«Estamos en el estado de la perplejidad creativa: entre el entusiasmo y la duda. El entusiasmo está ligado directamente a todas esas buenas personas que disfrutan experimentando el cómic, y a esa libertad frágil conseguida tras la revolución. La duda “saludable” está vinculada a “cómo hacer las cosas”: qué técnicas usar, cómo hacer del cómic una profesión…». Ahí está, esbozado a grandes rasgos, el estado actual del cómic tunecino según uno de sus artesanos, Seif Eddine Nechi, dibujante de 44 años.
Diplomado en psicología, este tunecino se estrena simultáneamente en la publicidad, la ilustración y el cómic. En 2009, crea Bakounawar, un personaje con el que se mofa de «todo lo que se le pasa por la cabeza» hasta que un año después tiene que hace frente a la censura. Después estalla la revolución y los proyectos se multiplican. Nessim Bouslama reúne a una veinte de autores para publicar Koumik y formar un primer movimiento. Nechi, que forma parte de él, cofunda en 2013 Lab 619, «un colectivo de autores para promover el cómic experimental». En 2015, con su amigo Aymen Mbarek, lanza Soubia (el calamar de tinta en árabe). En este marco, los dos compañeros participan en numerosos festivales de cómics: Angulema, CairoComix en Egipto, en el premio Mahmoud Kahin en Líbano, donde sus historias cortas son premiadas.
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