elecciones jordanas

Bassam al Badarín

Al Quds al Arabi, 21/09/2016

En las elecciones jordanas se ha producido una intervención oficial, no importa su tamaño ni su forma, del mismo modo que ha estado presente el dinero político. Y aunque esto no puede ser demostrado ni es posible aportar pruebas, quienes tienen un olfato especial pueden olerlo, sentirlo. De todos modos, esto no es un examen de la transparencia que hacemos al cierre de las urnas en uno de los procesos electorales más extraños imaginables.

Yo aconsejé al presidente de la Comisión Electoral Independientes, el hombre de izquierdas Jáled Kalaldeh, que como médico pusiera a salvo su caja torácica y evitara seguir dándose golpes como si sus manos y puños fueran el aval esencial de la trasparencia de las elecciones. Por una razón u otra desoyó mis consejos y estuvo todo el tiempo arrinconado entre tres ángulos de violenta presión. Por una parte estaba la voluntad de las instituciones de celebrar unas elecciones limpias y por otro, el deseo de algunas partes a nivel ejecutivo de impedir esa transparencia a la que consideran una amenaza para el país, sus súbditos, el Estado y el poder. El tercer ángulo era un ángulo personal y psicológico cerrado que tenía que ver con la enemistad pública y encarnizada del presidente de la comisión con la ideología, pensamiento, políticas y sociedad de los Hermanos Musulmanes (…).

Las elecciones han demostrado nuevamente que la mentalidad burocrática es, o podría ser, incapaz de entender lo que significa celebrar elecciones transparentes y no nos referimos a la voluntad política, que sin duda ha facilitado la cobertura de un proceso limpio, sino a cómo se han llevado a cabo. Es una cuestión cultural, social y de comportamiento en primer lugar: no hay lógica sobre la faz de la tierra capaz de convencer a los agentes de seguridad, sea cual sea su escalafón, que deben comprometerse literalmente a quedarse en los pasillos, fuera de las salas en las que se vota. En Jordania no hay manera de convencer a un policía de que la cámara libre de un periodista está prestando un servicio al país e incluso al régimen, porque la hostilidad entre la seguridad y la libertad de expresión es histórica; sencillamente ningún agente de seguridad quiere enzarzarse en posibilidades y se imagina que su deber esencial es impedir que se grabe en los colegios de voto y escrutinio antes de pensar en otra posibilidad (…). Por otra parte ningún agente de seguridad está dispuesto a recibir instrucciones de una comisión que preside un opositor de izquierdas que hace meses estaba gritando en la calle consignas contra el régimen, pidiendo un cambio, plantando cara al mismo policía al que ahora pide que se quede en el pasillo en el colegio electoral.

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Viñeta de Naser al Yaafari

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