Emad Hayyach_Rif

 

Sada Journal, 21/06/2017

Maati Monyib

 

Las autoridades marroquíes recurren sin éxito al discurso religioso y a los medios de comunicación para poner a la opinión pública en contra de los manifestantes del Rif.

 

Las protestas que estallaron el pasado octubre en la región montañosa del Rif (al norte de Marruecos) han recobrado impulso en las últimas semanas: los manifestantes de Alhucemas vuelven a llenar las calles durante el día ya que desde el comienzo del mes de Ramadán salían únicamente por las noches. La determinación de los manifestantes ha ido acompañada de una violencia in crescendo de la intervención militar: al menos un manifestante ha resultado herido víctima de una lesión cefálica el pasado 9 de junio. Alrededor de 150 manifestantes han sido arrestados, de los cuales 25 están acusados de terrorismo y de alterar el orden público. El gobierno ha sobrepasado los límites en algunas zonas, como en el superpoblado barrio de Sidi Abed en Alhucemas, uno de los núcleos de las protestas en las últimas semanas. Asimismo, se han instalado puestos de control en todas las entradas y salidas de la ciudad para que solo tengan acceso los residentes locales que enseñen sus documentos de identidad.

 

Como al Gobierno se le están acabando las alternativas, recurre constantemente a la religión para desacreditar las protestas. El viernes 26 de mayo, el Ministerio de Habices y Asuntos Islámicos preparó un sermón que fue leído en numerosas mezquitas de Alhucemas, entre ellas aquella en la que se encontraba Naser Zafzafi, cabecilla del Hirak. Dicho sermón acusaba a los líderes de las protestas de conmover la fitna (término con connotaciones religiosas negativas, que hace referencia a una situación de guerra civil y división) y la agitación; de difundir mentiras y engañar a los medios de comunicación. Las cosas empeoraron cuanto Zafzafi interrumpió el sermón para denunciar la intromisión del Ministerio, que tachó de ilegal, y decidió junto con otros líderes boicotear las mezquitas controladas por el Ministerio de Asuntos Islámicos. De ahí que los manifestantes hayan empezado a rezar al aire libre para mostrar su rechazo a esta situación. En su discurso inaugural de la serie de lecciones oficiales del mes de Ramadán, el ministro Ahmed Tawfiq aludió a la importancia de la dimensión de la seguridad en los acontecimientos del Rif. Los habitantes de la zona de Alhucemas y sus alrededores se oponen cada vez más a que los púlpitos de las mezquitas sean utilizados por los imanes simpatizantes del Gobierno para hacer propaganda de la tesis oficial contraria a Hirak al Rif. Según Mohamed Ashquir, investigador en ciencias políticas, «las autoridades siempre usan la religión para manipular la política y las elecciones, lo que queda claro en el tratamiento de las protestas del Rif. El sermón fue una trampa para provocar a los líderes, tendida en la mezquita en la que rezaba el líder del Hirak, Zafzafi. Las autoridades importaron la gran carga histórica y religiosa de los conceptos de fitna y división de la comunidad de los creyentes para poder encarcelar a Zafzafi con las mínimas pérdidas posibles.»

 

El movimiento Justicia y Espiritualidad, prohibido en los países occidentales, respondió duramente a las declaraciones del ministro y su portavoz, Hasán Benajeh, dijo que «Los eruditos religiosos deben hacer frente al autoritarismo de los gobernantes y no usar la religión para justificar la injusticia. El islam verdadero es inocente de esas calumnias. La ofensa de esas personas es doble: por un lado ofenden a la religión y por otro, al pueblo».

 

El Gobierno también ha intentado implicar a algunos líderes con inclinaciones islamistas como demuestra el arresto de uno de los líderes moderados del Hirak, Al Murtada Iamracha, el 10 de junio, quien fue remitido a un tribunal de Salé especializado en la instrucción sobre casos de terrorismo. Iamracha fue salafista en su juventud antes de convertirse en 2011 en uno de los principales activistas liberales del Movimiento del 20 de Febrero en Alhucemas. Los medios simpatizantes de las autoridades recordaron su pasado para que los líderes del Hirak sean vistos como terroristas afiliados a organizaciones transnacionales. Iamracha cambió radicalmente de ideales desde hace años y ahora es símbolo del liberalismo que defiende el derecho de los marroquíes musulmanes a comer en público en Ramadán (cuestión que ni siquiera algunos partidos laicos se atreven a defender); asimismo, ha defendido el derecho y la dignidad de los homosexuales y ha invitado a integrarlos en la sociedad.

 

Los medios de comunicación controlados por el Gobierno son otro instrumento puesto en juego. Las cadenas de las televisión oficial guardaron silencio sobre las protestas durante mucho tiempo hasta que poco a poco empezaron a atacar a los líderes tachándoles de independentistas y rebeldes. La cadena estatal Al Ula y la progubernamental Medi 1TV emitieron imágenes de supuestos actos de sabotaje y destrucción de propiedades en Alhucemas aunque, en realidad, correspondían a actos de vandalismo acaecidos  en marzo tras un partido de fútbol entre un equipo local y otro de Casablanca. Eso impulsó al Sindicato Nacional de Prensa a publicar un manifiesto oficial en el que mostró su rechazo al tratamiento que se ha dado a las protestas; asimismo, su presidente, Abdalá Baqali, condenó el tratamiento que dieron los medios estatales y semi-estatales al Hirak en una conferencia organizada el 19 de junio de 2017 por Freedom Now en Rabat.

 

Las autoridades han impuesto muchos controles a la prensa y, en ocasiones, han impedido a los medios a llegar a los lugares de las protestas: expulsaron a un periodista del periódico argelino francófono Al Watan, prohibieron a la cadena France 24 grabar uno de sus programas dedicados a Hirak al Rif y, además, los medios progubernamentales encubrieron la visita del recién electo presidente Emmanuel Macron a Rabat, su primera visita oficial al extranjero. El Gobierno mantiene una estrecha vigilancia de redes sociales como Facebook para neutralizar a los activistas más influyentes; por esta razón los manifestantes pregonan, al término de cada manifestación, el lugar y la fecha de la próxima salida para no arriesgar a la segunda generación de líderes, que destacaron después de la detención de Zafzafi y sus compañeros a finales de mayo, y evitar que los detengan a ellos también.

 

Los medios de comunicación estatales y la prensa progubernamental llevan a cabo una incesante campaña de estigmatización que tacha a los líderes del Hirak de independentistas que obedecen a fuerzas extranjeras. Pese a ello, el pasado 11 de junio salieron a las calles de Rabat al menos 50.000 personas para unirse a la manifestación, a pesar de ser un caluroso día de Ramadán, organizada por el Movimiento Justicia y Espiritualidad, por otras organizaciones laicas y de izquierdas y por algunos sectores del 20 de Febrero. Los lemas de la manifestación no se limitaron solo al área del Rif marginado, sino que retomaron ideas del 20 de febrero. Aparte de reclamar la puesta en libertad de los detenidos del Rif, se coreó el lema:  «El pueblo quiere acabar con la corrupción. El pueblo quiere acabar con el autoritarismo. Escucha la voz del pueblo». Es decir se repitieron lemas relativos a a la democratización, los derechos de los ciudadanos y el fin de la corrupción. Uno de los intelectuales de izquierdas que participaron en la manifestación nos dijo que se trataba de «una demanda reformista y no una demanda revolucionaria, aunque lo vemos difícil».

 

Cabe destacar que la Organización de Renovación Estudiantil (próxima al ex primer ministro Abdelilá Benkirán) que agrupa a estudiantes simpatizantes con el Partido Justicia y Desarrollo, anunció que participaría en la protesta, a pesar de no haber participado oficialmente en el Movimiento del 20 de Febrero de 2011. Sin embargo, según informes mediáticos los ex primeros ministros, Abdelilá Benkirán y Abderrahmán Yusfi, se habrían negado a intervenir para calmar la situación en el norte de Marruecos. Mientras continúan las protestas y el Gobierno lucha por reprimirlas, cada vez es más evidente que la mediación es la única solución posible.

 

Viñeta de Emad Hayyach publicada en Al Arabi al Yadid

Traducido del árabe por Eman Mhanna en el marco de un programa de colaboración de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada y la Fundación Al Fanar.

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