Los documentales árabes se han convertido una auténtica forma artística, gracias a cineastas y líderes del sector que han impulsado este formato

 

Diana El Jeiroudi

Diana El Jeiroudi es la directora de Dox Box, una ONG que promueve el documental árabe (foto cortesía de Dox Box)

 

Joseph Fahim

 

Middle East Eye, 13/04/ 2018

 

Durante la mayor parte del siglo XX, el documental árabe estuvo estancado. Inicialmente concebidos como un vehículo para transmitir información, los primeros documentales árabes eran todo contenido sin estilo. Se podían clasificar en propaganda estatal, campañas de concienciación y clases de historia.

 

Su mensaje era siempre manifiesto y directo, sus formas rígidas y rancias. Durante mucho tiempo, en el mundo árabe el cine documental fue considerado y tratado como un medio artístico de segunda. Contaban con presupuestos ínfimos, solo se emitía en los programas culturales de la televisión y sus audiencias eran insignificantes.

 

El ascenso del cine de no-ficción

 

La evolución del documental árabe comenzó a finales de los 90, cuando surgieron las televisiones árabes por satélite, con Al Yazira al frente. Estas cadenas, con presupuestos considerables y grandes audiencias, dieron pie a la aparición de una generación de directores de cine documental en la región.

 

Los contenidos se acercaron a temas más controvertidos, con una sensación de actualidad más marcada. También se exploró en mayor profundidad la relación entre el documentalista y los sujetos.

 

Sin embargo, no fue hasta la llegada de los festivales del golfo (Dubái y más tarde Abu Dabi y Doha) a principios de siglo que el documental árabe se convirtió en un formato artístico de primera línea, con una audiencia que no deja de batir récords año tras año.

 

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Los cineastas empezaron a forzar el género, formal y narrativamente, y comenzaron a contar historias más personales, con una intimidad impresionante, nunca antes vista.

 

Una de los engranajes más importantes de esta eclosión del documental árabe es Dox Box, un festival de cine documental cuya primera edición se celebró en 2007 y que se convirtió rápidamente en uno de los eventos más importantes de este tipo en Oriente Próximo, con debates y sesiones de preguntas con los directores y productores, además de sesiones gratuitas en diferentes ciudades sirias, como Tartús, Homs o Damasco.

 

La oferta del festival atraía tanto al público general como a los profesionales del sector. Se planeó crear un espacio en el que los documentalistas pudieran charlar con productores de todo el mundo y buscar financiación para sus proyectos. Debido a la guerra de Siria, la última edición se celebró en 2012.

 

Dox Box, el laboratorio

 

En 2014, Dox Box resucitó convertido en Dox Box Association, una ONG basada en Berlín (Alemania) que ofrece programas de residencias artísticas a cineastas árabes exiliados, además de programas de edición y sesiones de asesoramiento. En los últimos cuatro años se ha convertido en uno de los más importantes promotores del documental árabe.

 

La última iniciativa de Dox Box es también la más ambiciosa: una convención del documental árabe del 12 al 14 de abril de este año en Leipzig (Alemania).

 

Organizan la convención Dox Box y la Arab Fund for Arts and Culture (AFAC). También participan Dok Leipzig, uno de los más importantes festivales de cine documental, IDFA Bertha y Sundance. La convención euro árabe del documental unirá a documentalistas con profesionales influyentes del sector.

 

Los productores, cineastas, distribuidores, académicos y organizadores de festivales de todo el mundo llegarán a la ciudad sajona para debatir algunos de los temas más importantes relacionados con los documentales árabes hoy en día entre los que se encuentran los medios de distribución alternativos, los desafíos de la coproducción y la influencia de la tradición documental árabe.

 

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Como explica Diana El Jeiroudi, directora de Dox Box, la necesidad de un evento de estas características no podría ser mayor: “El público está cada vez más interesado en la realidad; tanto en la suya como en la de los demás. Le interesa los formatos narrativos creativos que ofrece el cine para entender un mundo complejo que cambia rapidísimamente”.

 

Según El Jeiroudi, el interés que suscita el documental está en su punto álgido, no solo en el mundo árabe sino en el mundo entero. Algunos de los grandes éxitos del cine árabe reciente han sido documentales: A Present from the Past (Un regalo del pasado), de la egipcia Kuthar Yunis, la película más taquillera en el único cine independiente egipcio, Zawya, muestra cómo el padre de la directora busca un amor de juventud en Italia; Ghost Hunting (caza de fantasmas) del director palestino Raed Andoni ganó el premio al mejor documental en 2017 el Festival de Cine de Berlín recreando el centro de interrogatorios Moskobiya de Jerusalén; Zaineb hates the snow (Zaineb odia la nieve), rodada a lo largo de seis años por la tunecina Kaouther Ben Hania, fue premiada como mejor película en el festival de Cartago de 2016 y cuenta cómo Zaineb, una chica tunecina, llega a la madurez.

 

Zaineb hates snow

 

“Durante décadas, las películas se han utilizado como herramientas de propaganda por parte de los Estados, las corporaciones y las grandes ideologías. En este nuevo milenio, el formato documental ha retomado el cine y se lo ha devuelto a los artistas, en especial a los artistas independientes que hoy en día pueden documentar sus realidades y ofrecer sus vivencias y narrativas liberadas de lo que solía ser el único marco posible: el que imponían las corporaciones y los Estados” aclara El Jeiroudi.

 

No obstante, el aumento de popularidad del género no ha estado libre de pecado. Cada vez hay mayor preocupación por la explotación y representación en los documentales árabes. Un creciente número de películas que exhiben las vidas de jóvenes árabes a un público internacional burgués ha puesto en tela de juicio la integridad de algunos directores árabes.

 

Entre los muchos temas tratados en la convención, el de la ética del documentalista es tal vez el de mayor importancia ahora mismo. “Las películas son criaturas del intelecto, artefactos humanos y, como las otras producciones artísticas, están abiertas a la interpretación e incluso a la manipulación” afirma El Jeiroudi. “Algunas películas pueden incluso tener un impacto totalmente diferente en función del contexto en el que se proyectan”.

 

 Moldear el sistema

 

Las exigencias de la financiación y la coproducción son otros factores clave que influyen tanto en la elección de los temas como en la forma en la que estos son tratados. Los cineastas que logran mayor éxito son aquellos que consiguen moldear el sistema: no se salen de los límites impuestos pero tampoco renuncian a su visión. Sin embargo, son muchos los que no. Los resultados van desde las buenas intenciones con pésimo resultado hasta documentales simplistas y manipuladores.

 

“Es un hecho que los países con una estructura de distribución y una industria del cine más débiles buscan apoyo de los países que tienen estructuras más sólidas. Esto afecta a todo el proceso de producción de películas” añade El Jeiroudi.

 

“La coproducción y la financiación es una necesidad económica de toda obra artística en el mundo actual. Se trata de un desafío común a todas las industrias creativas. Algunos proveedores de contenido y cineastas han podido moverse en este ámbito complejo y sacar a relucir sus historias con voces artísticas orgánicas y únicas, además de disfrutar de mayores oportunidades y un espacio de maniobra más amplio.”

 

Sin embargo, añade que “también ha habido algunas malas experiencias, donde ni directores, ni narradores, ni productores han sido capaces de dar forma autóctona y orgánica a su historia. La tentación del éxito era mucho más importante para ellos que el encontrar su propia voz.”

 

El cine árabe continúa plagado de una inconsistencia inexplicable. Encadena épocas malas cada pocos años y no sabe apoyarse en los éxitos anteriores. Sin embargo, una cosa está clarísima: los documentales árabes mejoran año tras año.

 

Las pruebas de este éxito incluyen largometrajes premiados como Homeland (Iraq Year Zero) (Patria: Irak año cero), de Abbas Fahdel, una crónica sobre el día a día antes y después de la invasión estadounidense; 12 Angry Lebanese (12 Libaneses sin piedad), de Zeina Daccache, una adaptación de la obra de Reginald Rose 12 Hombres sin Piedad interpretada por presos libaneses; The Wanted 18 (18 En búsqueda y captura), de Amer Shomali y Paul Cowan, un largometraje de animación que recoge el esfuerzo de unos palestinos de la pequeña ciudad de Beit Sahur para montar una modesta empresa de lácteos durante la primera intifada.

 

Formas innovadoras

 

“En los últimos años, el documental árabe se ha reinventado con algunos documentales sobresalientes que han logrado sorprender tanto al público local como al internacional, gracias a su nuevo acercamiento al medio, a su narrativa cautivadora y sus formas innovadoras” afirma El Jeiroudi quien cree que “Hoy en día, estas películas se utilizan para la enseñanza y contribuyen a la expansión de todo el género globalmente”.

 

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Además de con AFAC y Dok Leipzig, Dox Box colabora con la fundación holandesa IDFA Bertha y con la fundación estadounidense Sundance Documentary para organizar esta convención. Aunque este año el foco se sitúe en la relación entre el mundo árabe y Europa, El Jeiroudi y su equipo esperan que en próximas ediciones el ámbito se amplíe al mundo entero.

 

“Esperamos que la primera edición establezca las normas para debates e intercambios a largo plazo, que puedan ser dirigidos por los actores de la industria internacional” declara El Jeiroudi. “Esperamos crear un lobby y punto de referencia para el desarrollo del documental en general”.

 

Traducido del inglés por Leandro James Español Lyons en el marco de un programa de colaboración de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada y la Fundación Al Fanar.

 

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