Estos días echaba el cierre definitivo la organización Gudran for Art and Development con sede en Alejandría. Gudran es una nueva víctima de las políticas del Estado egipcio destinadas a asfixiar a la sociedad civil.
La investigación sobre la financiación de los grupos nacionales y extranjeros comenzó en julio de 2011, cinco meses después del derrocamiento de Mubarak, y dio lugar a sentencias condenatorias y al cierre organizaciones no gubernamentales egipcias aunque también muchas organizaciones no gubernamentales internacionales han tenido que cerrar sus oficinas en el país. En marzo de 2016, la organización Aministía Internacional dio la voz de alarma sobre este proceso de aniquilación de las organizaciones de la sociedad civil que incluye el control férreo de la recepción de fondos del extranjero, la presentación de cargos contra quienes estén acusados de recibir ilícitamente financiación exterior y la congelación de bienes.
Gudran es fruto del esfuerzo de los creadores de la idea, los artistas alejandrinos Sameh al Halawani y Alia al Gueridi, que empezaron a trabajar con niños y jóvenes de una paupérrima barriada de pescadores de su ciudad en los años 90.
Exposición del artista egipcio Omar al Fayyumi, marzo de 2018
Gracias a su sacrificio profesional y personal lograron rehabilitar el barrio e iniciar talleres de arte y de formación profesional. Gracias a la aportación de Abdalla Daif, el proyecto fue creciendo e incorporando a la sociedad alejandrina gracias a otras iniciativas como El Cabina, un espacio de encuentros literarios en los que han participado escritores jóvenes pero también figuras destacadas de la literatura egipcia contemporánea, o Dukán, una galería de arte instalada en un local del centro de la ciudad en el que los artistas más jóvenes han tenido en los últimos años la oportunidad de exponer sus primeras obras.
El último espacio ha sido Wekalet Behna, donde instalaron la sede de la organización y en el que se han impartido cursos y se han organizado exposiciones de destacados artistas egipcios a lo largo de los últimos años. El espacio son las oficinas de una de las primeras productoras de cine egipcio, Wekalet Behna, fundada por el miembro de una familia iraquí, los Behna, que emigraron a Alejandría por razones económicas a comienzos del siglo XX. Entre los proyectos de Gudran estaba la restauración de todo el archivo filmográfico de esta histórica productora.
Junto a esta agenda cultural que siempre incluyó al conjunto de la sociedad alejandrina, la organización no dejó de promover programas relativos a la salud y al medioambiente ni de impartir talleres para jóvenes, mujeres y niños.
No nos equivocamos si decimos que Gudran ha impuesto desde finales de los 90 una dinámica en la sociedad de Alejandría que explicaría muchos de los cambios que sufrió el país desde 2008 y que, lamentablemente, han tomado un curso indeseable que, entre otras muchas nefastas consecuencias, ha acabado con un dinamizador social y cultural de la talla de esta organización.
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