Reem al Desuky

The Glocal, 10/03/2016

 

Últimamente, parece que la economía norteamericana pudiera sobrevivir tan solo con las adaptaciones cinematográficas de cómics, como Batman vs. Superman, Deadpool, Capitán América: Civil War, Escuadrón Suicida, X-Men: Apocalipsis y muchísimos más que un apasionado del mundo Kryptonita podría enumerar cronológicamente de un tirón. Pero ¿por qué un país que conserva el estilo de Gothman incluso más que el pueblo natal de Bruce Wayne no va a tener su propia industria? Sobre todo, si pensamos que nuestras entradas en las redes sociales están dispersas por todas partes.

“La industria del cómic en Egipto se encuentra en un sitio lamentable, por no decir más”, dice Sherif Adel, el Clark Kent del Superman de Barbatoze. “Hay demanda, hay lectores, hay autores; pero no hay ni editores ni establecimientos”.

Otro artista, Ahmed Saad, comparte los mismos sentimientos que el anterior: “tenemos pocos cómics impresos por culpa de los editores, que no tienen el valor de apoyar a los dibujantes jóvenes e imprimir sus cómics”.

Por eso, los artistas ambiciosos recurren a la autofinanciación o, como mucho, reciben subvenciones de organizaciones de apoyo a las artes. Mas esa no es una estrategia rentable para los apasionados; ya que normalmente tienen trabajos de jornada completa y no disponen de suficiente tiempo para publicar con regularidad y constancia.

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Uno de los mayores estigmas que deben ser abolidos para que el panorama del cómic prospere es la idea de que las historietas son solo para niños. Esa imagen, sostenida por los editores —recelosos cuando la inversión se sale de los nombres consolidados y rentables— y por el público —para el cual el cómic se enmarca dentro de los límites del céntrico Mikey y de Maged— es problemática para los artistas que quieran penetrar en la industria.

“Por supuesto que puede ser para niños, pero no solo para niños”, dice el personaje de Ahmed Raafat, El3osba. “En las últimas décadas, las historietas demostraron que son capaces de tratar una amplia demografía y abordar asuntos sociales muy serios. De ahí que algunas historietas estén dirigidas solo a un público adulto. Los cómics han sido usados como medio para la crítica de los estigmas sociales, como el prejuicio contra las minorías (X-Men), las drogas (Flecha verde, Iron Man) o el maltrato doméstico (Antman). Por lo tanto, se puede decir que es una empresa útil para debatir cualquier asunto, como la política o la religión”.

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Esas limitaciones han impulsado a los dibujantes a acoger con los brazos abiertos a los recursos en línea, que han dado cobijo a la vagabunda comunidad del cómic.

“Numerosos dibujantes, entre los que me incluyo, publicamos nuestros proyectos en Facebook, porque es gratis y sencillo”, dice Ahmed Saad.

Sin embargo, ese cambio de medio no ha hecho que la vida artística de los dibujantes egipcios se vuelva de color de rosa.

“Aquí, en Egipto, las compras por internet no son tan comunes todavía”, dice Ahmed Raafat. “Mucha gente tiene una idea escéptica sobre el uso de la tarjeta bancaria para comprar por internet; otros ni siguiera tienen esa posibilidad. Creo que lo mejor es publicar en ambos medios, impreso y digital, para tener éxito. Eso satisfará a todo el público y en ningún caso se puede decir que un medio pueda sustituir al otro”.

Y, ya que en Glocal somos unos grandes fans del cómic, queremos apoyar a esos artistas por una buena causa.

  1. Barbatoze

Dentista, de día, y genio del cómic, de noche. Sherif Adel (Barbatoze) es un artista consolidado en el mundo del cómic. La verdad es que nos sorprende que solo empezara a tomarse su arte en serio desde hace cuatro años, fecha que coincide con la creación de su blog homónimo. Barbatoze es también creador de la serie de libros de ciencia ficción, Pass By Tomorrow (Fut alina bokra), en el que se imagina a un Egipto del futuro.

Pass By Tomorrow se puede encontar en Virgin Megastores, Kryptonite y también en línea, en Comics Gate.

Barbazote

  1. Ahmed Saad

Con más de 42000 seguidores en Facebook, los ingeniosos —y un tanto oscuros— cómics de Ahmed Saad tienen fieles seguidores en las redes sociales.

Ahmad Saad

  1. Mohamed Naser

El estudiante de ingeniería estaba inmerso desde la infancia en el mundo de los dibujitos, en los que se inspiraba en los dibujos animados y en Mikey. Sus influencias se hacen evidentes en sus juveniles cómics que, a menudo, hacen referencia a Cartoon Network y abordan temas de la vida universitaria.

Mohamed Naser

  1. Ahmed Raafat

Otro ingeniero (de telecomunicaciones) infectado por el virus del cómic desde la juventud es Ahmed Raafat. En 2014, comenzó a trabajar con los co-creadores de El3osba, John Maher y Maged Raafat, cuando estos buscaban a un dibujante con talento.

El3osba está disponible en las librerías de Bikya y Falak.

Ahmad Rafaat

  1. Hicham Rahma

Rahma, uno de los fundadores de la revista de cómics Tok Tok, también apuesta por temas de sátira política.

Tok Tok está disponible en Virgin Megastore, Alef, Shorouk, Diwan, Sufi y otras muchas librerías.

H. Rahma

  1. Aly Galal

El blog de Aly Galal, Alycature, es famoso por sus surrealistas y, en cierta medida, ¿comprensibles? cómics.

Ali Galal

 

  1. Hatem Aly

El maravilloso trabajo del dibujante egipcio establecido en Canadá está a caballo entre las ilustraciones para niños —como las usadas para Driver Dan’s Story Train de la cadena de televisión británica CBeebies (BBC)— y los cómics que hacen un guiño a los debates sociales. Pese a que Aly no está físicamente en Egipto, estamos muy enamorados de sus dibujos, que hacen que nos detengamos en los menores detalles geográficos.

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Apoyad a vuestros artistas locales comprando sus cómics en Virgin, Kryptonite o en cualquiera de las tiendas mencionadas o uniéndoos a sus tropas en las redes sociales. ¡Sí, algún día realizaremos una adaptación cinematográfica de cómics propia y de gran calidad! ¿Alguien puede llamar a la ASAP, la agencia de Fifi Abdu, por favor? Por si acaso.

Traducido del inglés por Eman Mhanna en el marco de un programa de colaboración de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada y la Fundación Al Fanar.

 

 

 

 

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