03-09-14_Jalil Abu Arafeh

 

Tras 51 días de ofensiva contra la franja de Gaza, el gobierno israelí y las milicias palestinas firmaban el pasado 26 de agosto el cese de hostilidades definitivo en El Cairo. Según datos recientes de la ONU, la ofensiva ha dejado 2.116 muertos y 11.231 heridos, ha destruido cerca 18.000 casas y ha dejado sin hogar a 108.000 personas. Pese a las manifestaciones de alegría de la población de Gaza, los palestinos se encuentran ante un doble y difícil reto: la reconstrucción de la franja y un proceso de negociación que comenzará un mes después del alto el fuego definitivo.

A continuación publicamos varios extractos de dos artículos de opinión de la prensa árabe que analizan el fin de la ofensiva contra Gaza.

¿Y después del alto el fuego en Gaza qué?

Hasán Nafea

Al Hayat, 29/08/2014

La historia nos ha enseñado que lo más importante no es lo qué pueden lograr los ejércitos o la resistencia popular armada en el campo de batalla, sino lo que la política puede conseguir en la mesa de negociaciones o en los foros diplomáticos durante o después del cese de los combates (…) Un ejemplo de ello fue la guerra de 1956, cuando los Ejércitos de Israel, Gran Bretaña y Francia se aliaron para declararle la guerra a Egipto después de que Gamal Abdel Naser nacionalizara la Compañía del Canal de Suez, y ocuparon el Sinaí y se hicieron con el control del Canal de Suez (…) Esa fue de hecho la única ronda del conflicto con Israel que ganaron los árabes políticamente, a pesar de haber perdido en el campo de batalla. Las otras rondas del conflicto con Israel acabaron con una derrota política, también la guerra de 1973 que fue un éxito militar. La única excepción a este patrón repetido de derrotas en la gestión del conflicto árabo-israelí la representa la resistencia libanesa liderada por Hezbolá que en el año 2000 no solo consiguió liberar el sur de Líbano forzando la retirada incondicional de las tropas israelíes, sino también derrotar a las fuerzas libanesas que se coordinaban con la ocupación, a las que obligaron a huir a Israel.

Como ciudadano árabe y egipcio me siento orgulloso de lo que ha conseguido la resistencia armada en la batalla impuesta al sitiado pueblo palestino de la franja de Gaza (…) También siento, como ciudadano árabe y egipcio, que el hecho de que Netanyahu haya aceptado un alto el fuego con una fórmula que no hace referencia al desarme de la resistencia y que además estipula que Israel debe comprometerse a abrir los pasos fronterizos y levantar el cerco de Gaza, solo significa una cosa: que la resistencia ha ganado por el mero hecho de evitar que Israel lograra alguno de los objetivos por los que inició la guerra, a saber, destruir a Hamás y desarmar a cualquiera de las facciones de la resistencia.

Sin embargo, este sentimiento de orgullo no hace sombra a una sensación paralela de preocupación por las sorpresas que pueden traer los próximos días, semanas o meses y que podrían permitir que Israel lograse en el campo de la política lo que no pudo en el campo de batalla. La historia, como hemos dicho arriba, no dicen que Israel supiese manejar mejor el conflicto político en la mayoría de las rondas, incluidas las que perdieron militarmente, no porque tuviera mejores cartas que las de los árabes sino por la limitada capacidad de los árabes para jugar sus cartas (…) No nos cabe duda de que Israel hará todo lo posible también en esta ocasión para presionar a todas las partes implicadas en el conflicto y echar por tierra todas las cartas que han permitido a los palestinos sobrevivir sobre el terreno. Israel actuará a diferentes niveles del modo siguiente:

1- A nivel internacional Israel hará todo lo posible para convencer a EE. UU. de que mueva ficha con el fin de que el Consejo de Seguridad apruebe una resolución que vincule el progreso que se puede lograr con la reconstrucción de la franja de Gaza al levantamiento del bloqueo, sobre todo en lo que respecta a los detalles de la construcción y de la apertura del puerto y el aeropuerto, y a la forma de desarmar a la resistencia sobre la que impondrá como mínimo algún tipo de supervisión internacional.

2- A nivel regional Israel intentará hacer avivar las contradicciones entre algunos países árabes, especialmente entre Egipto y el movimiento Hamás, para debilitar a este último políticamente, y trabajar a favor de la ANP en Gaza como preámbulo para volver a la situación previa a que Hamás se hiciera con el control de la franja.

3- A nivel local Israel intentará sabotear al gobierno de unidad nacional palestino trabajando al mismo tiempo para intimidar a la ANP por su adhesión a los convenios internacionales, sobre todo el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (…)

 

Interrogantes palestinos para después de la guerra de Gaza

Mayed Kayali

Al Hayat, 02/09/2014

La guerra de los cincuenta y un días contra Gaza ha cesado sin que ninguno de los bandos haya podido conseguir un resultado favorable ni por la vía militar ni por la de la negociación. Ni Israel ha conseguido su objetivo de acabar con las armas de la resistencia, ni la resistencia ha logrado imponer a Tel Aviv sus demandas, a saber, acabar con el bloqueo y construir un puerto. Lo único que se ha logrado es que las dos partes hayan vuelto al punto cero en el que se encontraban antes de que comenzara la guerra el 7 de julio, con la «promesa» (condicionada) de responder a algunas de las demandas de los palestinos.

Este acuerdo poco claro, sin garantías, tal vez inestable, puede deberse a dos razones: o al cansancio de las dos partes, ya que la resistencia había empezado a sufrir el peso de los ataques destructivos de Israel y Tel Aviv sentía que había entrado en una guerra larga y costosa; o a que las dos partes creyeron que su mensaje había llegado al otro, que se habían impuesto, imponiendo por lo tanto el fin de la guerra.

(…) Pero lo que nos interesa abordar aquí es la posición de los palestinos y su modo de manejar su conflicto con Israel en esta etapa de su larga y ardua lucha. En este sentido por ejemplo, jugó a favor de la resistencia, y más concretamente del movimiento de Hamás, la adopción de un discurso mediático moderado dirigido a los israelíes que distinguía entre los judíos y el Estado de Israel, entre los colonos de Cisjordania y los israelíes de las zonas de 1948, que no atacaba a los civiles y reconocía la importancia de la superioridad moral sobre Israel (…). A nivel militar, jugó a su favor la rehabilitación de los combatientes, el coraje de estos a la hora de hacer frente a los ataques terrestres y la ejecución de contraataques sobre sitios israelíes lo que desbarató los cálculos del Ejército israelí y causó a sus tropas de élite graves pérdidas.

Pero la resistencia también se mostró ineficaz e inexacta en sus posturas, en particular al exagerar sobre sus armas de aviación y misiles y decir que había logrado un «equilibrio del terror» o un empate con Israel. Aún hay grandes diferencias cuantitativas y cualitativas en el equilibrio de fuerzas entre Hamás e Israel (…). Y aunque Israel es un Estado colonial, racista, artificial que carece de legitimidad, a pesar de estar destinado a un horizonte histórico cerrado y de sufrir problemas fundamentales y fundacionales, gracias a su modo de gestionar sus crisis y a su sistema democrático (para sus ciudadanos judíos), siempre ha logrado superar sus dificultades para mantener la estabilidad y el desarrollo de la vida política, económica y social, lo que le hace parecer el Estado más estable en la región, más aún a la luz de toda esta ruina, ruptura social e institucional que vive Oriente Próximo (…)

La cuestión es hablar aquí de la derrota de Israel y de su Ejército contrastándola con los resultados conseguidos a nivel militar y en las negociaciones, e incluso plantear por qué razón la resistencia se detuvo y acudió a las negociaciones dando marcha atrás en sus demandas y aceptando acuerdos no garantizados. Lo que queremos decir es que la resistencia con su sacrificio y constancia había logrado más tantos que en cualquier otra guerra anterior y por eso no tenía que haber recurrido a las exageraciones ni tenía la necesidad de hacer soportar a Gaza lo insoportable. El caso es que esta guerra emprendida por Israel ha de ser valorada en función de las pérdidas y las ganancias en el marco de una lucha a largo plazo. Y por ello hay algo de precipitación, exageración y simplificación al hablar de victoria o derrota en un sentido histórico. Y si bien este tipo de discursos pueden tener una función moral, no sirven para analizar la realidad o el conflicto con Israel ni en el marco de los datos internacionales y regionales ni en el contexto de las evoluciones actuales.

Hay otro punto en el que fracasó la resistencia, concretamente al levantar el listón de las expectativas de la guerra y de la negociación porque no estamos ante una resistencia sostenida ni ante un proceso de liberación ni ante una derrota de Israel que nos permita imponer nuestros deseos y construir un puerto y un aeropuerto. Además las conversaciones giran en torno al acuerdo sobre la ecuación «calma a cambio de calma», es decir, sobre cómo frenar a la resistencia a cambio de levantar el bloqueo de Gaza y permitir la transferencia de fondos y la entrada de materiales de construcción. Pero lo peor en ambos casos, o sea, en la guerra o en la negociación, es que nadie parece darse cuenta de que las cosas están involucionando hacia la etapa de pre-guerra o incluso hacia el momento previo a la Segunda Intifada (2000 – 2004) con 8.000 mártires (4.000 de ellos en la Segunda Intifada) y aún más heridos y la destrucción de decenas de miles de viviendas, talleres e instalaciones privadas y públicas, lo que significa que la lucha armada palestina no funciona correctamente y que la situación para negociar no es la más indicada porque los palestinos no podrán conseguir en la mesa de negociaciones lo que no han logrado en la guerra.

Tras el cese de la guerra, los palestinos siguen ante retos clave que les obligan, en primer lugar, a la búsqueda de consensos sobre una estrategia política que determine sus opciones nacionales y lo que quieren en esta etapa, partiendo de sus competencias y de los datos de la situación árabe e internacional (…). En segundo lugar, en función del objetivo acordado, debe haber un consenso sobre las formas viables de lucha o la estrategia de combate para alcanzar el objetivo ya sea la negociación, la intifada, la resistencia popular, la resistencia armada, etcétera. En tercer lugar, los palestinos tienen que ponerse de acuerdo sobre una entidad política que exprese sus unanimidades, fortalezca su unidad e invierta sus energías (…) En cuarto lugar es importante determinar la situación de la franja de Gaza en el proceso nacional, ¿es una base militar de la resistencia? ¿Asume la responsabilidad de liberar Palestina o Cisjordania? ¿Puede ser una zona liberada que se centre en la construcción de la sociedad palestina para convertirla en un activo para los palestinos del mundo, aumentando su potencial y construyendo allí sus instituciones educativas, sanitarias, culturales, económicas y científicas? Esta cuestión debe ser resuelta en el contexto de la reconstrucción. En quinto lugar, si todo sigue igual, ¿seguirá siendo Hamás la autoridad unilateral de Gaza o involucrará al menos a sus socios en la resistencia? ¿Se replanteará su modo de gobernar o seguirá imponiendo sus conceptos e interviniendo en el estilo de vida de la población de Gaza, restringiendo sus libertades individuales, a pesar de que, por su constancia y sacrificio, se merecen lo mejor?

En pocas palabras los palestinos no pueden mejorar su situación ni invertir sus sacrificios y su heroísmo sin cambiar de mentalidad política, definir sus objetivos y sus medios de lucha, reconstruir sus entidades políticas y acabar con las disputas de estrechas miras entre facciones.

 

 

 

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