pueden tratar el caso de Abu Zeid ya que realizaba entrevistas. “Su programa y otros similares están expandiendo los límites” explica, y opina que el arresto es parte del “intento del gobierno militar egipcio para restaurar el miedo que se rompió tras la caída de Mubarak en 2011, y que se basó en parte en la sátira.”

 

En otro de los vídeos de Abu Zeid, de noviembre de 2017, dos hombres aparecen en un estudio bastante pobre para grabar una entrevista. El cortometraje se llama “una conversación muy normal que no puede ser mostrada”. Es difícil entender lo que dicen tanto el entrevistador como el entrevistado. No se ven los ojos de uno de los dos y la mitad de las frases están sustituidas por pitidos (“Mira, la censura es *pitido*”). Incluso el gato que se da una vuelta por el plató aparece censurado.

 

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Publicar vídeos que se burlan de la censura en la televisión egipcia es peligroso. Buzzfeed ha informado de que las autoridades egipcias han obtenido tecnología de vigilancia avanzada que les permite seguir a usuarios en las redes sociales y aplicaciones de comunicación. Pero aunque sea arriesgado, muchos humoristas siguen publicando contenidos irreverentes.

 

Islam Gawish, un caricaturista que juega con los memes y la cultura pop egipcia, está alarmado por la detención de Abu Zeid. Gawish también fue detenido en 2016, solo una noche, pero lo suficiente para que se oyese un grito internacional de solidaridad. Ilustrador prolífico, es hombre de pocas palabras. Cuando le preguntamos acerca de Abu Zeid, dijo: “Creo que es incomprensible.”

 

Para Okail, Tahrir Institute, la situación está clara: “Cualquiera que parezca tener una línea independiente, sea cual sea, y consiga un mínimo de seguidores, se convierte en una amenaza.”

 

Jonathan Guyer es mimebro del Radcliffe Institute for Advanced Study de la Universidad de Harvard y editor colaborador de la Cairo Review of Global Affairs.

 

Traducido del inglés por Leandro James Español Lyons en el marco de un programa de colaboración de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada y la Fundación Al Fanar.

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