El próximo día 3 de octubre a las 19h en la sede de Casa Árabe de Córdoba tendrá lugar la presentación del esperado libro de las Obras Completas del maestro sufí Ibn Masarra de Córdoba, que publica en una edición bilingüe de la profesora Pilar Garrido Clemente en la editorial Almuzara.
Acompañarán a la autora el teólogo Juan José Tamayo y el profesor Antonio de Diego.
A continuación reproducimos el prólogo del libro, a cargo de José Antonio Antón Pacheco:
«Más allá de los tecnicismos filológicos, más allá de la concreta investigación histórica, más allá incluso de su dimensión específica de arabismo e islamología, esta obra que ahora prologamos nos traslada al dominio en que creemos alcan- za su máxima actualidad: el ámbito de la hermenéutica. En efecto, en diversos lugares y ocasiones hemos insistido en que la fundamentación de la hermenéutica como disciplina filosófica no se debe en su esencia a Schleiermacher, Dilthey, Troeltsch o Heidegger, sino que arranca y se consolida en las tradiciones del Libro sagrado: es ahí donde el lenguaje alcanza su fundamento ontológico, es ahí donde el sentido se abre inagotablemente a la interpretación, es ahí donde la misma comprensión adquiere carácter de sistema. La secuencia logos-dabar-kalām actualiza su potencial significa- tivo gracias a la noción de Escritura revelada y a través de ella: ese es el verdadero fundamento de la hermenéutica. La secuencia midrás-anagogía-taʾwīl alcanza en el campo de la exégesis del Libro su máximo exponente de comprensión.
Como nos han mostrado Louis Massignon, Gershon Scholem o Henry Corbin, los basamentos de la hermenéutica como experiencia revitalizadora y restauradora del sentido están precisamente en estos contextos escriturarios. La hermenéutica como ontología y fenomenología proviene del horizonte abierto y propiciado por el Libro sagrado. Esto quiere decir que el origen de la hermenéutica habría que buscarlo en la Torá o en el Corán o en el Avesta.
Pues bien, este libro, Obra completa del sufí Ibn Masarra de Córdoba, de Pilar Garrido Clemente, es uno de esos significativos trabajos que vienen a confirmar nuestro planteamiento. Por ello, volvemos a repetir, el interés de esta obra rebasa con mucho aquel que se encuentra circunscrito a los estu- dios árabes o islámicos (sin que esto signifique menoscabo alguno para esos estudios), alcanzando de lleno la esfera de la hermenéutica en sus aspectos escriturarios, filosóficos y teológicos. Después de la lectura de este libro no pueden quedar dudas acerca de la pertenencia de Ibn Masarra a la historia de la interpretación.
Naturalmente, estos asertos se articulan y desarrollan en la obra de Garrido. Múltiples son las cuestiones que plantea, así como múltiples son los temas que se derivan de ella, pues el valor de una obra no solo hay que juzgarlo por lo que dice explícitamente, sino también por el horizonte de expectativas que provoca, ya que hay que tener en cuenta que este libro no solo se ocupa del Kitāb Jawāṣṣ al-ḥurūf y de la Risālat al-Iʿtibār de Ibn Masarra, sino que también incluye amplios comentarios a otros textos exegéticos de otros autores. Como puede comprobarse, estamos ante un magnífico compendio de lo que es la actitud hermenéutica islámica y, en consecuencia, ante un compendio de hermenéutica general. Pero procedamos ya, con la brevedad que exige todo prólo- go, a enumerar algunos de los temas que presenta el libro y que suscitan ulteriores desarrollos.
Ante todo hay que subrayar la idea de substancialidad del lenguaje como la base fundamental que sostiene toda la especulación de Ibn Masarra, lo que da lugar a una ontología del Libro revelado que a su vez sustenta una hermenéutica (o espiritualidad) restauradora. Tengamos en cuenta que nos encontramos ante instancias no solo especulativas, sino también vividas interiormente, pues toda comprensión es interiorización y vivencia transformadora.
De esta concepción substancialista del lenguaje, y por ende de la interpretación, se deriva el papel preponderante que esta misma concepción desempeña en la historia de la hermenéutica, tal como decíamos más arriba. Por otra parte, esta substancialidad en la consideración del lenguaje, introduce ya de hecho y plenamente a Ibn Masarra y su problemática en el campo de la metafísica y, como consecuencia, convierte la hermenéutica en un conocimiento de dimensión ontológica. Desde esta perspectiva se entienden fenómenos a los que la autora alude a menudo, como por ejemplo la intertextualidad que, lejos de ser arbitraria, descansa en la idea de escritura como totalidad viviente en la que las partes (letras y palabras) coadyuvan orgánicamente a la conformación del todo. Este trasfondo metafísico del lenguaje que hace de él una realidad universal posibilita que los discursos de Ibn Masarra sobre el alifato (y los discursos de los que son afines a él) tengan proyecciones sobre la creación en su globalidad, desde el macrocosmos hasta el microcosmos, pues la creación misma se presenta como el propio discurso divino, o también, como explanación de los Nombres divinos (en este punto, la descripción del pleroma de Marcos el Gnóstico es tan similar que esta semejanza no puede pasar desapercibida al estudioso de estos temas).
En lo que respecta al origen histórico de la forma de in- terpretar que Ibn Masarra plantea, creo que nos debemos ubicar en aquella gran coiné que se constituyó a finales de la Antigüedad y que supuso el encuentro de pueblos, lenguas, religiones y culturas. Resulta difícil, en lo que respecta a los orígenes de la manera de interpretar a la que nos estamos refiriendo, buscar una prioridad causal en el tiempo. Sabemos que Plutarco y Zósimo de Panópolis interpretaron las letras griegas en una dirección muy parecida al ŷafr árabe y conocemos también la proximidad de este con la forma en que entiende el alifato el Sefer Yetsirá, que concluirá con el despliegue de la cábala en plena Edad Media. Sabemos asimismo del enorme influjo del Corpus Hermético y del neopitagorismo entre los árabes. Pero como decíamos, más bien debemos remitirnos a ese humus de la coiné en el que se entrecruzan y alimentan mutuamente tantas líneas de fuerza, para explicarnos el porqué de tantos puntos comunes. Y desde luego se nos abre un campo inmenso para la investigación, pues en este momento y lugar privilegiados debemos buscar la comprensión histórica de todos estos fenómenos espirituales.
Precisamente estos planteamientos nos conducen a otra de las cuestiones que con más acuidad plantea este libro. Nos referimos al comparatismo. En efecto, el texto ya propone de hecho el cotejo entre los tratados sobre las letras de Ibn Ma- sarra, al-Tustarī o Ŷaʿfar al-Ṣādiq, con especial referencia además a Ibn Ḥazm e Ibn ʿArabī; pero es indudable que el tema, como el propio libro sugiere, va más allá. Hemos mencionado ya a Plutarco, Zósimo de Panópolis, el Sefer Yetsirá y la cábala en general en su conexión con el ŷafr. Es este un debate abierto que posibilita y fomenta el análisis comparativo.
También, como es natural, el sufismo de Ibn Masarra se nos muestra como tema idóneo para la investigación comparativa. En este caso, el sufismo ofrece perspectivas para el cotejo con la filosofía y, sobre todo, con otras fenomenologías místicas.
En este mismo orden de cosas no podemos dejar de men- cionar aquí la Risāla Nayrūziyya o alfabeto filosófico de Avicena citada por Garrido. En efecto, una línea de continuidad agrupa en una misma filiación espiritual y metafísica a Avicena (o Alfarabi con anterioridad) y a los autores que en esta obra se estudian. Establecer, analizar y poner en claro esa filiación será misión del estudio comparativo que de una for- ma lógica dimana de la lectura del texto de Pilar Garrido. Sin duda alguna, los estudios sobre Avicena, en general, y sobre la Risāla Nayrūziyya, en particular, obtendrán un considerable avance en extensión y profundidad al cotejarse con do- cumentos como los textos de Ibn Masarra. Me consta que la propia autora se propone publicar en un futuro próximo la edición y traducción de esta Risāla de Avicena.
Otro capítulo imprescindible a la hora de abordar a Ibn Masarra es su posible relación con el neoplatonismo. Como es natural, la autora del libro plantea abiertamente la cuestión. Aunque no nos vamos a referir ahora al tratamiento explícito que del tema se hace en el libro y que consideramos otro de sus méritos, pues el lector podrá verlo por sí mismo, sí queremos subrayar que, a nuestro entender, el neoplatonismo, en cuanto filosofía, no entra en contradicción con una vivencia espiritual o mística, sino que más bien la presupone (ahí están los ejemplos de Plotino, Jámblico, Proclo, los gnósticos o los filósofos ismaelíes). En este sentido, el carácter decididamente espiritualista de la obra de Ibn Masarra no constituye un obstáculo para que el autor pueda ser al mismo tiempo calificado de neo- platónico, toda vez que en el neoplatonismo el orden conceptual se identifica con el orden de la vivencia espiritual. Como propone la estudiosa, la temática permanece abierta.
Volvamos de nuevo al planteamiento de las distinciones entre falsafa, ḥikmá, kalām e ʿirfān, sus relaciones e interferencias, con lo que entramos otra vez en un ámbito que tras- ciende los dominios de la filología y el arabismo. Las diferencias (o la ausencia de diferencias) de estos términos nos conducen a los principios generales del pensamiento, a tomas de posición fundamentales que nos afectan íntegramente, tanto desde un punto de vista intelectual como vital. Con ello queremos indicar que este libro interesa como hermenéutica general, como filosofía general o como teología general.
No podía faltar tampoco el siempre arduo problema del sufismo, de sus conexiones, de su origen y su proyección. También aquí encontrará el lector material para adentrarse en el tema, ya sea en lo que respecta a Ibn Masarra en tanto que sufí como al sufismo en general.
Para terminar este breve recorrido (a todas luces insuficiente) por algunas de las propuestas del texto de Pilar Garrido, no queremos dejar de hacer referencia a una reflexión última que su lectura nos ha suscitado: toda esta compleja especulación sobre las letras árabes, ¿no es en realidad una especulación sobre el Nombre divino?; todas las consecuencias exegéticas de esas construcciones teóricas sobre el alifato, ¿no son en última instancia una investigación sobre los sentidos profundos del Nombre divino y sobre la posibilidad de su reconstrucción? Con ello nos insertaríamos en esa prístina tradición semítica de la experiencia del Nombre personal de Dios: Shem e Ism se presentan así como modos de ser de la divinidad, modos de ser que redundan siempre en la dimensión personal y personalista de lo divino. De esta manera nos instalamos en un modalismo ontológico teñido de modalismo lingüístico. Esto es algo que podemos rastrear desde los estratos más antiguos de la literatura bíblica y que se va sistematizando filosóficamente a partir, por lo menos, de Filón de Alejandría.
La ciencia de las letras sería por tanto un paso más, trascendental desde luego, en la consecución de esa finalidad consistente en hacer aparecer los Nombres personales de Dios. Interpretar estos Nombres sería, en última instancia, llevar a cabo la fenomenología del sentido, que se revela como personal, como dicho y dirigido a cada uno.
La lectura de este esperado libro de Pilar Garrido pro- porcionará un cúmulo de conocimientos positivos sobre los temas que en él se tratan; ayudará al estudioso en Ibn Masarra, en gramática árabe, en exégesis coránica o en filosofía islámica, y establecerá elementos imprescindibles para la investigación comparativa; pero, sobre todo, animamos al lector a descubrir en él lo que debe ser el principio y la finalidad de toda hermenéutica, a encontrar y hacer presente en lo dicho lo no dicho.»
Obra completa del sufí Ibn Masarra de Córdoba. Estudio, edición crítica y traducción anotada por Pilar Garrido Clemente de la Risālat al-Iʿtibār y el Kitāb Jawāṣṣ al-ḥurūf. Amuzara Ed. Córdoba. 2022. 384 pág.
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