Amani al Senuar
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La presencia de 40.000 refugiados en Grecia desde hace unos días a los que no se les aplica las medidas de deportación a Turquía, hace dudar de la capacidad de la UE para acoger voluntariamente a más refugiados de fuera de sus fronteras cuando es incapaz de zanjar el destino de los que ya se encuentran dentro de ellas. Hay que recordar que la UE no ha fijado una fecha para empezar a nacionalizar a los refugiados sirios de Turquía en lo que se conoce como el “plan de aceptación humanitaria voluntaria” aunque el acuerdo señala que empezará a funcionar cuando cese la emigración no regulada o al menos experimente una caída tangible y continua.
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Hay una deficiencia clara en las herramientas y garantías necesarias para frenar la emigración clandestina como además parece descartada la eliminación del visado Schengen a los turcos en un momento determinado no solo por las dificultades de Ankara para aclimatarse a las normas restantes sino también porque los artículos del acuerdo son muy formales y permiten a Europa evitar sus compromisos con los turcos.
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El acuerdo de la UE-Turquía sobre los refugiados contradice muchos principios internacionales que tienen que ver con el derecho de esa población y que criminalizan la deportación de esas personas a zonas no consideradas seguras para quienes demandan asilo, y Turquía es una de ellas porque no dispone de mecanismos para dar refugio a los ciudadanos del tercer mundo.
Si nos detenemos en los detalles de ese acuerdo descubrimos una deficiencia de mecanismos y avales que le permitan cumplir su objetivo que no es otro que frenar la emigración clandestina (…).
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Viñeta de Hasan Bleibel
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