Abdalá Brahimi, Sada Journal, 19/04/2016
El bando de los partidarios de Butefliqa intenta demostrar a quienes tienen dudas, su capacidad para dirigir completamente el Ejército argelino, y que este opera con mayor efectividad sin el Departamento de Inteligencia y Seguridad (DRS en sus siglas en francés).
Tras desmontar el muy influyente Departamento de Inteligencia y Seguridad (DRS), el Gobierno de Argelia se está esforzando por demostrar su control sobre el Ejército, lo que ha demostrado la intensificación de las operaciones militares antiterroristas del pasado mes de marzo. A través de estas operaciones, el presidente Butefliqa y sus aliados intentan demostrar a la élite vinculada al DRS que son capaces de mantener el control total de las fuerzas de seguridad. También pretenden que la población recupere la confianza en la capacidad del Ejército argelino para preservar la seguridad. Y al mismo tiempo el Gobierno argelino envía un mensaje a Francia, y a los otros países concernidos por la seguridad regional, a saber, que Argelia sigue siendo un actor principal en el juego. Sin embargo, aún existen dudas esenciales sobre si el Ejército es capaz de dirigir los asuntos de la seguridad regional él solo.
El pasado mes de enero, los aliados de Butefliqa disolvieron el Departamento de Inteligencia y Seguridad (DRS) a través de un decreto presidencial, poco después de la destitución de su presidente, el general Mohamed Taufiq Mudín, en septiembre de 2015. Los esfuerzos de Taufiq para investigar la corrupción en la empresa estatal Sonatrach de hidrocarburos y derivados, y sobre todo, a su antiguo presidente (pro Butefliqa) Shakib Jalil, suscitó la ira del bando presidencial. Al general Taufiq se le responsabilizó del fracaso de la protección de las instalaciones de gas de Tiguenturin en Ain Amenas en el año 2013, cuando un grupo vinculado a la organización Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) retuvo a muchos rehenes y mató a decenas de ellos.
El Gobierno creó un nuevo dispositivo de inteligencia en sustitución del DRS. Este nuevo dispositivo, la Dirección de los Intereses de la Seguridad, depende directamente de la autoridad presidencial. Pero, aunque el bando de Butefliqa culpó al DRS de los fallos de seguridad acaecidos en Argelia con anterioridad, el hecho de que siga habiendo atentados debilita esa versión.
El pasado 11 de marzo, el ejército declaró haber matado a tres extremistas cerca de la ciudad El Ued, en el este del país. Uno de ellos era el líder de la brigada Fath al Mubín, dependiente de AQMI. El ejército decomisó también grandes cantidades de armamento: seis misiles antiaéreos, tres lanzacohetes y más de veinte pistolas. Sin embargo, una semana después (el 18 de marzo), miembros de la organización Al Qaeda atacaron una planta de gas en la ciudad de Ain Saleh, en el sur del país, usada de forma conjunta por la empresa argelina Sonatrach, la noruega Statoil y la británica British Petroleum. A pesar de que este atentado (ejecutado con proyectiles) no causó daños o víctimas, supuso un desafío directo a las alegaciones de haber acabado con el terrorismo. En un comunicado oficial, Al Qaeda se burlaba de las autoridades argelinas preguntando cómo explicarían la situación de seguridad a sus «señores de Occidente».
El ejército ejecutó muchas operaciones antiterroristas el pasado mes de marzo y confiscó armas y munición. Pero en lugar de destacar la eficacia de las fuerzas de seguridad, esas operaciones podrían alimentar el malestar de la opinión pública argelina ante el incremento de las amenazas de grupos armados en el país, cuyo número era relativamente inferior hace unos años. AQMI supone una amenaza desde hace casi una década para el país pero las fuerzas de seguridad argelinas se enfrentan ahora a una amenaza mayor: a la expansión del Estado Islámico en Libia como consecuencia del vacío político y de seguridad que vive ese país. La organización Yund al Jilafa, dependiente del Estado Islámico, causó la muerte del turista francés Hervé Gourdel en tierras argelinas en septiembre de 2014. Otras dos organizaciones menores, Ansar al Jilafa y Sarriat al Guraba, activas en la región de Skikda y Constantina, han pasado a depender también del Estado Islámico.
A raíz del atentado a Ain Amenas, que acabó con la vida de cuarenta trabajadores del sector petrolífero en 2013, el ejército argelino adoptó medidas para proteger las plantas de petróleo y gas, mejorar los puntos militares de control de sus alrededores, y aumentar el nivel de vigilancia de esas instalaciones con cámaras y reconocimiento aéreo. En respuesta al reciente ataque en Ain Saleh, el ejército ha desplegado 5.000 soldados adicionales para la protección de las plantas de gas en el sur del país. También ha anunciado planes para reforzar la seguridad a lo largo de la frontera con Libia, Malí y Níger, que darían a las Fuerza Aéreas un papel más importante en las operaciones antiterroristas. El ejército intenta insinuar al mundo que la causa de aquellos atentados fue la ineficacia del enfoque del DRS contra el terrorismo, no solo en el atentado de Ain Amenas, sino a lo largo de décadas. Incluso Ammar Saidani, secretario general del Frente de Liberación Nacional, acusó al DRS de no poder evitar el asesinato del expresidente Mohamed Budiaf en 1992, ni el intento de asesinato de Butefliqa en Batna en el año 2007.
Los aliados de Taufiq y los asociados al DRS, entre ellos ex oficiales y generales retirados, sienten preocupación porque el ejército argelino no puede luchar contra el terrorismo sin la ayuda del DRS. Pero existe una percepción general de que las antiguas instituciones de Argelia, como el DRS y otros organismos de seguridad, así como el gobierno civil, no son dignas de confianza. Este problema de credibilidad ha aumentado con las acusaciones de corrupción dentro del DRS. El pasado mes de enero, el Ministerio de Asuntos Exteriores de los Estados Unidos publicó algunos correos electrónicos personales de la exministra Hillary Clinton. En uno de ellos (que se volvió a publicar en los periódicos argelinos el 17 de marzo) dio a conocer una supuesta relación entre el DRS y Mojtar Belmojtar, líder del grupo Al Murabitún dependiente de AQMI. Según esos informes, Belmojtar habría ayudado al DRS en una operación realizada en 2012 para salvar al cónsul argelino que había sido hecho rehén en Malí y accedió a incitar un «ataque a los intereses marroquíes en el Sáhara Occidental». Esta información dejó a las instituciones argelinas en una posición embarazosa.
Incluso los países vecinos no están seguros de si los continuos fracasos de la seguridad argelina han terminado realmente. Para el G-5 Sahel (Malí, Mauritania, Burkina Faso, Níger y Chad) Argelia es impredecible en términos del avance de las responsabilidades de seguridad, y por ello han decidido poner en marcha un proyecto especial para la seguridad en la región. Este grupo tiene la intención de abrir una escuela de entrenamiento militar en Nuakchot, formar una fuerza de intervención rápida e intensificar la presencia de patrullas fronterizas conjuntas, según el diario francés Le Monde. Estas decisiones se tomaron sin tener en cuenta a Argelia, y una de las razones fue considerar que el CEMOC, creado por Argelia en 2010 para combatir el terrorismo y con sede en Tamanrasset, ha sido ineficaz. Y un ejemplo de esa ineficacia fue que Argelia no respondió a las solicitudes de asistencia militar de Malí cuando los yihadistas avanzaban hacia Bamako en enero de 2012. Tampoco ayudó a Níger a frenar los ataques terroristas en Agadez y Arlit en mayo de 2013. Además esos países creen que Argelia apoya a la mayoría (por no decir que a la totalidad) de las organizaciones terroristas de la región.
Argelia no propuso la iniciativa del CEMOC con el objetivo de tener una presencia efectiva, sino que se trataba de una propaganda maniobrada con éxito para convencer a Occidente de que tenía bajo control las amenazas regionales, y disuadir de esta forma a los países occidentales de intervenir más directamente en el Sáhara Occidental y en el Sahel. El negativo historial de Argelia a la hora de coordinar los acercamientos regionales en la lucha antiterrorista daña sus últimos planes para mostrarse como un Estado que vela por la seguridad. Francia teme seguir siendo víctima de más atentados y por ello aumentó el despliegue militar en el Sahel y apoya la iniciativa del G-5, en los que ve una solución para preservar su presencia y sus obligaciones militares en el Sahel.
Aunque Argelia no pidió formar parte del proyecto puesto en marcha por el G-5 Sahel, esperaba ser incluida en él. La experiencia de Argelia y su vasto conocimiento sobre los grupos armados de las distintas zonas del Sahel son indispensables para el éxito de cualquier mecanismo de seguridad multilateral. En lugar de centrar su visión en la opinión pública y en torno al debate de la eficacia de sus fuerzas de seguridad, Argelia tiene la oportunidad de lanzar una estrategia de seguridad más efectiva si hay medidas concretas para una mayor coordinación e intercambio de información regional. La conferencia internacional sobre seguridad, organizada por el Ministerio de Defensa y programada en la Universidad de Blida el 4 y 5 de mayo es un paso en esta dirección, y el espectro del Estado Islámico podría tener un papel principal en el desarrollo de una cooperación.
Traducción del árabe de Rania Chaui
Viñeta de Ali Dilem
Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!