Yaser Ahmad_AR_04.10.2019

 

Yahya al Kubaisi

Al Quds al Arabi, 04/10/2019

 

Sin preámbulos ni indicios. Así ha arrancado el amplio movimiento de protestas que comenzó en la simbólica Plaza de Tahrir y se ha extendido por varias zonas de Bagdad y por provincias del centro y el sur de Iraq.

 

La violencia desproporcionada usada por las fuerzas de seguridad contra los manifestantes, la muerte de civiles por el empleo de fuego vivo y de bombas de gas lanzadas contra ellos con la intención de matarles, las generalizaciones hechas por los medios de comunicación, el empleo de las vías usadas por países dictatoriales como la suspensión de internet, la contrapropaganda, los discursos destinados a cuestionar lo que sucede y a incitar (…) todo esto ha contribuido al crecimiento de las protestas hasta el punto de que las autoridades han declarado el toque de queda en la capital.

 

La indignación y el sentimiento de injusticia son el factor determinante en el actual movimiento de protestas. Aquí haremos una observación esencial que es la franja de edad de quienes representan el núcleo de las mismas con respecto a protestas previas: la gran mayoría de los manifestantes son jóvenes (de entre 17 y 29 años), en su mayor parte desempleados, o para ser más precisos, jóvenes sin posibilidad de conseguir un empleo en el Estado. Estos consideran que la corrupción de la clase política, y en general la corrupción estructural, es la razón de su privación, lo que les quita el derecho a participar de un rentismo que acaparan otros. Queda claro que la demanda de servicios e infraestructuras ha quedado esta vez relegada a un segundo plano. No obstante, una indignación sin una conciencia política que diagnostique las razones y el tratamiento de la crisis, podría terminar del mismo modo que protestas anteriores.

 

Las manifestaciones que estallaron en Bagdad en febrero de 2011, en el contexto de la Primavera Árabe, reprodujeron por primera vez una cultura de la protesta civil que había desaparecido de la calle iraquí durante más de 40 años, y que estaba protagonizada por individuos y no partidos ni movimientos políticos, y por lo tanto no podía ser atribuida a ningún frente concreto: las protestas de las zonas suníes en diciembre de 2012 y que duraron un año, las de julio de 2015, antes de que entraran en ellas los partidarios de Al Sáder, las protestas de Basora de agosto de 2018 hasta llegar a las manifestaciones de ahora.

 

Pero parece claro que el poder no tiene voluntad real de solucionar estas protestas y que su apuesta es, en primer lugar, el empleo de una violencia excesiva primero para luego jugar con el factor tiempo y aplazar la respuesta a las demandas que puedan tener los manifestantes, sobre todo teniendo en cuenta la incapacidad del Estado para realizar unas reformas que respondan, aunque sea a niveles mínimos, a esas demandas.

 

Viñeta de Ahmad Yaser para el diario Al Arab

 

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