La polarización regional e internacional actual entre EE.UU. y Rusia está en el núcleo de las razones de la escalada de tensión en el tema del Sáhara Occidental. Marruecos toma partido por el bando político que engloba a los países del Golfo y Jordania, cuya imagen Argelia no deja de distorsionar en temas como Irán, Siria, Iraq, Hezbolá y Yemen, en paralelo al gran impulso de Rusia en el Mashriq que materializa su gran intervención militar en Siria.
La última visita del rey de Marruecos a Rusia es un paso diplomático eficaz para responder a los ataques contra Rabat y sus aliados árabes.
Si analizamos la tensión entre la ONU y Marruecos dentro de este contexto regional e internacional, no nos resultará difícil entender qué dirección se va a tomar. Tras la tregua fronteriza de Arabia Saudí y los huzíes, el avance de las tropas de la resistencia y del ejército yemení, el anuncio de la retirada de las tropas rusas de Siria y el inicio de las negociaciones Ginebra 3 entre la oposición siria y el régimen de Damasco, podemos prever que la tensión entre la ONU y Marruecos (que es reflejo de ese impulso ruso y de la complicidad europea con Moscú contra Rabat) desaparezca de momento.
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