Abdelbari Atuán

Rai al Yaum, 15/06/2017

 

Después de anunciar ayer, 14 de junio,  el acuerdo en virtud del que EE.UU. vende 36 aviones F-5 a Qatar en la sede del Pentágono, podemos hablar de un avance significativo en la crisis del Golfo y una disminución de las posibilidades del enfrentamiento militar. No obstante, el fin del bloqueo y la reapertura de los espacios aéreos necesitan un poco de tiempo.

 

El presidente Donald Trump fue el principal impulsor del estallido de esa crisis e hizo uso de la coalición de Arabia Saudí, EAU, Bahréin y Egipto como herramienta de presión para aterrorizar a Qatar y someterla a las demandas estadounidenses; así pues, la obligó a pagar la «yizia» o impuesto en forma de transacciones de armas e inversiones en las infraestructuras estadounidenses, exactamente igual que a su hermana mayor, Arabia Saudí. No sabemos si esa coalición cuatripartita tenía conocimiento de las intenciones estadounidenses o fue utilizada con su propia aprobación.

 

Una vez firmado el acuerdo y de que Washington se haya garantizado los 12.000 millones de dólares en concepto de primer pago, se empezó a hablar de distensión y volvieron a intervenir numerosos mediadores.

 

El valor real del acuerdo llega a los 21.100 millones de dólares e incluye 72 aviones. Según la empresa Boeing se trata de «un acuerdo muy importante para mantener las líneas de producción de ese tipo de aviones y crear 60.000 puestos de trabajo en 42 Estados norteamericanos». Eso quiere decir que sin ella hubiese cesado la producción, así que hay que dar las «gracias a los árabes».

 

«Qatar tiene una larga tradición de apoyo al terrorismo a alto nivel y debe ser castigada» o «el aislamiento de Qatar es el principio del fin del terrorismo» son tuits que el presidente Trump publicó hace unos días y que se han “evaporado” totalmente para ser sustituidos por otros que elogian a Qatar como aliado fuerte de EE.UU., o insisten en que el acuerdo de los aviones es un paso importante hacia «el reforzamiento de la colaboración estratégica y de seguridad entre los dos países». Los árabes son piezas de ajedrez que el jugador estadounidense mueve con habilidad en el momento y la dirección que desee. Horas después de la firma del acuerdo por James Mattis (secretario de Defensa de los EE.UU) y su homólogo qatarí, Jáled al Atiya, EE.UU ordenó la partida de dos buques de guerra hacia el puerto Hamad, al sur de Doha en un gesto que confirma que EE.UU no renunciará a Qatar.

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