España ha celebrado este año el 524 aniversario de la caída de Granada en enero de 1492 en medio de los ataques entre partidos políticos. La izquierda ha criticado la conmemoración de esa fecha, que representa una ocasión para que la extrema derecha recuerde que está presente, y algunos partidos políticos han boicoteado esta celebración que los gobiernos locales de la ciudad hacen por celebrar en un ambiente festivo sumergido en un extremismo que no ha cambiado en siglos, y que Podemos, la nueva formación política, tacha de fascista.
La celebración de la caída de Granada no es solo la caída de la ciudad, sino que representa la victoria del cristianismo sobre el islam en Europa.
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En Granada vive hoy un gran número de musulmanes y hay miles de estudiantes en la ciudad de varios países islámicos así como miles de españoles convertidos al islam que han fundado asociaciones y organismos de fomento de la convivencia entre las tres religiones monoteístas que pretenden revivir el carácter árabe, religioso y cultural, de la ciudad para que sea uno de los afluentes del pluralismo en la España actual. Granada puede ser un símbolo de tolerancia en lugar de ser cada año un lugar en el que se reviven los rencores en esta etapa difícil por la aparición de una violencia que alimentan el extremismo religioso, étnico y sectario.
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