Gassán Sharbel

Al Sharq al Awsat, 06/10/2017

 

Esta cumbre ruso-saudí no solo está en el valor simbólico que tiene la entrada del monarca saudí en el Kremlin por primera vez, sino en la importancia económica y política de esta cita ya que Rusia y Arabia Saudí son los dos Estados que encabezan la lista de países exportadores de petróleo, dos Estados que forman parte del G-20 con lo que esto conlleva a nivel político y económico.

 

Ambos países están al tanto de la importancia del otro y de sus bazas de fuerza. Rusia es un Estado con solera que superó el colapso de la URSS y ha regresado como una superpotencia con una presencia dinámica y capacidad de influencia en la escena internacional. Rusia se convirtió hace dos años, a raíz de su intervención militar en Siria, en una destacado jugador cotidiano en la escena de Oriente Próximo (…) Es además miembro permanente del Consejo de Seguridad con derecho a veto (…)

 

Por su parte Rusia conoce la importancia y el peso económico y político de Arabia Saudí y su importancia en el mundo árabe, islámico e internacional. Sabe también que Riad posee el potencial para decidir sobre la construcción de relaciones diversificadas en función de sus intereses, y que la “asociación estratégica” del reino saudí con EE.UU así como sus relaciones prometedoras con China y Japón, entre otros muchos países, no le impiden mantener fuertes relaciones con Rusia. Tal vez la intervención militar siria en Rusia haya hecho que Moscú sea más consciente de la magnitud del papel que Riad puede desempeñar en la construcción de una paz justa de arreglos equitativos.

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