Reseña de la novela Naftalina de la escritora y periodista iraquí Alia Mamduh de Nieves Paradela para Revista de Libros. La novela fue traducida al árabe por Iñaqui Gutiérrez de Terán y publicada por Ediciones del Oriente y del Mediterráneo.

«En 1861, la pintora francesa Henriette Browne expuso en el Salón de París dos cuadros titulados respectivamente Une visite (intérieur de harem, Constantinople, 1860) y Une joueuse de flûte (intérieur de harem, Constantinople, 1860) que de inmediato despertaron un gran interés en la crítica especializada y entre el público visitante, sobre todo por lo que tenían de rompimiento implícito con el canon masculino propio de la pintura orientalista.

No será ninguna novedad recordar ahora que la representación de harenes –y la de sus dos variantes: el hammam y la odalisca– ha sido uno de los grandes subgéneros de la pintura orientalista que floreció en la Europa del siglo XIX . Con grados diferentes de desnudez en las figuras femeninas, con mayor o menor énfasis en el erotismo de sus poses, esos cuadros reflejaron a la perfección una de las más persistentes obsesiones del hombre (léase varón) occidental sobre el mundo islámico, representada –de forma magnífica, eso sí–, en la escenografía de sus harenes imaginarios. Imaginarios, porque el harén es, por definición, un espacio restringido y vedado a cualquier hombre distinto del esposo, engorrosa circunstancia que no impidió en ningún caso su representación y que, quizá, se convirtió en uno de los elementos clave para espolear la imaginación de los pintores.

En tales circunstancias, la irrupción de las mujeres en el campo del orientalismo supuso, si no una alteración radical de los códigos masculinos de representación, sí un muy sustancial cambio de perspectiva. Por decirlo muy sintéticamente, ellas, fueran pintoras o escritoras, dieron a sus relatos un valor de autenticidad o certeza del que carecían los masculinos –lo que la crítica les reconocía en términos generales–, y sobre todo aportaron una visión de la realidad contemplada menos exotizante y claramente menos sexualizada que la de sus colegas».

 

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