Amer Ali

Viñeta de Amer Selim

 

Artículo de Jonathan Guyer

 

The Century Foundation, Mayo 2017

 

Los dibujantes egipcios han creado espacios de oposición política (impresos y en línea) para desafiar la represión que practica el Estado contra los movimientos de la oposición, las protestas públicas y la libertad de expresión. Tras el análisis de dibujos y entrevistas con los artistas, este capítulo demuestra que los dibujantes han atravesado las líneas rojas del discurso aceptable forjando alternativas y desafiando la censura oficial. En ausencia de espacios tradicionales para expresarse libremente y oponerse a la política, los dibujantes se sirven de las vanguardias para traspasar los límites y abrir oportunidades de crítica al autoritarismo y a los abusos de poder que ejerce el Estado.

 

¿Qué sentido tiene hacer dibujos vanguardistas si los límites cambian constantemente? Los pasados cinco años trajeron consigo considerables cambios políticos en Oriente Medio y en el Norte de África y cada nuevo régimen o política afectaba a las consideraciones de los dibujantes. La exploración de esos límites cambiantes es una tarea complicada pero fundamental para la independencia del trabajo diario del dibujante. Las diferentes fuerzas políticas redibujan constantemente las líneas rojas, lo que hace que cambien las consideraciones personales de los dibujantes y sus preferencias políticas. Los dibujantes que rebasan los límites se arriesgan a sufrir denuncias, amenazas y, con menos frecuencia, ataques violentos. Mas, contradictoriamente, esas limitaciones alientan la rebeldía creativa.

 

Desde las revueltas de 2011, una nueva generación de dibujantes de cómics árabes desarrollaron sus carreras profesionales rebasando barreras y destrozando las ideas establecidas. Clandestinos, vanguardistas y atrevidos, esos artistas empezaron a crear colecciones horizontales de cómics que rompían constantemente con los tabúes. Sus publicaciones reflejaban el espíritu de la insurrección frente al inmovilismo político.

 

Qandil

 

Viñeta de Qandil: «Seguro que tengo razón, ¿Verdad?»

 

Es una tarea ardua en el contexto de la política del vacío que domina al Egipto contemporáneo, puesto que la gran mayoría de columnistas y locutores bailan al ritmo de la música del gobierno. Aun así, un grupo de dibujantes independientes han conseguido crear un discurso político dinámico gracias a su colaboración en los periódicos de gran tirada y en las recién establecidas publicaciones de cómics alternativos. Con una rica tradición que se remonta a más de un siglo, la forma del cómic político en sí es significante en Egipto. Los encontramos principalmente en la prensa local, cuyas caricaturas aparecen a menudo en las portadas de los periódicos y de las revistas; algunas publicaciones recogen más de media docena por edición. De ahí que la audiencia de los dibujantes egipcios sea superior a la de los estadounidenses. Asimismo, los nuevos cómics o «zines» han tenido mucha influencia. Si bien solo fueron impresas unas tiradas limitadas de esos cómics alternativos, consiguieron convocar eficazmente a una audiencia con espíritu crítico a eventos públicos y, al mismo tiempo, lanzaron otras publicaciones afines (impresas y en línea).

 

La labor de los dibujantes egipcios es aún más interesante con el telón de fondo del régimen de Abdelfatah al Sisi, cuyo autoritarismo estatal tan extremo hizo que las prisiones estén superpobladas y los tribunales militares hayan condenado a miles de civiles. Por lo menos veintitrés periodistas están en prisión por acusaciones como las de «divulgar noticias falsas» o «insultar a las instituciones del Estado». Las manifestaciones públicas son ilegales (según una ley promulgada en octubre de 2013); a muchos activistas y periodistas importantes se les ha prohibido salir del país y organizaciones no gubernamentales (ONG) de todas las esferas han sido cerradas. La tragedia que ocasionaron las autoridades en las cafeterías del centro (conocidas como lugares de reunión de los activistas) y las supuestamente arbitrarias incursiones de apartamentos suscitaron las dudas sobre todos los participantes en la esfera pública. Expresarse desde el punto de vista de la oposición es realmente arriesgado; sin embargo, eso apenas ha disuadido a los dibujantes. Ya sea en periódicos o en revistas alternativas, esos dibujantes han nacido como críticos hábiles de la política y de la sociedad; han sido los vocales de la oposición ante el espectro del conformismo. Resulta curioso que hayan logrado ganar un terrero más amplio que otros agentes mediáticos en la elaboración de un discurso crítico.Dado su poder para agitar a las autoridades, los dibujos y los cómics siguen siendo la brújula informal que guía a las siempre cambiantes líneas rojas de lo permitido; eso sí, la relación entre las líneas rojas y el humor no tiene por qué ser necesariamente directa. No es casualidad que los dibujos más graciosos sean los que rozan las leyes y las normas que restringen la libertad de expresión. El humor tiene una relación simbiótica con la censura; cuando los dibujantes rompen las reglas o se acercan a ellas el resultado es siempre una risa. Cuando abrazan a las reglas y a los poderes que las sustentan, lo que vemos no es más que propaganda. Tras un examen minucioso de los cómics contemporáneos y una conversación con sus creadores, podemos decir que en las últimas décadas hay dos tendencias predominantes en Egipto. La primera es la tolerancia tácita del Estado a los simbólicos y satíricos ataques a la autoridad (sobre todo, mediante caricaturas).

 

Mientras que a los escritores satíricos egipcios los tentaba siempre la idea de burlarse de los presidentes, los dibujantes comenzaron a caricaturizar a Hosni Mubarak (presidente desde 1981 hasta 2011) con la creación del periódico egipcio independiente Al-Dustour en 2005. A partir de ahí, las líneas rojas de lo aceptable han ido cambiando a lo largo de los regímenes posteriores a la revolución y al golpe de estado; si bien los dibujantes que caricaturizaron a Mubarak dejaron una huella indeleble en la esfera pública. Desde el golpe de estado de Al Sisi en 2013 contra Mohamed Morsi (presidente electo en 2012), las autoridades intentaron abolir la oposición, sobre todo las críticas contra Al Sisi (que se convirtió en presidente en junio de 2014). No obstante, las innumerables burlas sobre el presidente han resistido a la represión. La difusión en línea ha ayudado, pero la barrera del miedo ha sido destrozada fundamentalmente gracias a los experimentos creativos que surgieron hace una década.

 

El segundo cambio fundamental fue el aumento de las publicaciones de cómics para adultos, que empezó en 2008 con la críticamente aclamada y rápidamente prohibida novela gráfica, Metro, seguida en 2011 de Tok Tok, que nació como revista de cómics alternativa. Para distinguir a esa nueva generación de dibujantes de Oriente Medio y el Norte de África, los voy a llamar informalmente Mad Cartoonists (Dibujantes locos). Son «locos» en varios sentidos: por su influencia por el estilo de las Mad-magazine comics; por su enfado con el statu quo; y por desafiar locamente las leyes y las normas. Este artículo se centrará en la labor de los dibujantes egipcios (ya que la región de Oriente Medio y el Norte de África cuenta con bastantes creadores de cómics alternativos) para explorar su trabajo dentro de esos espacios limitados. Hay que señalar que los artistas egipcios son solo una parte de una tendencia de cómics alternativos mucho más amplia en la región, que crea vínculos que profundizan su trabajo por medio de reuniones y publicaciones internacionales. Aunque sean amigos y partidarios los unos de los otros, los «caricaturistas locos» están muy lejos de formar un movimiento político. De hecho, gran parte de su trabajo carece de mensajes políticos abiertos; no son afines a ningún partido o movimiento ni obedecen a prescripciones políticas. Pero en el actual clima político tiránico, el radicalismo —o la mera discrepancia u oposición política— se reflejan de diversas maneras, inclusive la estética compartida o el compromiso con la independencia.

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