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Said Mohamed, investigador en temas europeos

Al Ajbar, 20/07/2016

La “otra Francia”, como dice George Packer, esa de la periferia y de las barriadas, con ese “moderno” estilo arquitectónico que fue el sueño socialista de ladrillo del arquitecto Le Corbusier, se ha transformado en guetos que producen pobreza, desesperación y estupideces religiosas; esa Francia es el síntoma de una guerra civil aplazada desde el 17 de octubre de 1961.

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A excepción de los atentados de Bruselas que, a otro nivel cultural y social, parece una región francesa más, los grandes atentados parecen una especialidad exclusivamente francesa, y hasta cuando se produjeron otros atentados, como los de Londres o Madrid, los cerebros pensantes, si se permite la expresión, y las manos ejecutoras de eso actos tenían el color del norte de África francés.

¿Qué ha convertido Francia, el país de la ilustración, la república de la igualdad y el laicismo, en el primer punto de atracción del terrorismo y los terroristas? ¿Los emigrantes, por ejemplo? Alemania acoge a un número mucho más elevado de los emigrantes que llegan de lugares en guerra en la zona MENA, pero no ha vivido grandes ataques que puedan catalogarse en la casilla del terrorismo.

¿Tal vez ha sido su implicación en el apoyo a movimientos y organizaciones islamistas en Oriente Próximo? También Gran Bretaña y EE. UU. estuvieron implicados en el lanzamiento de la yihad islámica en Afganistán desde los años setenta, y ahora lo están en toda la región, y, salvo los atentados del 11-S, esos dos países representan un objetivo menor que Francia (…).

George Packer, corresponsal de The New Yorker, respondía en un artículo publicado en agosto del año pasado y titulado “La otra Francia” preguntando si no se habían convertido los barrios periféricos de París en un ambiente que propicia el terrorismo debido a la extrema polarización de la sociedad francesa. Las tensiones sociales, étnicas y de clase que viven los musulmanes de Francia desde la separación forzosa de Francia y Argelia (que fue la Francia del sur durante más de cien años) se han acumulado todo este tiempo.

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El punto de división entre los argelinos del norte francés y los franceses se produjo un 17 de octubre de 1961. Ese día, los franceses argelinos salieron a manifestarse en masa en París y en los barrios para pedir la independencia de Argelia. La Policía abrió fuego contra los manifestantes indefensos con una dureza poco común en suelo francés, aunque conocida en las colonias de Francia de ultramar. Murieron al menos doscientas personas y los cadáveres fueron arrojados en el bello y triste río Sena.

La Francia oficial ha negado esta realidad durante cuarenta años y la ha ignorado intensamente, pero la juventud desempleada de los suburbios parisinos, sigue narrando lo que sucedió aquel día con todo lujo de detalles, repitiendo lo que oyeron los que lo vivieron, como una leyenda institucionalizada de la identidad argelina.

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