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Ihab Boraie, Cairo Scene, 17/04/2015

Honrando el escenario del Festival 3alganoob y cautivando a la audiencia que se encontraba en el gran y ventoso desierto al lado de las aguas poco profundas de la bahía de Soma Bay, solo estaba la cantante de folk y revolucionaria tunecina Emel Mazlúzi. Conocida como una de las voces más influyentes en el nacimiento de la Primavera Árabe, Mazlúzi dejó a la audiencia sin aliento mostrando su dinámico registro y destreza vocal, que no se habían escuchado en Egipto desde hacía más de dos años. Tras cautivar a la audiencia, Mazlúzi se tomó su tiempo para dar a conocer algunos aspectos de su desarrollo musical y los desafíos de mantenerse fiel a sus raíces al comenzar su nueva vida en Nueva York.

Su trayectoria musical comenzó en la universidad, en una banda de un género por el que no se la suele conocer. «Realmente comencé a hacer música en el 2001, 2002 más o menos. Teníamos una banda en la universidad y hacíamos muchas versiones de canciones de heavy metal. Creo que todo el mundo, de alguna manera, ha comenzado de esta forma ya que se trata de un género muy revolucionario» explica Mazlúzi hablando de sus comienzos musicales. Fue durante esos humildes comienzos cuando Mazlúzi ganó confianza para coger la guitarra y comenzar su carrera en solitario como artista folk, inspirada por iconos musicales revolucionarios como Bob Dylan y Joan Baez.

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«Aprendí a tocar la guitarra, quería ser yo misma y hacer mis canciones. Dirigí mi atención a la música folk, que estaba ligada por completo a la escena revolucionaria en los EE. UU. durante los años 60 y 70» explica.

La decisión de aventurarse en este mundo por su cuenta y escribir canciones alentadoras de tintes políticos antes de que la llama revolucionaria de la Primavera Árabe prendiera fue un ejemplo de valentía musical. Canciones como Pobre Túnez (Ya Tounes Ya Meskina) y Mi Palabra es Libre (Kelmti Horra) conectaron con la gente pero al mismo tiempo fueron objeto de duras críticas para mantenerla en silencio. Mazlúzi, al recibir varias ofertas, se trasladó a Francia, donde su música obtuvo el reconocimiento internacional y el respecto de vuelta a casa.

Después de que Mohamed Buazizi se quemará a lo bonzo dando así comienzo a la Primavera Árabe, Mazlúzi se convirtió en un nombre familiar en Túnez. Sus vídeos musicales se convirtieron en virales y en himnos revolucionarios, hazaña que cree mucho más difícil de lograr en el caso de una mujer. De acuerdo con Mazlúzi «hay mucha injusticia si comparas el éxito de El General, un rapero, y no yo sino otras cantantes tunecinas muy poco conocidas. Parece que El General y otros hombres que se han hecho famosos tras la revolución han tenido el camino más fácil; el territorio para los hombres es mucho más sencillo de conquistar». El problema de reconocer a las mujeres por su trabajo es un tema que, en opinión de Mazlúzi, va más allá de la escena musical tunecina. «Cuando Björk saca un nuevo disco todo el mundo habla sobre con quién ha trabajado esta vez. No tiene el reconocimiento necesario. Cuando trabajas con un músico la gente tiende a pensar que ella es la cantante y que él es el productor. Eso es lo que le pasó a ella, pero si oyes hablar del disco de Kayne West, a nadie parece importarle quién está detrás de su producción».

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Para algunos, la etiqueta de ser un cantante revolucionario puede ser una bendición o una maldición puesto que se espera de ellos que continúen escribiendo letras con carga política. «Estoy muy feliz de que mi nombre se asocie con un movimiento histórico tan importante para los tunecinos, árabes y el resto del mundo. Realmente estoy muy orgullosa de la revolución, pero es verdad que a veces la gente quiere hablar de ello y llega momento en el que te das cuenta de que tú eres un músico y no un político. Es bueno que la música persiga las causas y necesidades sociales pero debería haber siempre una línea que separara a los artistas de los periodistas».

Alejándose de sus raíces, Mazlúzi se ha trasladado de París a Nueva York en busca de oportunidades e inspiración musical. «Tuve un bebé hace 9 meses y eso es lo que me ha traído a Nueva York, pero al mismo tiempo es lo que me mantiene en casa. ¡Hay algo en la ciudad, en el aire, algo en la energía que te aporta algo diferente! Hay un estado mental diferente al de París; a veces es difícil colaborar y encontrar a las personas adecuadas pero al mismo tiempo siento que algo muy especial está por llegar, lo que me ayuda a volver al trabajo y a dar forma a mi música», describe apasionadamente Mazlúzi.

Fuera del folk, Mazlúzi está explorando nuevos sonidos y experimentando con la música electrónica. No es alguien que tenga miedo a evolucionar. Su registro vocal etéreo le permite adentrarse en muchos géneros y su disposición a expandirse fuera de su zona de confort en busca de la creación de nuevos sonidos es el signo de un verdadero artista. «No sé si mi música es lo suficientemente creativa como para aportar algo nuevo a la música en general pero ese es mi más preciado deseo». Mazlúli apenas habla de sus aspiraciones.

En el Festival 3alganoob, esperaba esucharla tocar folk de inspiraciones clásicas, pero sin embargo aunó sus esfuerzo pasados con sus futuras ambiciones. Mezclando percusión tunecina con minimalismo electrónico, el registro vocal desgarrador de Mazlúzi se mostró en todo su esplendor ante una audiencia embelesada. Como artista, lo da todo moviéndose como una muñeca mecánica mientras realiza una excitante y evocadora interpretación de la canción “All is full of love” de Björk. Su deseo de actuar en Egipto fue lo que la motivó a dar uno de los mejores conciertos. Como Mazlúli declara «siempre he sentido que actuar en Egipto es muy especial porque hay mucha energía y sentimientos en el público, incluso con los organizadores. La última vez que actué en El Cairo fue en un bonito teatro, el de Qasr al Nil, pero esta ha sido la primera vez que tocaba en un festival al aire libre. Me encantaría actuar más veces en Egipto y espero que con el próximo álbum pueda al menos hacer un pequeño tour. Nunca he actuado en Alejandría ni en otras ciudades, así que estaría encantada de volver a actuar cuatro o cinco veces para que los egipcios me conozcan más a mí y a mi música».

No hay una fecha para el lanzamiento de su próximo trabajo pero Mazlúzi espera poder publicar algo a finales de año. Como artista musical, su sonido continúa evolucionando a medida que ella se va acercando a nuevos ritmos. Con su pasado inspirador, su habilidad para cantar en varios idiomas y su disposición a explorar nuevos sonidos, Emel Mazlúzi es un álbum o una colaboración que puede romper el molde de un artista revolucionario tunecino y convertirse en una superestrella de renombre internacional.

 

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Traducido del inglés por María Isabel Escribano dentro del programa de colaboración con la Universidad de Granada. Subtitulado por Fundación Al Fanar

 

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