Por Mussa’ab Bashir Alazaiza, periodista ex prisionero político en cárceles israelíes

Gaza, Palestina – El 15 de mayo 1948 inició su andadura sobre Palestina el Estado de Israel tras una ofensiva militar llevada a cabo por facciones sionistas.

Tres cuartos de la población palestina debieron recurrir al exilio en lo que se llama en árabe Nakba y en español calamidad o catástrofe.

Palestina e Israel son sinónimos respectivos de opresor y oprimido, colonizador y colonizado.

Israel es el fruto del sionismo, un movimiento fascista surgido en el siglo XIX en Europa cuando las potencias capitalistas empezaban su depredación en Asia Occidental.

Theodor Herzl, el primer jefe de la Organización Sionista Mundial explicó en su obra El Estado Judío: “Para Europa formaríamos allí un baluarte contra Asia, estaríamos al servicio de los puestos de avanzada de la cultura contra la barbarie.” De ahí surje la ideología colonialista racista que caracteriza al régimen de Tel Aviv, basada en el imperialismo. Aunque es importante marcar las diferencias entre sionista y judío, al igual que entre nazi y alemán.

La propuesta de Herzl se ajustaba a los intereses de Reino Unido que desalojó de la zona al Imperio Otomano y ocupó su puesto al término de la Primera Guerra Mundial. Ya antes, la ocupación británica había abierto el camino al movimiento sionista comprometiéndose en 1917 a establecer un Estado judío en Palestina.

 

La Nakba y el derecho al retorno: esencia de la causa palestina

 

Fue una catástrofe lo que sucedió desde finales de 1947 hasta la mitad de 1948 cuando se creó el Estado de Israel. Los británicos prepararon una resolución para la ONU para dividir Palestina en dos estados, uno árabe y otro judío. Hubo rechazo general del pueblo palestino a esa decisión, pero el sionismo disponía de organizaciones militares preparadas por los británicos. Apoyándose en esas agrupaciones ejecutaron un plan llamado Plan Dalet o plan D, que consistía en una serie de operaciones de masacre y represión contra el pueblo palestino.

Mientras los sionistas contaban con más de 100 mil combatientes y un armamento terrestre, aéreo y marítimo moderno, el pueblo palestino estaba desarmado. Y cuando los ataques sionistas arreciaron, las tropas de los países árabes vecinos que defendían a sus hermanos no superaban los 50 mil y pertrechados con armas antiguas.

 

Los nombres de las operaciones sionistas lo dicen todo: Matate, Kelshon, Nikayon y Pirush que significan en hebreo respectivamente: escoba, pala, limpieza y extensión. El resultado derivó en la expulsión de 750 mil palestinos que se convirtieron en refugiados, mientras los sionistas ocuparon 78 por ciento del territorio, a excepción de la Franja de Gaza que quedó bajo administración de Egipto y Cisjordania -incluida Jerusalén Este- que pasó a jurisdicción de Jordania.

En las décadas de los años 50 y 60 del siglo XX, con el auge del movimiento panarabista liderado por Egipto y su presidente Gamal AbdelNaser, el pueblo palestino comenzó a organizarse para la batalla por la liberación. Los palestinos recuerdan de esa época la visita del guerrillero argentino cubano, Ernesto Che Guevara, quien estuvo en Gaza en 1959 y ofreció sus servicios para luchar por la liberación de Palestina. Esa oferta fue rechazada por Egipto que preparaba una guerra clásica contra el ocupante sionista.

En 1967, Israel aprovecha el caos y las decisiones equivocadas de Egipto y Siria, y logró en un ataque anticipado sobre lo que quedaba de Palestina y además ocupar partes de Egipto, Siria y Jordania. La agresión israelí empezó por una operación preparada desde 1959 llamada Moked (Foco en hebreo). A raíz de esa derrota, las facciones palestinas decidieron liderar el proceso emancipador con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Tras años de Intifada (levantamiento popular) sefirmaron, en 1993, los acuerdos de Oslo, enNoruega, al decidir la burguesía palestina, sinconsulta alguna con la población, reconocer alEstado de Israel y perseguirla materialización de dos Estados. Aun así, Israel continuó su programa de construcción de asentamientos en territorio ocupado, promulgar leyes racistas y cometer crímenescontra el pueblo nativo palestino. Las medidas israelíes condujeron al estallidode la segunda Intifada en 2000 que propició lapresencia de la corriente islamista dentro de la cúpula administrativa palestina bajo ocupación israelí.

Con el final de esa intifada todos los sectoresdel pueblo palestino lanzaron el llamamiento Boicotear, Desinvertir y Sancionar (BDS) a Israel para exigirle que terminara con sus medidas racistas y garantizara el retorno de los refugiados. Se trata de un movimiento inspirado por la experiencia de Sudáfrica en la lucha contra elrégimen del apartheid. Cabe mencionar queIsrael fue el único que mantuvo relaciones conPretoria y desarrolló armas nucleares con el gobierno racista sudafricano.

El boicot contempla todos los productos ybienes israelíes, incluidos los culturales, deportivos y de todo tipo. La desinversión consiste en evitar que lleguen capitales a la economía israelí; y la sanción, tal vez la mástemida por Tel Aviv, porque se trata decondenar por vías legales a la opresión israelí sobre Palestina y la ruptura de relaciones diplomáticas.

 

El pueblo palestino es un pueblo milenario,diverso, con musulmanes, cristianos, judíos y deotras confesiones.

 

Un componente importante en la lucha contrala el sionismo es refutar su retórica que secuestra el judaísmo y alega la falacia de que existe “un pueblo judío” .Sin embargo, es ostensible que el judaísmo esuna religión y una característica cultural. Noexiste ni unanación judía ni una naciónmusulmana ni una cristiana. La causa palestina es una cuestión de liberación, de lucha contra la ocupación y sobretodo del retorno de los refugiados.

El hecho de que recientemente la Corte Penal Internacional abriese una investigación contra el Estado de Israel es un paso importanteen el proceso de sancionar y responsabilizar al régimen sionista por sus crímenes de ocupación y apartheid entre otros. Las autoridades de Israel detienen a niños palestinos, los someten a interrogatorios sin presencia de sus tutores o abogados y además los juzga en tribunales militares que pueden, según la ley israelí, condenarlos hasta 20 años decárcel por lanzar piedras contra las tropasocupantes. Además, cientos de personas estánencarceladas sincargos ni juicios, y miles de todos los perfiles siguen encarcelados en condiciones terribles.

En Israel, entraron en vigor más de 50 leyesracistas que prohíben a los palestinos vivir ytrabajar en el 91% de las tierras agrícolas bajojurisdicción israelí. La Franja de Gaza está bajo bloqueo desdehace tres lustros, mientras que en cada ataquede la maquinaria bélica israelí caen niños y civiles con impunidad. Por eso la consigna de “Sanción” es ahora el principal arma del pueblo palestino oprimido.

La posibilidad de una solución de dosEstados fracasará porque no puede habercoexistencia pacífica entre el lobo y el cordero. Pero también porque se obvia que la razón estáde parte de los palestinos por ser un pueblo ocupado y colonizado. Pero entre los palestinos hay conciencia deque el sionismo trajo muchos judíos y nacieronmuchos otros, por lo tanto, el retorno de los refugiados palestinos a sus tierras no implica expulsar a nadie, sinoque todos vivan en una nueva Palestina con iguales derechos para todos. Es sin duda un gesto de generosidad del pueblo autóctono de Palestina llegar a esa conclusión, aunque de momento solo sea apoyada por una parte de los palestinos y los israelíes. Y es que en Israel, hay mucho fascismo y racismo, conun sistema educativo y la militarización generalizada diseñados para crear un monstruo excluyente. Por otra parte, el retorno de los refugiados y su convivencia con los residentes en Palestina sean del credo que sean, exige un sistema quecontemple planes económicos y urbanísticos que beneficien para todos por igual.

Ese ideal está aún muy lejos y son pocosquienes creen en que emergerá un Estadopalestino único, laico, democrático y socialista, pero cada vez son más los que creen en la lucha y la sensibilización para aspirar a un mundo mejor.

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