Amer Ali

 

Mada Masr, 01/02/2018

Taher Al Moatazbil-lá

 

Cuando Jáled Ali anunció la retirada de su candidatura tras la detención de Sami Anán, los medios de comunicación egipcios comenzaron a echarle en cara la oposición egipcia su incapacidad para ofrecer una candidatura alternativa capaz de competir en la carrera de las próximas elecciones presidenciales.

 

A los medios no les interesa, claro está, que haya una democracia verdadera en Egipto sino garantizar que no triunfe el llamamiento al boicot de las presidenciales, que podría conseguir que no haya un número suficiente de votantes en los centros electorales el próximo mes de junio.

 

Por su parte, los partidarios del régimen han lanzado un contraataque contra este llamamiento al boicot que pretende destapar la farsa democrática, y dicen que el presidente no debe apurarse si se presenta en solitario a las elecciones, ya que no es responsabilidad suya encontrar quienes compitan con él. E incluso quienes desean un cambio y no están necesariamente politizados creen que la permanencia del régimen está justificada al no haber otra alternativa.

 

Este artículo pretende aclarar por qué no hay alternativa, cómo el régimen ha diseñado la vida política para garantizar que no haya una alternativa potencial que pueda hacerle la competencia, incluso si gobierna, por los siglos de los siglos o hasta que Dios quiera.

 

La primera razón por la que no hay alternativa: la represión. Desde 2013 el número de presos políticos en Egipto se ha situado en cifras sin precedentes, y algunas fuentes hablan de 60.000 presos de conciencia. En las cárceles no solo hay miembros de los Hermanos Musulmanes, cuya organización ha sido etiquetada como terrorista para perseguirles a todos al margen de su responsabilidad penal, sino también miembros de la cúpula de partidos políticos y organizaciones juveniles que operaban sobre el terreno amén de meros ciudadanos que dieron su opinión en Facebook.

 

Además han aumentado las desapariciones forzosas, un eufemismo para referirse a quienes son secuestrados por las fuerzas de seguridad que no avisan a sus familias de su paradero, y así también animan a los demás a que “eduquen” a sus hijos a caminar pegados a la pared para no verse obligados luego a buscarlos en las cárceles. Entre 2013 y 2017 han desaparecido 5.500 personas en Egipto, lo que es un mensaje claro del régimen: quien salga la calle a manifestarse o a organizarse, lo pagará caro porque la calle ya no le pertenece. ¿Cómo es posible que surja una alternativa capaz de ganarse la confianza de la gente si ni siquiera puede salir a la calle?

 

La segunda razón es el asesinato moral. Si aparece un alternativa que burla la represión, se la asesina desde un punto de vista moral para garantizar que no va a ganarse la confianza de la gente; y para ello se hacen correr los rumores que la desprestigian, o se filtran llamadas de teléfono personales o secuencias de videos subidas de tono perdiendo así el respeto de una calle egipcia, religiosa por naturaleza que al parecer solo simpatiza con los ángeles bajados del cielo.

(…)

 

La tercera razón es la prohibición de la política dentro de la universidad (…) y la cuarta la falta de confianza.

(…)

 

Viñeta de Amer Salim para Al Masri al Yaum

 

Si necesita una traducción íntegra de esta entrevista, puede solicitarla en el siguiente correo electrónico: contacto@fundacionalfanar.org

Pueden consultar más de 170.000 artículos de prensa árabe en español en el Fondo documental Al Fanar

 

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