Mohamed Shumán
Al Hayat, 22/03/2017
Tras cerca de seis años de revoluciones incompletas, el régimen árabe está al borde del colapso. La injerencia extranjera está presente en Siria, Yemen, Libia e Iraq. El régimen de Damasco legitima el fortalecerse desde el exterior, como pasa con los huzíes en Yemen o algunas de las partes en litigio en Libia. Irán juega un papel inaceptable e injustificado en la región mientras las ambiciones de Rusia en la zona han ido en aumento aprovechando que Washington se ha ido quitando de en medio y el hecho de que Obama prefiriera no meterse en los conflictos regionales. Rusia ha logrado crear una alianza con Irán y Turquía para repartirse el poder. Ankara se mueve en Siria e Ira para hacer realidad aspiraciones históricas y geopolíticas, coordinándose a veces con Irán. Y Teherán interviene a nivel político y militar en Siria, Iraq, Líbano y Yemen y amenazas a los países del Consejo de Cooperación del Golfo. El triángulo Moscú-Teherán y Ankara se ha puesto de acuerdo en marginar a los países árabes y reestructurar la zona según sus intereses.
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