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The Newyorker, 26/09/2015

Elias Muhanna

En la primavera de 2010, tres artistas libaneses de cómico fueron convocados a la sede de la Dirección General de la Seguridad en Beirut donde se encuentran las autoridades de censura del país. Omar Juri, Harem Imam y Fadi (Fdz) Baki tenían entonces treinta y pocos y se conocían desde niños (…). En 2007 habían fundado la revista trilingüe de cómics Samandal, basada en Beirut, que se había convertido en una importante plataforma para los artistas de Oriente Medio.

(…) Los oficiales estaban molestos por un par de imágenes que habían aparecido en el número 7 de la revista hacía unos meses en el que colaboraba la editorial belga L´employé du Moi, e incluía comics de artistas europeos y árabes sobre el tema de la venganza.

Uno de los comics ofensivos era “Lebanese récipes for Revenge” dibujado por Lena Merhej, editora de Samandal (…). Una de las expresiones ofensivas que usaba era “yahriq deenak” (Que Dios queme tu religión) una expresión que indica más exasperación que un insulto sectario (…). El segundo cómic que llamó la atención de los censores había sido pintado por una artista francesa, Valfret (…).

En Líbano no puedes decir lo que quieras, no al menos sobre religión. El país podrá tener la prensa más liberal del mundo árabe pero,  debido a la diversidad sectaria y a la inestabilidad política, periodistas y artistas tienen a tratar el tema de la fe con cuidado.

 

Imágenes de esta entrada: portada de la revista Samandal y caricatura de Muwafaq Qat 

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